Beatriz Pineda Sansone: El camino de la razón
Según los mitos hebreos y griegos, la historia humana comenzó con un acto de desobediencia. Cuando Adán y Eva desobedecieron una orden rompieron el nexo con la tierra, del mismo modo que el feto al nacer rompe el cordón umbilical que lo une a la madre para dar el primer paso hacia la independencia y la libertad. Ambos eran humanos con rasgos semidivinos, pero con el acto de desobediencia todo cambió. El acto de desobediencia de Adán y Eva rompió el vínculo primario y los transformó en individuos. De esta forma abandonaron el Jardín del Edén para aprender a confiar en sus propias fuerzas y llegar a ser humanos plenamente.
La desobediencia lejos de corromper al hombre, lo liberó, y es aquí donde comienza la historia. Para los profetas el hombre se vuelve humano en la historia, pues a medida que avanza desarrolla sus capacidades de amor y de razón, hasta crear un equilibrio entre él, sus semejantes y la naturaleza. A este equilibrio, vale decir, armonía, se le describe como el fin de los días. Este período de la historia, lleno de paz entre los hombres y la naturaleza, constituye el nuevo paraíso creado por el hombre una vez perdido el viejo por su insubordinación. Desconocemos los designios del universo, expresa Borges en Una oración (Elogio de las sombras), pero sabemos que razonar con lucidez y obrar con justicia es promover esos designios que no nos serán revelados.
Al robar el fuego a los dioses, Prometeo sembró las bases de la evolución del hombre. No habría historia humana si no fuera por el atentado de Prometeo, quien, como Adán y Eva, fue castigado por su desobediencia. El hombre continuará evolucionando mediante actos de desobediencia, porque ellos denotan autonomía, sentido crítico. Las cadenas fueron rotas, una a una, expresó E. Fromm (1947: 28). El desarrollo espiritual del ser humano solo fue posible, gracias a otros hombres capaces de decir no a otros poderes en nombre de su conciencia, de su fe, y de su inteligencia, entendida como la capacidad de establecer relaciones. La evolución intelectual, expresa Fromm, dependió de la capacidad de desobediencia a las autoridades que trataban de reprimir los pensamientos nuevos, porque para ellas el cambio no tenía sentido.
Existe la palabra conciencia para expresar dos fenómenos distintos entre sí. Por un lado, la “conciencia autoritaria”, que es la voz internalizada de una autoridad a la que complacemos y estamos temerosos de molestar. Freud (1974: 36), la llamó superyó. El superyó representa las órdenes y prohibiciones del padre internalizadas por el hijo debido al temor. Por otro lado, tenemos la “conciencia humanística”, es la voz presente en todo ser humano e independiente de sanciones y recompensas externas. La “conciencia humanística” nos permite tener un conocimiento intuitivo de lo que es humano e inhumano, de lo que contribuye con la vida y de lo que la destruye. Esta es la voz que nos reconduce a nosotros mismos a nuestra humanidad.
Si la capacidad de desobediencia o la resistencia pacífica a las exigencias o mandatos del poder establecido, constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia y la sumisión bien pueden provocar el fin de la historia humana. La obediencia a mi propia razón es un acto de afirmación, no de sumisión. En este sentido Kant hace suya la máxima de Séneca, quien considera que el hombre no debe seguir al rebaño, sino que debe ir por donde su razón le indique. La obediencia a una persona, institución o poder es sometimiento, abdicación a la autonomía y aceptación de una voluntad ajena en lugar de la propia. La Ilustración, según Kant, es la salida del hombre de su culpable minoría de edad. Minoría de edad es la incapacidad de servirse de su entendimiento sin la guía de otro. ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! Sin embargo, no significa que toda desobediencia sea una virtud y un vicio toda obediencia. No, si consideramos que existe una relación dialéctica entre obediencia y desobediencia cuando los principios a los que obedecemos y desobedecemos son contrarios e inconciliables. Un acto de obediencia a un principio es, necesariamente, un acto de desobediencia a su contraparte y viceversa. Si, por ejemplo, obedecemos a las leyes inhumanas del Estado estamos desobedeciendo, necesariamente, a las leyes de la humanidad. Si, por el contrario, obedecemos a las leyes humanas, desobedecemos a las del Estado.
