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Beatriz Pineda Sansone: Este fenómeno amor

Había leído en El Banquete, las más hermosas verdades sobre el amor, pero aquellas palabras saboreadas en el silencio de mi estudio, dichas casi al oído, no recuerdo haberlas ojeado anteriormente. Leía La balada del café triste, escrita por Carson McCullers, cuyo verdadero nombre es Lila Carson Smith. Esta exquisita sensibilidad, desaparecida en 1968 a los cincuenta y un años de edad, nos habla del amor desde el rincón profundo y solitario de su ser.

El amor, refiere, es una experiencia compartida por dos personas, aunque la experiencia no sea la misma para ambas. Tanto el amante como el amado proceden de regiones distintas. Es posible que la persona amada constituya sólo un estímulo para despertar todo el amor dormido desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario y esta extraña sensación de soledad, esta certeza le hace sufrir.

De tal forma que solo puede hacer una cosa: cobijar su amor, crear un mundo interior completamente nuevo, intenso, extraño, pleno en sí mismo. Y este amante no tiene que ser, necesariamente, un joven que aguarda el momento para llevarle a su novia un anillo de boda. Este amante puede ser hombre, mujer, niño, cualquier criatura humana.

La persona más corriente puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante, hermoso. Un hombre bueno puede ser estímulo para un amor agresivo y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sutil. Por lo tanto, según McCullers, el nivel cualitativo del amor está determinado, únicamente, por el propio amante.

Esta es la razón por la que preferimos amar que ser amados, porque, secretamente, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amante, continuamente, desnuda al amado; lo acosa; implora la relación con el amado, incluso si esta experiencia solo pueda causarle dolor.

Estos son los sentimientos de Amelia, una vez que el jorobado llegó y se instaló en su vida. En su habitación no había cortinas, alfombras ni adornos. Solo la fuerza del fenómeno amor.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

 

3 comentarios

  1. Querida Bea
    Esta interpretacion sobre el amor que nos compartes me recuerda una conversación que tuvimos hace algunos años en Venezuela, a propósito del amor que quedó grabada en mi memoria y me alegra recordar lo impredecible y volátil que puede ser esa energía del hábito del amor que guardamos allá en subconsciente y con sentirla o recordarla la vivimos tal cual fuera la primera vez, de una forma única y exclusiva con cada ser que se convierte en nuestro objeto de amor, logrando ese torrente de emociones desconocidas e indescriptibles que embarcan al amador en un viaje seductor que lo domina y lo energiza.

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