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Beatriz Pineda Sansone:  Bárbaros en Asia

El título no es mío, lo usó Henri Michaux, poeta y pintor de origen belga, nacionalizado francés para narrar su viaje por el Oriente, uno de los más fascinantes de mi vida.

La India se encuentra en el Oriente medio, como Arabia, Persia y la Turquía asiática.

Cuando leí los cuentos de Las mil y una noches, anónimo de la literatura árabe, inferí aspectos del carácter y la forma de ser del indiano. Esa manera morosa de hablar y de contar de Sharazade es típica del indiano, quien jamás va a prisa. Su pensamiento es lento camino encadenado que le otorga la oportunidad de razonar sus sentimientos. Las mil y una noches constituye un sin fin de historias, enlazadas unas a otras: abundante como el hindú a quien le gustan los cuadros de conjunto. Henri Michaux nos refiere en su libro que, a la muerte de un indiano, se le comunicó a su padre y éste, sin apresurarse, elaboró doscientas cuarenta preguntas precisas, sin que nadie se interpusiera. Al concluir se desmayó, pero cuando volvió en sí, elaboró doscientas preguntas más.

Una de las más bellas creaciones del espíritu indiano es el sánscrito, la lengua sagrada del Indostán, también la lengua de los antiguos brahmanes. El brahmanismo y el vedismo evolucionaron hasta dar como resultado el hinduismo. El sánscrito constituye la base del Indostán que fue y es la lengua popular del norte de la India. En otros lugares se habla el bihari, el oryia, el marathi, el bengalí. Pero la verdadera lengua fue y es el indostaní. Aunque el inglés unió bajo su dominio por primera vez, en la historia de la India, a todos los pueblos.

El hinduismo, religión pluralista, cuya variedad de sectas y doctrinas produce vértigo, es predominante en la India. Debido al hinduismo se llama a sus adeptos hindúes. Hago esta aclaración porque la semejanza fonética entre hindú e indio más el deseo de diferenciar de forma léxica, indios americanos e indios de la India ha propiciado el creciente uso del nombre hindúes para designar a los ciudadanos de la India. Desde antiguo existe el doble sentido religioso y gentilicio, pero es abusivo, pues se está aplicando un término religioso a una realidad nacional.

El aspecto religioso de la India me ha causado mayor impacto, porque coexisten el Islam y el Hinduismo: dos religiones incompatibles, que producen modos de vida, literatura y arquitectura diferentes. El monoteísmo más riguroso en la primera, frente al politeísmo más rico y matizado con diversidad de dioses y doctrinas en la segunda.

El hinduismo es de origen indiano y mantiene con la India una relación filial. El islamismo, en cambio, es una religión extranjera, impuesta, ya constituida. Pero desde hace mil años fue creciendo como una planta y se convirtió en la fe de millones de indianos musulmanes.  El hindú es religioso, ligado, sujeto a todo. Entendemos acá el término religioso, no tanto en el sentido de estar religado a Dios, sino en el sentido que escritores latinos como Aulo Gelio daban al adjetivo religiosus, que significa escrupuloso, preocupado por los detalles, la perfección. Como al indiano le gusta el detalle, aprecia la sabiduría. Ese es su destino. Y como es un hombre que medita vive retirado, le importa su mundo interior. Lo exterior le es indiferente. Busca la verdad en sí mismo, no afuera. Por esta razón abundan y meditan por doquier.

Con René Guénon (Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada), considero que el simbolismo es una ciencia exacta y no una libre ensoñación en la que las fantasías individuales puedan tener libre curso. El símbolo, ante todo, revela el contenido inconsciente del ser humano. Para el filósofo hindú Coomaraswamy el simbolismo es el arte de pensar en imágenes, perdido por el hombre civilizado. Pero este olvido sólo concierne a la conciencia, no al inconsciente, que, por compensación, se encuentra sobrecargado de materia simbólica. El poder del mundo espiritual, del que forma parte el símbolo, es eterno.

Vemos, así como el poeta, autor de Alí Babá y los cuarenta ladrones dio inicio donde el hombre acababa. El destino de éste, según Ortega y Gasset, es vivir su itinerario humano; la misión de aquél es inventar lo que no existe. El poeta enriquece el mundo añadiendo a lo real, que ya está presente por sí mismo, un irreal continente, una virtud ascendente.

Recordé las palabras de Federico Hebbel: El deber más importante de mi vida es, para mí, el de simbolizar mi interioridad.

Y eso es lo que ocurre en Las mil y una noches con Ali Baba y los cuarenta ladrones. La copa del árbol, alto y espeso, donde se trepó Ali Baba para ocultarse de una tropa de jinetes armados, que avanzaba hacia el lado donde se encontraba, es la primera imagen que se presenta con una significación religiosa desde los tiempos más remotos. El árbol, como morada de la divinidad, demuestra la antigüedad de su culto en Grecia, la India, entre los celtas y los germanos. Representa, en el sentido más amplio, la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación, generación y regeneración espiritual.

El control de sí mismo le encanta al hindú, por eso no se ocupa de los demás sino de su salvación. Vemos que los animales más próximos al indiano son la vaca y el elefante, el camello y el búfalo. El camello para los orientales es un animal superior, camina, adelanta con paso reposado, armonioso, sin la fatiga del caballo. El hindú es propenso a despojarse de todo; mientras que el conjunto, en determinadas circunstancias, decide luchar o vencer, el hindú despierta para abandonarlo todo. Se despoja de todos sus bienes y canta. La india toda canta intensamente, de norte a sur, y reza enérgicamente, más aún que ama.

Durante este viaje aprendí que la filosofía oriental dilata la vida, nos hace crecer, contrapuestas a las filosofías occidentales que acortan la vida. Es probable que esto tenga que ver con la forma de pensar del indiano. El pensamiento del indiano es mágico, prodigioso, porque es efectivo, obra sobre los individuos. Las mantras o plegarias son fórmulas mágicas poseídas por casi todos los hindúes, cuya finalidad es reforzar el espíritu; y la razón de la pequeñez de sus templos es, precisamente, hacerlos sentir fuertes. La célebre frase pronunciada por Alí Baba y los cuarenta ladrones: Sésamo ábrete posee esa virtud, es eficaz y práctica como el hindú al desear entrar en su propio reino: el espíritu.

La profunda cueva (adentro) no es más que una alegoría para referirse al interior. Varios místicos usan la palabra arriba y adentro como sinónimos. También los antiguos sabios dicen: “El reino de los cielos está adentro”. El árbol donde sube Ali Baba y la cueva donde entra pueden servir de ejemplos que connotan su espiritualidad.

Los invito a realizar este fascinante viaje a la India, el país de los contrastes, teniendo presente que en calidad de bárbaros debemos quedar.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

 

2 comentarios

  1. Artículo muy informativo sobre la cultura de la India y su vínculo con la tierra y cultura árabes. Desconocía que ambos países tenían cosas en común.

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