CulturaLiteratura y Lengua

Beatriz Pineda Sansone: La endiablada operación del lenguaje

Cuando inventamos algo le damos un nombre, este nombre, unido a otros, forma una especie de inventario de significados, gracias al cual elaboramos el pensamiento. Cada cultura ha creado y segmentado la realidad de forma peculiar. Cuando señalamos una muñeca sobre la cama y decimos “muñeca”, le estamos colocando al objeto una marca o inscripción léxica y la niña toma el conjunto. Así el objeto y la palabra quedan para siempre relacionados gracias al artificio de la madre, quien transmite la vida, la palabra y su significado. Esta endiablada maniobra de adivinar, suponer, comprobar y corregir es la que realiza el niño desde su primer año de vida.

El aprendizaje de la palabra es una aventura fascinante y por ella pasan tanto el niño como el adulto cuando inician el aprendizaje de una nueva lengua. Vamos adquiriendo nombres para nombrar todo lo que existe sobre la tierra, para colocar en su sitio el caos de cosas del mundo. Las madres transmitimos a los pequeños nuestros sentimientos cuando interpretamos la realidad. Cada acto de interpretación involucra otro de análisis que distribuye y discrimina los actos.

José Antonio Marina en su libro Teoría de la inteligencia creadora expresó que la riqueza de vocabulario no constituye un adorno, no. El lenguaje cumple una función reguladora indispensable para el desarrollo de la inteligencia. Para hablar correctamente se debe categorizar; es decir, indicar, distinguir. Si deseamos comprobar la eficacia analizadora del lenguaje podemos recurrir al campo semántico de un término como amenazar.  Encontramos una nutrida familia de expresiones que lo consideran: intimidar, provocar, advertir, observar; todos sinónimos, pero observar se relaciona con anotar, notar, mientras que amenazar enlaza con asustar, atemorizar. Cuando decimos: el delincuente lo amenazó, no nos estamos refiriendo a que le hizo una observación, sino a que lo intimidó, a que lo atemorizó. La eficacia analizadora del lenguaje involucra la comparación. Cuando comparamos apelamos a la medida y al orden. A través de la medida analizamos lo semejante según la forma calculable de la igualdad y desigualdad. Comparar y ordenar son una y la misma cosa. Cuando ordenamos mediante un acto simple pasamos de un término a otro y luego a un tercero. Si denunciamos la amenaza de la delincuencia es porque no la confundimos con el acto de observar, de contemplar. El hilo del lenguaje es demasiado fino, demasiado sutil, y distingue tipos de intimidación, atendiendo a su causa. Nos sentimos intimidados ante la belleza de la expresión de un poeta, o ante la valentía de un Gandhi, como también ante el acto brutal de un bandolero.

Si deseamos repotenciar la función reguladora del lenguaje indispensable para desarrollar la inteligencia debemos ejercitarla a través de estrategias como la comparación entre términos. Ningún ejercicio será más eficaz que la recolección de símiles y metáforas que nos dejan grandes autores internacionales en sus cuentos y poesías.

Saramago expresó en su obra Todos los nombres que la metáfora es siempre la mejor forma de explicar las cosasSi la eficacia analizadora del lenguaje involucra la comparación, entonces debemos desarrollar en los niños la capacidad de observación, pues es observando que apelamos a la medida y al orden. Comparamos cuando analizamos lo semejante, la igualdad, la desigualdad. Comparar y ordenar son una y la misma cosa.  Luego ordenamos, de un primer término pasamos a un segundo y a un tercero.

La eficacia analizadora del lenguaje también se ejercita  luego de la lectura de un cuento. Elaborando preguntas a los niños sobre uno de sus aspectos resaltantes. Cada niño deberá contestar una pregunta distinta sobre distintos aspectos de la obra en cuestión. Este ejercicio constituye una estrategia de primer orden que les convierte en verdaderos críticos.

 

 

Un comentario

  1. Estimada Beatriz : Yo me siento orgullosa de la belleza y exactitud de tu palabra para describir los procesos mentales que nos acompañan en la arbitrariedad del signo lingüístico. Te acerco al maestro Briceño Guerrero , urdidor de tramas explicativas de los procesos de fijación de significados . Te abrazo con admiración . Gracias!

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