Azúa: Varios asuntos de interés
«El tal Errejón, un hombre escuchimizado, sabía que sólo mediante una política feminista podía dar salida a los vicios a que le obligaba el neoliberalismo»
Me ha parecido muy interesante el caso y las peripecias del tal Errejón, uno de los jefes de la extrema izquierda progresista española. No por el suceso en sí y sus sordideces, sino por el proceso de racionalización casi automático que nos ha obsequiado, así como la búsqueda desesperada de irresponsabilidades, tanto la inmediata cuanto la posterior.
Como es habitual entre la izquierda infantil, lo primero ha sido presentarse como víctima. Él no es alguien que haya humillado y sometido a quienes considera sus inferiores, o sea, al pueblo, sino que es, sobre todo, un pobre y desgraciado mártir del heteropatriarcado y del neoliberalismo. Estos fueron los términos que empleó. Sus demonios.
He aquí que ambos mecanismos (por cierto, muy complejos) le provocaban una enfermiza dependencia de la sexualidad, acompañada por una anulación de la voluntad, de tal manera que se lanzaba sobre sus presas estando por completo fuera de sí, como un poseso en lugar de un poseedor.
Es muy interesante que este partidario de la colectivización, como sus compañeros de partido y todos los ayudantes del marido de Begoña en el mantenimiento del poder, detesten pensar en sí mismos como individuos responsables. No son individuos sino autómatas tecnificados. Ellos no son dueños de sus actos sino mecanismos movidos por una fuerza superior maligna que los posee.
Por esa razón, no toman decisiones, las decisiones las toman el neoliberalismo y el heteropatriarcado que los dominan y convierten en peleles. Esto es muy interesante para entender la clase de política que está aplicando la extrema izquierda infantil y colectivista a cuestiones como el sexo o el feminismo. Así como la extrañísima noción que tienen de la «libertad».
«El proyecto de la extrema izquierda infantil es, como en el cristianismo primitivo, luchar por la desaparición de la actividad sexual»
Se trata, por tanto, de hacer desaparecer toda decisión personal, toda responsabilidad individual, de manera que los políticos progresistas se dediquen a ayudar a las pobres gentes del pueblo que no saben lo que hacen. Es exactamente la función del clero cristiano cuya función sagrada es la de conducir a la salvación a las personas desviadas por el demonio, por Satanás o por el pecado original. Aunque, por supuesto, haya clérigos que sean poseídos a su vez por los demonios del pueblo.
El proyecto de la extrema izquierda infantil, por lo tanto, es, como en el cristianismo primitivo, luchar por la desaparición de la actividad sexual, no en tanto que medio de reproducción sino como sistema de sometimiento generalizado del heteropatriarca neoliberal. Son sus propias palabras, siempre un punto analfabetas.
Para lograr tan difícil salvación no hay más remedio que suprimir los sexos biológicos, pero como ese objetivo es (por ahora) casi imposible y muy caro, han tomado la decisión de suprimir el sexo femenino, para empezar. No el biológico como género, sino el social como función. Si logran su propósito, no habrá varones y hembras, sino un solo género machihembrado que actuará socialmente en tanto que masculino (el puto amo, lo llama uno de los clérigos), para no interrumpir la que ha sido tendencia habitual de los siglos desde el paleolítico.
Siempre me había llamado la atención la presencia cada vez más mayoritaria y proposicional de las hembras en los partidos de la extrema izquierda colectivista. Era interesante ver, por ejemplo, a ese portavoz de largas guedejas rubias, emparedado entre cuatro hembras de semblante pendenciero, como pidiendo perdón por ser él quien hablara del pobre Errejón, esa víctima.
«En el sanchismo, en cambio, las mujeres son las preferidas del marido de Begoña simplemente porque son más sumisas»
El tal Errejón, un hombre escuchimizado que debe de haber sufrido toda suerte de vejaciones en su infancia y juventud, sabía que sólo mediante una política feminista podía dar salida a los vicios a que le obligaba el neoliberalismo. El elenco femenino de la extrema izquierda es sumamente interesante como fenómeno de la tecnificación sexual.
Eso en la extrema izquierda infantil. En el sanchismo, en cambio, las mujeres son las preferidas del marido de Begoña simplemente porque son más sumisas. Ni siquiera Patxi López o Bolaños tienen la total y aquiescente docilidad sonriente de sus ministras.
ENLACE A LA NOTA EN «THE OBJECTIVE»: https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2024-11-02/varios-asuntos-de-interes/