La figura de Cristóbal Colón ha estado envuelta en un halo de misterio y debate a lo largo de los siglos, especialmente en lo que respecta a sus orígenes y a la verdad detrás de su identidad. Entre las voces que han aportado nuevas y, a menudo, controvertidas perspectivas, destaca la de la escritora aragonesa Marisa Azuara, quien en su obra «Christoval Colón, más grande que la leyenda» (Amares, 2007), propone una fascinante teoría sobre el verdadero apellido del descubridor y las razones detrás de su supuesta modificación.
Según Azuara, la historia oficial de Cristóbal Colón esconde un secreto de linaje crucial. La autora sostiene, tras años de investigación en archivos, que el nombre original del navegante no era simplemente Colón, sino Christoval Piccolomini de Siena. Esta afirmación es central en su tesis y se basa en la idea de que el apellido fue «limado» o modificado debido a una mancha de honor que recaía sobre su familia.
El argumento principal es que la familia Piccolomini de Siena, a la que Colón pertenecía, estaba acusada de traición a la Corona. Este delito de «felonía y lesa majestad», no solo afectaba al individuo, sino también a su linaje. Para un personaje ambicioso como Colón, que buscaba obtener cargos de gran importancia y vastas extensiones de tierra prometidas por los Reyes Católicos, llevar un apellido manchado por tal acusación habría sido un impedimento insalvable. Azara vincula directamente el escudo de los Piccolomini con un delito específico contra el rey a través del símbolo del ancla.
Por lo tanto, la «limadura» del apellido, que se interpreta como un recorte tanto del prefijo (el principio) como del sufijo (el final del nombre): Pic-Colom-ini), habría sido una estrategia deliberada para crear un nuevo linaje. Al presentarse como «Colón», el navegante podía distanciarse de la deshonra familiar y construir una nueva identidad que le permitiera acceder a los honores y privilegios que anhelaba.
La teoría está respaldada con diversas líneas de investigación, entre las que destacan:
El hallazgo de documentos que muestran una coincidencia entre los nombres de los descendientes de Colón y los ascendientes de la familia de Salvador Piccolomini de Siena e Isabella Alagón, a quienes identifica como los padres de Colón, instalados en Cerdeña.
La autora sugiere que Colón no era de origen humilde, sino que provenía de una familia noble y humanista, con conexiones en Cerdeña, una isla bajo la soberanía de la Corona de Aragón por aquellos momentos. No puede quedar más claro que en el siglo XV Cerdeña, Sicilia y Nápoles fueron los estados motores de una empobrecida Corona de Aragón, especialmente bajo el reinado de Alfonso V el Magnánimo (1416-1458). Esto explicaría, según ella, su manejo del castellano en los escritos oficiales, ya que el castellano se utilizaba ampliamente en Cerdeña en los siglos XV y XVI.
La familiaridad de Colón con la obra «Historia Rerum Ubique» de Eneas Silvio Piccolomini, quien fue nombrado Papa Pío II (1458-1464) es un punto clave en la teoría sobre el verdadero origen e identidad de Cristóbal Colón.
Las tesis de Marisa Azuara, como muchas de las teorías alternativas sobre Colón, han generado un considerable debate en el ámbito de la historiografía. Su propuesta del «cambio de apellido» no solo arroja luz sobre un posible secreto de identidad, sino que también implicaría un origen más complejo al romper con la tradicional visión de un Colón genovés de origen humilde, sugiriendo una ascendencia noble y una madre aragonesa (Isabella Alagón d’Arbórea).
Azuara también sugiere que la financiación de su primer viaje a América provino, en gran medida, de fondos aragoneses, algo que contradice la narrativa tradicional.
La obra «Christoval Colón, más grande que la leyenda», de Marisa Azuara desvela un supuesto secreto crucial en la biografía del Almirante: la alteración de su apellido para escapar de la sombra de la traición familiar y forjar un nuevo destino. Esta teoría, aunque sujeta a la crítica y el escrutinio académico, invita a una relectura de la figura de Cristóbal Colón, presentándolo como un personaje aún más complejo, astuto y determinado de lo que la historia oficial nos ha contado.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021), Europa ediciones. Roma. Historias de Gigantes (2024), Editorial Círculo Rojo. Madrid.
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