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Beatriz Pineda Sansone: Enseñar a razonar a los niños

                           A hablar no se aprende hablando, sino leyendo.

                                                                Cicerón

 

El juego con el lenguaje que presenta la creación literaria constituye un gran atractivo para la inteligencia que no soporta ajustados corsés. Por eso se instauran los juegos de palabras: la metáfora, los chistes, los símbolos y los símiles.

En mi ensayo titulado La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos. Ediciones de la Torre, Madrid, 2015, señalé que la biografía del autor es la primera etapa que se debe cumplir cuando narramos cuentos a niños y adultos. La razón se debe a que esta primera fase busca presentar al hombre o mujer que escribe: lugar y fecha de nacimiento y muerte, si fuera el caso, infancia, acontecimientos significativos, tanto políticos como sociales, acaecidos en el país de origen que motivaron la creación de la obra; capital, recursos importantes, lengua, entre otros.

Esta fase del Programa invita a los niños a viajar. Por lo tanto, requiere un mapa que ubique el lugar de nacimiento del autor-a, sea nacional o internacional. La intensidad de esta parte del Programa dependerá del número de asistencias registradas por parte de los niños, así como también de su edad (8 años en adelante).

La estrategia nos llevará a conocer muchos países, tantos como autores internacionales existan; con lo cual abrimos a los niños múltiples dimensiones de la realidad, distintos puntos de vista que nos llevan al encuentro  con la multiplicidad y la belleza. La diversidad que nos ofrece la literatura y sus autores despierta el asombro, la sorpresa, la duda, el gusto y la curiosidad con relación a los tópicos y a las culturas que ella involucra.

El niño irá aprendiendo nociones de geografía, de distintas manifestaciones artísticas, de ciencias naturales y sociales,  entrelazadas con la historia de un hombre particular. Las circunstancias políticas y sociales que hicieron posible la elección del tema de la obra, así como el aspecto formal. El ejercicio de establecer relaciones entre múltiples disciplinas amplía las fronteras, multiplica las dimensiones del pensamiento. Todos estos aspectos acercan al niño a la realidad ofreciéndole nuevas y diversas relaciones entre los elementos del entorno. Claparède y Piaget concibieron esta forma de percibir la realidad como conciliación y Decroly la llamó enfoque globalizador.

Michael Gelb (1999:242) inspirado en la vida y la obra de Leonardo da Vinci nos habla de siete principios davincianos que se consideran entre las dinámicas propuestas por este Programa con el fin de alcanzar el desarrollo de las potencialidades de los niños:

  1. La curiosidad: actitud de acercarse a la vida con ansia insaciable y buscar de forma continua el aprendizaje.
  2. La demostración: el empeño de poner a prueba el conocimiento a través de la experiencia.
  3. La sensación o la impresión: el refinamiento continuo de los sentidos, en especial el de la vista.
  4. La imprecisión: la voluntad de aceptar la paradoja o la contradicción como también la incertidumbre y la ambigüedad.
  5. El arte y la ciencia: el cultivo del equilibrio entre la ciencia y el arte, la lógica y la imaginación. Requiere pensar con todo el cerebro.
  6. Corporalita: el desarrollo de la gracia, la condición física y el porte.
  7. La interconexión: el reconocimiento de que todas las cosas y todos los fenómenos están conectados. Cultivar el pensamiento en términos de sistemas y redes.

La primera etapa del Programa La Hora del Cuento apunta al logro de la interconexión, es decir, enseña a los niños que todas las cosas y todos los fenómenos están relacionados. La actividad estimula el pensamiento en términos de sistemas. De forma que se establecen una serie de conexiones entre varios pensamientos u objetos y se busca que sus interlocutores adultos o niños, establezcan una nueva relación entre ellos.

 La inteligencia, según apunta Luis Alberto Machado (1998: 47), es la capacidad de establecer relaciones entre pensamientos u objetos con la finalidad de que se provoquen otros pensamientos. Este criterio convierta a La Hora del Cuento en una estrategia de largo y amplio alcance en cuanto al desarrollo de la inteligencia se refiere.

Cuando los niños escucharon el cuento titulado El cocuyo y la mora, anónimo pemón, viajaron, imaginariamente, a La Gran Sabana venezolana, ubicada al sur-este del estado Bolívar, donde viven los pemón. El cuento recrea la sensibilidad, los valores, la visión de mundo y el tipo de vida de estos habitantes, quienes se dedican a la agricultura, a la caza y a la pesca. Sin duda, la Gran Sabana, uno de los lugares más impresionantes del planeta por los muchos portentos naturales que posee –ríos, tepuyes, cerros, saltos, quebradas, flora y fauna única y abundante- se convierte en el centro de atención con la escogencia de este cuento. Los pequeños aprendieron que la palabra kararai, en pemón, mora, imita el sonido que producen sus espinas al rasguñar. Y es que, de niños, todos estamos poseídos por esa locura imaginaria y salvaje y vivimos en una zona crepuscular de la realidad en la que todo resulta posible.

Esta interconexión de ideas y disciplinas contribuye ampliamente con la educación integral, pues se globalizan los aprendizajes integrando áreas temáticas como la historia, la psicología, las ciencias sociales, las ciencias naturales, la tecnología, el arte, las matemáticas, la ideología.

En próximos artículos continuaré resaltando algunos de los portentos de esta obra, fundamental para todo lector, educadores, padres y representantes, entre otros.

 

 

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