Democracia y PolíticaÉtica y Moral

Aveledo: Pedro Pablo

Con Pedro Pablo Aguilar Vásquez se va un capítulo importante en la historia del socialcristianismo nacional y de la política venezolana del siglo XX. Sereno, observador, reflexivo, su aguda inteligencia y notable cultura las canalizó hacia un sentido práctico de la política que ejerció sin olvidar los valores democráticos que inspiraron su militancia desde la adolescencia. Podía ser inexpresivo hasta lo inescrutable, pero también cálido en el trato e interesado sinceramente en buscar soluciones.

A diferencia de sus compañeros de generación partidista, Aguilar no había estudiado en colegios religiosos. Una vez me contó que quien le había despertado el interés por esas ideas había sido su profesor de Inglés en su liceo trujillano, militante del Partido Nacionalista Vasco exiliado en nuestro país tras la victoria franquista en la Guerra Civil española. Desde temprano tuvo responsabilidades dirigentes en COPEI hasta alcanzar la Secretaría General nacional.

Abogado por la UCV en la promoción Andrés Eloy Blanco de 1955, gesto valiente de los estudiantes en homenaje al poeta y político muerto en el destierro ese mismo año. Con él se habría graduado también José Luis Zapata, su compañero y sucesor al frente de los congresistas socialcristianos en 1971, pero con motivo de la huelga universitaria había sido preso, y expulsado de la universidad y del país. Muy activo en la oposición democrática a la dictadura, tarea exigente en términos de coraje personal verdadero, porque la represión no era juego, cayó preso y se quedó en la Cárcel Modelo de Caracas hasta el 23 de enero. Como representante de COPEI en la Junta Patriótica fue reemplazado por Aristeguieta Gramcko.

Firmante de la constitución de 1961, la de más prolongada vigencia y la menos irrespetada de nuestras cartas, fue diputado y senador en el Congreso de la República durante cuarenta años, siempre en representación de su natal Trujillo. Vicepresidente de la Cámara de Diputados, jefe de la fracción parlamentaria copeyana y en 1998, el último Presidente del Senado de la democracia representativa. Como legislador brilló por su inteligencia, rigor en el estudio y comprensión de los problemas nacionales, cualquiera desde la política exterior o la defensa a la agricultura y sobre todo, por su responsabilidad y sentido del Estado.

Valoro especialmente su modestia personal, su vida austera, su ejemplar matrimonio con la cordialísima Doña Teresa, su militancia de compromiso honrado.

 

 

Botón volver arriba