Aveledo: Municipio e historia
El municipio es la “raíz de la República”. La definición categórica la hace el historiador Joaquín Gabaldón Márquez en su obra de 1952, cuya edición más reciente es la de la Academia de la Historia en 1987. De similar entidad es el análisis del concejal de Caracas y profesor de la UCV Eduardo Tamayo Gascue en su Sociología del Municipio de 1960.
El razonamiento que la fundamenta se basa en datos que anteceden al decisivo episodio del 19 de Abril de 1810, cuyo aniversario 211º conmemoraremos en pocos días, motivador de esta nota. El ayuntamiento o cabildo fue en los tiempos coloniales o provinciales, si adoptamos la visión de Morón, la primera manifestación de la voluntad autonómica del conquistador, en el decir de Don Mario Briceño Iragorry.
La institución del Derecho Público español que llegó aquí en 1509 por Cubagua, adquirió en América nuevos bríos, alimentados por la distancia con la metrópoli y habida aquí entre las ciudades que iban fundándose. También por el hecho de convertirse en reducto del poder de los criollos. No eran cuerpos democráticos, pero allí nació tanto el sentimiento nacional que acabaría siendo independentista como los usos de la deliberación para la toma de decisiones políticas. Puede remitirse a esos cuerpos el nacimiento del parlamentarismo venezolano, según leemos en Manuel Alfredo Rodríguez.
Tanto es así que ya a mediados del siglo XVI, diecisiete años antes de la fundación de Caracas, representantes de los cabildos de las ciudades existentes se reunieron en Nueva Segovia de Barquisimeto y enviaron a un edil, Sancho Briceño para que planteara en la Corte los problemas que los aquejaban.
En el Programa de Febrero de 1936, comenzando las reformas democratizadoras posteriores a la muerte de Gómez y el final de su régimen, López Contreras en punto a legalidad, considera central la reformar del municipio “que casi había dejado de existir”. No en vano Andrés Eloy Blanco veía al municipio como el “Principio tradicional y salvador de la nacionalidad”. Nada menos.
Si insisto en la importancia y significación histórica, política y social del municipio venezolano no es por capricho. Me impulsa una arraigada convicción que nace del conocimiento real de nuestro país, así como su larga y accidentada historia, pero también porque lo veo amenazado por proyectos legislativos irresponsables que lo menosprecian y pretenden sustituirlo por constructos esencialmente artificiales del ideologismo o la retórica.