Beatriz Pineda Sansone: ¿Cómo y por qué enseñar a los niños a pensar?
Platón expresó en la República que el filósofo verdadero será gobernante o guardián perfecto y, complementariamente, los gobernadores o guardianes serán filósofos. La filosofía, expresó Briceño Guerrero, es posibilidad, actividad y producto del hombre. Un filósofo se asombra por lo que sucede en la realidad y trata de comprenderla y transformarla. La filosofía no es una doctrina, sino una actividad, opinó Wittgenstein (2015: 83). No sólo el filósofo se sorprende o se molesta por algo que acontece, todos los que tenemos sensibilidad nos asombramos y maravillamos, pero hace falta algo más: el deseo de transformar la realidad cuando algo nos moleste. Este deseo hay que cultivarlo, activarlo mediante el proceso educativo.
Incomoda, precisamente, que, en nuestros colegios, tanto públicos como privados se estimule poco el pensamiento crítico-creativo de forma autónoma. Y aún peor, que los docentes censuren o ignoren las inquietudes individuales. Tradicionalmente, el docente se comporta como el sabihondo que mira al estudiante desde su alta investidura con escaso o nulo respeto. Nada es más errado. Si queremos lograr que el aula se convierta en viva experiencia hemos de transformarla en un espacio interactivo, donde se escuche con interés y respeto, no solo, la voz del profesor, también, la de los estudiantes. De esta forma alcanzaremos, además, la libertad de participación, el respeto por las ideas de los compañeros, la seguridad, el juego, la diversidad.
¿De qué manera desarrollamos en los niños los hábitos de lectura y el pensamiento crítico-creativo? ¿De qué forma alcanzamos el enriquecimiento del lenguaje, la imaginación y la libertad?, son preguntas que, a menudo, se hacen docentes, padres y representantes. En mi ensayo titulado La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos. Madrid, 2015, he plasmado mis vivencias contando cuentos a los niños por espacio de veinte años, y no encuentro mejor recomendación para los padres y docentes, que narrar o leer cuentos, biografías y poesía a los pequeños de forma sistemática, en casa, antes de dormir y en el colegio –una o dos veces por semana-.
El aprendizaje de la lectura no debe consistir en una técnica más, antes, debe entenderse como un medio de comunicación. La literatura nos ofrece un camino siempre en ascenso. Cada palabra engendra una imagen que es como un pequeño mundo, apto para pequeños y adultos. La lectura nos ayuda a ampliar el vocabulario y ampliar el vocabulario es extender los conocimientos del mundo que nos rodea.
La presentación del autor debe ser el punto de partida: lugar y fecha de nacimiento. Los acontecimientos importantes acaecidos durante la infancia del autor, viajes, obras relevantes. Todo se debe situar en el contexto histórico, que es el que otorga valores de verdad; en una segunda etapa leeremos o narraremos el cuento y, por último, el diálogo y el juego.
El pensamiento crítico-creativo lo desarrollamos a través de la conversación con los niños. El docente o quien narre la historia debe formular una serie de preguntas, y tener presente los ejes problemáticos del cuento para plantear la discusión. También los niños, una vez leído o escuchado el cuento, deben elaborar una serie de preguntas por escrito, que tengan que ver con sus propios puntos de vista, y que argumenten y expongan sus razones, es decir, que las defiendan. Quien dirija la actividad debe hacer respetar las opiniones de cada niño, estimular y evaluar en base a la expresión de los propios pensamientos y razonamientos.
El docente, como guía, debe procurar que el diálogo se encauce hacia temas trascendentes –sugeridos por la obra-, es decir, hacia situaciones que pueden suscitarse en la vida de un niño y de cualquier adulto, aportando soluciones, de forma que se desarrolle la sensibilidad, el ser humanitario, amoroso y ético.
Textos como La tortuga gigante, La gama ciega de Horacio Quiroga; La historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar de Luis Sepúlveda; La ballena de Benjie Davies; El árbol generoso de Shel Silverstein; Manzanita y Guachirongo de Julio Garmendia, Meñique de José Martí, y La flor más grande del mundo de José Saramago constituyen buenos caminos para lograr la reflexión y la comprensión de temas tan relevantes como el amor y el diálogo, el trabajo, la solidaridad, la verdad, la autenticidad, la protección a los animales y la naturaleza, la justicia, la generosidad y la amistad, la identidad, entre otros.
No debemos olvidar que la naturaleza invisible del hombre es tan amplia como su comprensión y tan extensa como sus pensamientos.
Cuando desarrollamos las habilidades para la discusión, simultáneamente, estamos ejercitando la capacidad de escuchar y las destrezas del pensamiento. Todo apunta al incremento de nuestra inteligencia que es eminentemente lingüística. No debemos perder de vista que un verdadero diálogo implica siempre una reflexión importante por parte de cada uno de los participantes y la acción encaminada hacia un mundo transformado y humanizado. A través del diálogo podremos saber lo que piensan y sienten los niños. Con esta práctica de razonamiento se alcanza el mérito de enseñar a los niños a ser críticos, creativos, independientes, seguros de sí mismo. Alcanzar grados cada vez mayores de autonomía personal en el medio social y escolar requiere el incremento de capacidades afectivas, motrices, cognitivas.
Con mucha razón, el filósofo Karl Jaspers nos alerta cuando expresa: Los niños poseen con frecuencia una genialidad que pierden cuando crecen, porque caen en la prisión de las convenciones y las opiniones corrientes agotando su espontaneidad e ingenuidad.
Invito a los maestros, padres y representantes a poner en marcha esta dinámica. Me coloco a la orden para apoyarlos. Mi correo: beitapinpaz@gmail.com; Instagram: @beapinpaz.escritora
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.
Información muy valiosa, práctica y sobre útil para preparar a los niños y adolescentes de hoy!!! Hay que actualizar el sistema educativo así como también la manera de enseñar!
Gracias por este artículo!!
Artículo que pone en manifiesto no solo los fallos del sistema educativo actual sino también sugerencias de mejora con base literaria y práctica. Excelente!