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Aveledo: La credibilidad de la alternativa

Que nuestro país necesita un cambio de rumbo es evidente y que la mayoría de los venezolanos lo quiere, también. Ofrecer una alternativa transformadora creíble es la responsabilidad de los sectores de la oposición democrática y en ese campo estamos ante varios temas por solucionar. En ellos hay que trabajar en modo simultáneo, no serial, porque la gente no está para mantener la sintonía en una trama larga que la fastidie.

Razones para no votar por el grupo en el poder sobran. Necesitamos motivos para confiar nuestro voto a otra opción.

¿Cuál sería la base de esa credibilidad cuyos niveles urge subir? Reitero aunque llueva sobre mojado: compromiso serio con una estrategia consistente, no intermitente aunque sea flexible; mensaje tan realista como esperanzador; reglas de toma de decisiones que se cumplan. Lo tercero tiene una importancia crucial, porque ayuda a que la estrategia y el mensaje sean tomados en serio. La reiteración de “serio” no es redundancia sino énfasis en el valor seriedad. Es lo que la gente llama unidad y que los políticos han preferido, curiosamente, buscarle otros nombres.

Parte importante de las reglas es el método de escoger las candidaturas. Estoy a favor de que sean las ejecutivas a los tres niveles del poder público porque hay dos elecciones seguiditas, pero me doy cuenta que la expectativa y aparentemente la posibilidad, está en centrarse en la nominación presidencial, como es propio de nuestro tradicional presidencialismo que es más fuerte aún en la cultura nacional que en la constitución.

Al efecto, no considero dilemáticas las opciones consenso o primaria. El primero, deseable teóricamente, luce poco factible y en la situación de opinión pública de liderazgos y partidos, con ésta o aquella eventual excepción, riesgosa de dejar abierta la excusa para quien divida la oposición, como buscará el poder por interés obvio.

Eso nos conduce a la primaria, mecanismo que requiere de una organización compleja y exigente. Y si en el camino resulta que la opinión se vuelca clara, decisivamente tras un nombre, no será difícil constatarlo y si el compromiso es serio, sería lógico decidir, como en 2006. Entretanto, hay que trabajar en preparar la primaria.

Para que la primaria contribuya a la unidad y así a la credibilidad de la alternativa, tiene que ser lo más abierta posible. Hay un conglomerado de factores con respaldo relativamente más numeroso que los otros, pero está muy lejos de ser hegemónico, tanto objetiva como subjetivamente. ¿Cómo se garantiza la apertura? Con unas reglas transparentes, convenidas con muchos y aceptables para todos, cuya ejecución y desarrollo esté a cargo de una comisión de credenciales impecables, independiente y respetable.

El mayor o menor éxito de la primaria, incluso para lograr un eventual consenso en caso de ser viable, es que se parezca lo más posible a la elección de 2024. En eso, la oposición tiene experiencias con útiles aprendizajes. La más valiosa, aunque no la única, es la primaria del 12 de febrero de 2012. Una consulta mejor que esa o al menos una tan buena como esa, en las circunstancias presentes, es lo que cabe esperar para que abone a la motivación ciudadana.

 

 

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