Baltazar Porras: Potestas y Auctoritas
Una de las características del mundo actual, en opinión de los entendidos, es la falta de liderazgo en la conducción de la cosa pública y de las instituciones más relevantes. El tema toma interés ante el fin de la era de Angela Merkel y la búsqueda de su sucesión en Alemania. Se le reconoce a esta singular mujer una serie de cualidades que la presentan como un ejemplo claro de liderazgo trasparente y exitoso. Hasta el Papa Francisco se ha referido a ella, alabando su quehacer, lo que no es común en el lenguaje pontificio referido a quien está en el ejercicio del poder.
En contrapartida, abundan los análisis negativos sobre no pocos jefes de estado por sus erráticas políticas, en las que queda en evidencia la falta de coherencia entre lo que se dice, predica o manda con las ejecutorias que deben tener un sustento mayor que el simple ejercicio del poder. Cuando dejan de ejercerlo desaparecen de la escena pública como pompas de jabón. Esto plantea el viejo aforismo de que una cosa es el poder y otra la autoridad. Lo primero no garantiza sin más lo segundo. En cambio, quien tiene autoridad le da un plus importante a sus ejecutorias, así sean discutidas o no compartidas por todos.
Las viejas lecciones de filosofía nos obligaban a distinguir entre “potestas” y “auctoritas”, con el mejor ejemplo de que una cosa es tener que ejercer un cargo (la potestas) y otra muy distinta gozar de credibilidad y aceptación (auctoritas). Generalmente, el ser humano tiende a imponer lo que piensa, aludiendo a que tiene el poder y es quien manda. Esto lo vemos en el padre o madre de familia autoritario, en el guapetón que se escuda en el grupo que lo apoya para actuar a discreción. Es mucho más común en la esfera pública. Hay quienes se arrogan el poder que no tienen pero que saben que hay que pasar por su puerta para acceder a algún superior. Es la típica afirmación de que es menester estar bien con el portero o el secretario para llegar al jefe. Es pan de cada día, la vigilancia que debe tener cualquier autoridad para que sus subalternos no abusen o se aprovechen indebidamente de la cercanía con el poder.
En el campo de la política es más que evidente la arbitrariedad con la que actúan algunos mandatarios que al saberse ungido por los votos, pretenden gobernar a sus anchas, amparados en el poder de las instituciones que lo sustentan y en la actitud complaciente de los poderes que deberían ser la balanza que morigere el uso de dicho poder. Los efectos son conocidos, el primero, la corrupción; el segundo, la discrecionalidad que conduce a la injusticia e inequidad; el tercero, la pérdida del sentido de que lo que se maneja no es de su pertenencia, se es administrador de bienes que pertenecen al pueblo y no a su particular peculio.
Volvamos a los conceptos. “Potestas” hace referencia al que tiene poder y manda, pero cuando deja de estar en posición elevada su fuerza desaparece. Un claro ejemplo, el que pasa a retiro, al día siguiente es un ciudadano común y corriente. Contaba Luis Herrera Campíns, su experiencia personal: tener casa militar e infinidad de secretarias. Una vez entregado el poder, lo acompañó hasta su casa el jefe de su casa militar, se despidió y quedó solamente con un escolta. Esa tarde el teléfono apenas sí repicó…
“Auctoritas” procede del latín “augere”, aumentar, hacer crecer, desarrollarse. Es el que te ayuda a crecer como persona, que saca lo mejor de ti para que crezcas. Entre sus características expresa lo mejor de sí mismo como ser humano, ejerce una influencia positiva en las personas que están cerca, y sirve de guía, de referente para quienes están cerca.
Todos tenemos la experiencia de haber tenido profesores, es decir, quienes nos trasmitieron su saber, su ciencia. Pero nos acordamos mejor de los que fueron maestros, es decir, más allá de los conocimientos había algo que nos atraía y fascinaba. Pero quedamos prendados de quienes, además de lo anterior, su porte, su vida, los convertía en testigos de lo que afirmaban. Por eso, la educación sigue siendo un tema central y vital, si queremos formar ciudadanos que no solo ejerzan cargos, sino que tengan autoridad, trasparencia en lo que proponen.
Ojalá, que hubiera muchos como Angela Merkel que fueran guías auténticos del bienestar de sus pueblos y no privilegiados para sí y los suyos.