Beatriz Pineda Sansone: Juzgar al hombre por sí mismo
Michel de Montaigne, filósofo y humanista francés (1533-1592), nos dejó una obra imprescindible: Los ensayos. Su trabajo expone sus opiniones y reflexiones sobre el hombre, el pensamiento, la moral, la vida y la muerte. Montaigne se preguntaba a menudo ¿qué es lo que sé?
Con esta pregunta se propuso conquistar la sabiduría desde la humildad de quien es consciente de que puede estar equivocado. Su mayor propósito fue conocerse a sí mismo y comprender a los demás. Montaigne creía como Sócrates, que la ignorancia era la fuente de todo mal y que tenemos que luchar contra ella. En los textos de Montaigne, una idea prevalece sobre todas las demás: su alta estima por el ser humano; el respeto al concepto que tenía de este.
Montaigne nos cuenta que Plutarco –historiador, filósofo y moralista griego- en una de sus obras asevera que encuentra menos diferencia entre dos animales que entre dos hombres y para registrar esta afirmación se refiere a la suficiencia del alma y de sus cualidades internas. Existen tantos grados en el espíritu del hombre y tan innumerables como brazas de la tierra al cielo.
Es poco frecuente que, salvo las personas, ninguna otra cosa se considere más que por sus cualidades peculiares. Alabamos a un caballo por su vigor y destreza, no por los arreos que le adornan; a un galgo por su rapidez, no por el collar que lleva; a un halcón por sus alas y no por sus elementos subalternos. ¿Por qué no hacemos otro tanto con los hombres, estimándolos únicamente por su estricto valor? Su vida suntuosa, el bello palacio que posee, el crédito y las rentas constituyen su entorno, pero no sus cualidades distintivas.
Nosotros no consentimos el engaño y de esta forma cuando adquirimos un caballo, lo despojamos, primero de sus arreos, y lo calibramos desnudo, descubierto. Antiguamente, cuando los príncipes querían comprar un caballo, se les presentaba con sus partes cubiertas, cuya vista es menos necesaria para formarse una idea de sus cualidades y con el fin de que no distrajera la hermosura del pelo o la anchura de sus ancas. Los interesados observaban sus patas, los ojos y el casco que son las partes más útiles.
Nos preguntamos entonces: por qué valorar al hombre envuelto y empaquetado, si de esta forma no nos muestra las cosas que le pertenecen, antes bien, nos oculta aquellas por las cuales puede ser valorado. Lo que se busca es el valor de la espada, no el de la vaina ya que por esta no se daría lo más mínimo.
Es preciso juzgar al hombre por sí mismo, no por sus adornos. Un antiguo filósofo expresó: ¿Sabéis por qué suponéis que el hombre es tan alto? Porque no tenéis en cuenta los tacones. El pedestal no es la estatua. Medidlo sin sus zancos; que ponga a un lado sus riquezas y honores y que se presente en camisa. ¿Dispone de un cuerpo apto para sus funciones? ¿Goza de buena salud y está contento? ¿Cuál es el temple de su alma? ¿Es ella hermosa, capaz, y se halla provista de todas las prendas que constituyen un alma perfecta? ¿Es rica por sus propios dones o por dones prestados? ¿Le es indiferente la fortuna? ¿Es susceptible de soportar los males con presencia de valor? ¿Tiene alma tranquila, constante y serena? Todos estos aspectos debemos considerar para informarnos sobre la extrema diferencia que existe entre los hombres. La sabiduría como fin.
El autor empezó a escribir los Ensayos precisamente con esa intención: conocerse mejor a sí mismo, entender por qué pensaba lo que pensaba y pulir aquello que, tal vez, no gozaba de la claridad o la racionalidad que esperaba. Ante todo, quería poder decir que sus ideas no eran impuestas o aceptadas sin más, sino que había algo detrás, un trasfondo sobre el cual podía explicar el porqué de tal o cual afirmación.
Horacio en sus Sátiras (II,7,83): expresó las siguientes preguntas:
¿El hombre es conocedor y dueño de sí? ¿No le aterra la pobreza, la esclavitud y la muerte? ¿Tiene recursos para resistir sus pasiones? ¿Es capaz de despreciar los honores? ¿Encerrado consigo mismo y semejante a un globo perfecto a quien ninguna aspereza impide rodar? ¿Ha logrado que nada en su existencia dependa de la fortuna?
El hombre prudente es el artesano de su propia dicha, expresó Tito Maccio Plauto (Trin, act. II, asc. 2, V. 84): Un hombre de tales condiciones está a quinientas varas por encima de reinos y ducados. El mismo representa su propio imperio.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.