Beatriz Pineda Sansone: El hombre es un diálogo interior
La frase no es mía, la usó Blaise Pascal (19 de junio de 1623-agosto de 1662. París, Francia), en el momento de expresar que el lenguaje no es solo un medio para comunicarnos con los demás, sino para comunicarnos con nosotros mismos.
Pascal observa que el ser humano, a diferencia de otros animales, posee una profunda capacidad para reflexionar sobre sí mismo, su vida y su lugar en el mundo. Esta capacidad se manifiesta en la forma de un diálogo interno constante, donde debatimos nuestras ideas, emociones y experiencias.
A través del diálogo interior, el ser humano busca encontrar un significado a su existencia y un propósito para su vida y puede llevarnos a la reflexión sobre temas como la religión, la moral, la muerte y el destino.
Pascal también reconoce la naturaleza dual del ser humano, la lucha constante entre el bien y el mal que se libra dentro de nosotros. El diálogo interior refleja esta lucha, donde debatimos entre nuestras inclinaciones virtuosas y nuestros deseos pecaminosos.
A pesar de ser seres sociales, los humanos también experimentan momentos de soledad y aislamiento. En estas situaciones, el diálogo interior se convierte en una fuente de compañía y consuelo.
El diálogo interior es una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento y la razón. A través de la reflexión y el debate interno, podemos alcanzar una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Pascal describe al ser humano como un ser en constante diálogo consigo mismo. Este diálogo interior es una característica fundamental de nuestra naturaleza que nos permite reflexionar sobre nuestras experiencias, buscar significado en la vida, luchar por el bien y superar la soledad.
Tras una experiencia religiosa en 1654, Pascal se dedicó a la teología y la filosofía.
Escribió las famosas «Lettres provinciales» en defensa del jansenismo: movimiento religioso dentro del catolicismo que tuvo su origen en Francia en el siglo XVII. Se basaba en las ideas del teólogo holandés Cornelius Jansen, quien defendía una visión pesimista de la naturaleza humana y la necesidad de la gracia divina para alcanzar la salvación. Para Pascal, el jansenismo era una forma de cristianismo auténtico y comprometido. Se identificaba con su visión pesimista sobre la naturaleza humana y defendía la importancia de la razón en la búsqueda de la verdad.
Su obra póstuma, «Pensamientos«, es una colección de reflexiones sobre la vida, la religión y la condición humana. Así expresa:
«El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, pero una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua basta para matarlo. Pero, aunque el universo lo aplastara, el hombre sería todavía más noble que quien lo mata, porque sabe que muere y que el universo tiene la ventaja sobre él; mientras que el universo no sabe nada de eso. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Por él nos elevamos, no por el espacio y la duración, que no podemos llenar. Hagamos, pues, de nuestros pensamientos nuestra principal ocupación, y no imaginemos que valemos más por estar sentados en un lugar más elevado que si estuviéramos sentados abajo, pues no es el lugar el que nos da valor, sino el juicio que hacemos de las cosas”.
Esta cita pertenece a la sección titulada “El hombre de pensamientos”. Y constituye una recopilación de reflexiones sobre la vida, la religión y la condición humana que Pascal escribió durante los últimos años de su vida. La obra no se publicó hasta 1670.
En esta sección, Pascal reflexiona sobre la fragilidad y la grandeza del ser humano.
La imagen de la caña se utiliza para simbolizar la fragilidad del ser humano. La caña es una planta que se dobla fácilmente por el viento, lo que representa la vulnerabilidad del ser humano ante las fuerzas de la naturaleza. El ser humano es «una caña pensante». Esto significa que, a pesar de su fragilidad, el ser humano tiene la capacidad de pensar y reflexionar sobre su propia existencia. Esta capacidad de pensar es lo que hace que el ser humano sea superior a todas las demás criaturas y nos permite buscar la verdad, la justicia y la felicidad.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.
Beatriz, amiga, el poder de comunicarse con uno mismos es la mejor «semilla» que germinar y cultivar para lograr en la vida la real comunicacion empatica que todos los seres necesitamso para entedernos y desarollarnos con bienstar. Si no nos entendemos a «nosotros mismos,» dificilmente lograremos «buscar» entender al «otro» antes de uno ser entendido. Entenderse a uno mismo es darse cuenta, sin inflencia ajena, de nuestras necesidades vulneradas y sin reconocerlas, no podeemos «pedir» ni llegar a acuerdos con uno mismo o con tu interlocutor para cambiar alguna actitud que nos este limitando lo bella que es la vida.
Entenderse uno mismo y ser empático con mis necesidades significa ser capaz de comprender y aceptar nuestros propios pensamientos (ahi nace todeo), sentimientos y emociones, sin hacer juicios de valor, sino de observar, con mucha compasión, y autoconciencia hechos facticos que muestren nuestras imperfecciones y las causas que lo provocan . Entenderse uno mismo y ser empático con tus necesidades es un proceso continuo que requiere tiempo y esfuerzo, pero al aceptarlo y reconocerlo se puede lograr y hasta medir.