Los atentados terroristas de los últimos años constituyen una muestra de que obedecemos a pasiones anticuadas de temor, odio y codicia, porque obedecemos a moldes obsoletos e irracionales de soberanía estatal, honor nacional y fe religiosa. Existe la posibilidad o incluso la probabilidad de que la raza humana destruya la civilización en los próximos años. Hecho que carece de sentido si consideramos que vivimos en la era atómica, pero la mayoría de los que están en el poder vive aún con ideas atrasadas y lentas sobre política, estado y sociedad con relación a la era científica.
Si la humanidad sucumbe será porque se obedecieron las órdenes de presionar el botón de la destrucción. Los grandes hombres, los mártires de la fe religiosa, de la libertad, de la ciencia y de la filosofía han sido modelos de una conciencia humanística, han tenido que desobedecer a quienes deseaban acallarlos, para seguir los caminos de su propia conciencia, de las leyes de la humanidad y de la razón. Ellos tuvieron un conocimiento intuitivo de lo que es humano e inhumano, de lo que contribuye con la vida y de lo que la destruye. Nuestro entendimiento, apunta Nicolás de Cusa, está dotado, por naturaleza, de capacidad lógica para discernir y llevar a cabo su propia caza, y esto se debe a que el entendimiento es superior cazador en la medida en que se ha ejercitado más y mejor, utilizando la lógica. Aristóteles en Cusa, expresó que el hombre se vale de la lógica, el instrumento más exacto para cazar tanto lo verdadero, lo real, como lo verosímil -lo posible-. Por ello cuando encuentra lo verdadero lo abraza con apetito.
Un hombre que solo obedece es un esclavo. Si solo desobedece es un rebelde, no un revolucionario, porque actúa llevado por la furia, el despecho, el resentimiento, pero no en nombre de un principio, ni de una convicción humanitaria.
Bibliografía:
. Borges, J. L. Obras completas. Buenos Aires. Emecé Editores, S.A. 1974.
. De Cusa, Nicolás. La caza de la sabiduría. Salamanca, España. Ediciones Sígueme, S.A.U. 2014.
. Freud (1974: 36)
Fromm, E. El arte de amar. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 2003.
. Machado, L. A. La revolución de la inteligencia. Caracas, Venezuela. Editorial Italgráfica, S.A. 1998.
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Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.
Como siempre tus escritos son una delicada invitación a la reflexión y búsqueda de la razón que busca darle sentido a la vida que nos ocupa.
Efectivamente la dialéctica de la obediencia y desobediencia constituyen la esencia de aquella esperada “razón” que responde a nuestro ámbito público, frente aquella pequeñita vocesita de la intuición que nos sopla al oído lo que representa nuestra convicción, único y particular reflejo de nuestro ámbito privado, que siempre y de manera natural juzgaremos desde nuestra singular manera de ver la vida y que sin duda entra en conflicto con la norma de la razón, que se acredita la verdad verdadera, cuando las verdades pueden ser tantas como individualidades existan. Por ello la desobediencia si es un grito a la autonomía e independencia del ser que se mueve hacia la evolución social e individual que le da sentido a su existencia.
Gracias BEA y felicitaciones por tu artículo.
Querida Bea.
Como siempre tus escritos son una delicada invitación a la reflexión y búsqueda de la razón que trata de darle sentido a la vida que nos ocupa.
Efectivamente la dialéctica de la obediencia y desobediencia constituyen la esencia de aquella esperada “razón” que responde a nuestro ámbito público, frente aquella pequeñita vocesita de la intuición que nos sopla al oído lo que representa nuestra convicción, único y particular reflejo de nuestro ámbito privado, que siempre y de manera natural juzgaremos desde nuestra singular manera de ver la vida y que sin duda entra en conflicto con la norma de la razón, que se acredita la verdad verdadera, cuando las verdades pueden ser tantas como individualidades existan.
Por ello la desobediencia si es un grito a la autonomía e independencia del ser que se mueve hacia la evolución social e individual que le da sentido a su existencia.
Gracias BEA y felicitaciones por tu artículo.
No puedo estar más de acuerdo con el mensaje de este artículo. Muchos de los derechos y libertades que tenemos hoy son fruto de la desobediencia. Los movimientos activistas sociales han cambiado el mundo de pies a cabeza, popularizando nuevas ideas y valores. Cuestionar las ideologías de la religión, de la política y de la sociedad misma es el camino a la continua evolución del ser humano. Repetir y seguir tradiciones sin ejercitar nuestra lógica conduce a la ignorancia producida por la inercia.