Bancarrota moral
El caos, hijo del régimen, ha contaminado a buena parte del liderazgo, divorciado en sus actuaciones públicas y personales, de un orden fundamental, como lo es el moral
No tengo duda de que la vida humana está soportada por diferentes órdenes independientes y autónomos entre sí, atravesados por un eje común a todos, que es el orden moral. La actividad política y la vocación a la que responde, persiguen el bien común. El caos del mundo se debe a un liderazgo desviado de su representación, que ha determinado un entresijo de cosas impregnadas de intereses personales e ideológicos inconfesables, conducente a la perdición de la humanidad.
No debemos, jamás, marginar, ignorar y mucho menos sepultar la esencia del hombre, y el despliegue de su existencia en torno a principios y valores trascendentes, que son los que dan sentido a una vida digna de ser vivida.
El caos, hijo del régimen, ha contaminado a buena parte del liderazgo, divorciado en sus actuaciones públicas y personales, de un orden fundamental, como lo es el moral que, cuando es respetado, lleva a la formación de la conciencia ciudadana. Lo que priva es su deformidad por el pernicioso modelaje.
El sentido que damos a la vida nos mueve a apartarnos del camino falso. Escogimos la verdad y el respeto al bien común, como camino.
Sabemos que las convicciones derivadas de la constante observancia de principios y valores afectan a toda la persona, no solo a la cabeza que razona, sino también al corazón que siente y las manos que actúan. El compromiso es con el despliegue de acciones que den testimonio de la verdad, apartados de las tinieblas del error.
No deseamos ser superados por nuestras dudas y miedos. La peor corrupción es la del alma. El vació de la política es muy grave y conduce a que el liderazgo “opolaboracionista” se convierta en bisagra del totalitarismo, que está marcado por el destino manifiesto a su desaparición.
Son 23 años padeciendo el sometimiento a un sistema oprobioso y represivo, que viola sistemáticamente los derechos humanos y nos mantiene en el mismo sitio. El vacío de la política es más grave que la pobreza y confina a una servidumbre dentro de una economía tornada ilegal en su mayor proporción.
Nos corresponde actuar con coraje y, sin ser temerarios, mantenernos firmes y coherentes en nuestro metro cuadrado, ejerciendo, sin desmayar, el magisterio de la verdad y fomentando la unidad con quienes luchan auténticamente por la libertad; promoviendo la reflexión conjunta de cómo salir del totalitarismo y del campo de concentración en el que nos mantienen confinados. Enfrentar a la maquinaria de la mentira, utilizando las capacidades de la razón, sin tutelaje; de servirnos siempre de la razón para actuar. Trabajar juntos por incrementar la presión interna e internacional que logren la salida de la corporación criminal. Somos rebeldes. Nos rebelamos contra el mal, del control del régimen sobre los individuos.
¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!