Ramón Guillermo Aveledo: Juan Pablo II, la valentía de perdonar
Juan Pablo II dirigió la Iglesia católica por casi 27 años y marcó un antes y un después en la historia contemporánea del mundo, al contribuir con la caída del comunismo. Beatificado el 1ro. de mayo de 2011 y canonizado 27 de abril de 2014, hoy es San Juan Pablo II. Tras el atentado que sufriera en la Plaza de San Pedro 13 de mayo de 1981, dio claras muestras al mundo del significado del perdón al visitar a Mehmet Ali Ağca.
“No tengáis miedo” dijo el Papa polaco en la Plaza de San Pedro, palabras de profunda resonancia evangélica. Esa podría considerarse la consigna de Karol Wojtyla, el Pontífice elevado a los altares junto a Juan XXIII, el pastor bondadoso de la vuelta a las encíclicas sociales con Mater et Magistra y la convocatoria al Concilio Vaticano II. Por cierto, el antiguo Arzobispo de la dulce Cracovia, profesor como Copérnico de su histórico Colegio, dictara notables cartas sociales, como Sollicitudo Rei Socialis, Laborem Exercens y Centesimus Annus, porque libertad y solidaridad no están reñidas.
El 13 de mayo se cumplen 39 años del atentado, precisamente en la misma impresionante plaza vaticana contra Juan Pablo II. Varios disparos, uno en el codo derecho, otro en la mano izquierda, dos de ellos en el abdomen, hechos por Mehmet Ali Ağca, turco de nacimiento y musulmán de religión, cuyos contactos en Bulgaria hicieron circular la “teoría búlgara” de la conspiración de presunta inspiración soviética sobre el intento de asesinato. En los altos niveles de la CIA se creyó que era así. Por otros lados vendrían versiones del terrorismo de derecha de los “Lobos grises” y el fundamentalismo. Las versiones se disiparon en el planeta de las fake news ahora tan poblado.
Aunque con motivo de su elección, primer Papa no italiano en cuatro siglos y medio y primero eslavo en la historia, el entonces jefe de la KGB Yuri Andrópov, luego jefe del Partido Comunista, había advertido al Politburó de la amenaza que vendría. Sugerentes ingredientes para la duda y la especulación, pero nada prueba esa conexión y el estadista italiano Giulio Andreotti, siempre cercano al Vaticano, apoyó al Papa y a la Santa Sede en su línea de prudencia frente a la teoría conspirativa, tan atractiva para cierto morbo. Al final, son muchos más los indicios de una acción solitaria.
En la biografía escrita por Bernstein (el mismo de Watergate) y Politi, quienes consideran el atentado como “uno de los grandes misterios del siglo”, se reseña pregunta al propio Juan Pablo II ¿por qué no había seguido el juicio a Agca? “No me interesa, porque esto fue obra del diablo. Y el diablo puede obrar de mil maneras y ninguna de ellas me interesa”.
El 23 de diciembre de 1983, Juan Pablo II visitó a Agca en la cárcel y conversó con él durante veinte minutos. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, eran la evidencia del perdón. El Papa perdonaba el intento de asesinato que había sufrido. Y a su solicitud, el presidente Carlo Azeglio Ciampi lo indultó. Esa es la enseñanza profunda, tan evangélica como su “No tengáis miedo”. Se perdona a quién te ha hecho mal. El amor cristiano no excluye, ni siquiera al enemigo.
Juan Pablo II, como quien escribe, considera al nazismo y el comunismo “ideologías del mal”. Su perdón genuino quedó ahí, con un valor decisivo en nuestra conciencia, a la que debemos reconocer como guía de nuestros análisis. Si no ¿de qué serviría?