Beatriz Pineda Sansone: “La política es un juego de poder”
Nicolás Maquiavelo (1469-1527), es el padre del realismo político italiano, secretario de Estado y embajador en la República de Florencia. Una de las más vivas inteligencias del Renacimiento y el mayor prosista de su tiempo, hizo de su famosa obra “El Príncipe”, publicada en 1532, una verdadera apología de la razón de Estado: revolucionó la forma de entender el poder y la gobernanza.
«El Príncipe» no es un tratado moral ni una utopía, sino un manual práctico dirigido a los gobernantes. Maquiavelo busca analizar de manera realista cómo se adquiere y se mantiene el poder político, sin juzgar si los medios empleados son justos o injustos.
Los principales planteamientos de Maquiavelo en «El Príncipe» son:
El fin justifica los medios: sostiene que un gobernante debe estar dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el poder y el Estado, incluso si eso implica actuar de manera inmoral o cruel. El objetivo principal del gobernante es la estabilidad y la seguridad del Estado.
Maquiavelo tiene una visión pesimista de la naturaleza humana, considerando que los hombres son, por naturaleza, egoístas y ambiciosos. Por ello, un gobernante debe ser astuto y previsor, anticipándose a las posibles traiciones y conspiraciones.
El miedo y el amor: el autor sostiene que un gobernante debe inspirar tanto miedo como amor en sus súbditos. Sin embargo, el miedo debe ser el sentimiento predominante, ya que es más duradero y efectivo para mantener el orden.
Maquiavelo reconoce el papel de la fortuna en la política, pero sostiene que la virtud del gobernante puede mitigar los efectos negativos de la misma. La virtud, en este contexto, se refiere a las cualidades necesarias para gobernar con éxito, como la prudencia, la fortaleza y la astucia. Este libro ha dado lugar al llamado “maquiavelismo”, doctrina política -condenada por la Iglesia- que exalta la fuerza o voluntad de poder (=virtú) como principio esencial y última razón en el gobierno de los pueblos. Maquiavelo, hombre astuto de gran experiencia y de escasos escrúpulos, acertó teorizar y sistematizar el engaño como nadie. La palabra “maquiavelismo” -cuyos principios fundamentales son “el fin justifica los medios” y “el éxito lo purifica todo”- se ha incorporado a todos los idiomas cultos con esta misma justificación simbólica de perfidia y engaño político.
La obra de Maquiavelo ha sido objeto de numerosas interpretaciones y debates a lo largo de los siglos. Algunos lo consideran un cínico que justifica cualquier medio para alcanzar el poder, mientras que otros lo ven como un realista que ofrece un análisis objetivo de la política.
Independientemente de la interpretación, «El Príncipe» ha tenido una profunda influencia en el pensamiento político occidental. Sus ideas sobre el poder, la estrategia y la naturaleza humana siguen siendo relevantes en la actualidad y han sido utilizadas por numerosos gobernantes y líderes a lo largo de la historia.
Nicolás Maquiavelo, a través de «El Príncipe», nos ofrece una visión cruda y realista del poder político. Su obra, aunque controvertida, ha dejado una huella imborrable en la historia del pensamiento político y continúa siendo objeto de estudio y debate.
Nicolás Maquiavelo, con su obra «El Príncipe», generó un antes y un después en el pensamiento político. Su enfoque realista y pragmático contrastó fuertemente con las teorías idealistas de sus predecesores. Veamos cómo se comparan sus ideas con otros pensadores clave:
Maquiavelo vs. Platón y Aristóteles: estos filósofos griegos buscaban un Estado ideal basado en la justicia y la virtud. Creían en la existencia de un gobernante filósofo, cuya sabiduría y bondad guiarían al Estado hacia la perfección.
Maquiavelo: Rompe con esta visión idealista. Para él, el Estado no es una construcción perfecta, sino una realidad imperfecta donde los hombres son ambiciosos y egoístas. El gobernante debe adaptarse a esta realidad y utilizar todos los medios a su disposición para mantener el poder.
Maquiavelo vs. Santo Tomás de Aquino:
Para Santo Tomás, el poder político tenía una dimensión moral y estaba al servicio del bien común. Maquiavelo se separa de esta visión teológica. Para él, la política es un juego de poder donde la moralidad tradicional puede ser sacrificada en aras de la supervivencia del Estado.
Maquiavelo vs. Hobbes:
Hobbes igual que Maquiavelo tenía una visión pesimista de la naturaleza humana. Sin embargo, Hobbes veía al Estado como un contrato social necesario para evitar el estado de naturaleza, donde la vida sería «solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta». Maquiavelo comparte con Hobbes la visión pesimista de la naturaleza humana, pero se centra más en las estrategias que un gobernante debe emplear para mantener el poder, mientras que Hobbes se enfoca en la justificación del poder estatal.
Maquiavelo vs. Rousseau:
Rousseau era un defensor del estado de naturaleza como un estado de inocencia y bondad, corrompido por la sociedad. Creía en la posibilidad de una sociedad basada en la voluntad general y la igualdad. Maquiavelo tiene una visión opuesta a Rousseau: el estado de naturaleza es un estado de guerra y el hombre es, por naturaleza, egoísta y ambicioso.
La tensión entre el fin y los medios: El pensamiento de Maquiavelo plantea una pregunta fundamental: ¿hasta dónde podemos llegar en nombre de un fin noble? ¿Existen límites a los medios que podemos emplear para alcanzar nuestros objetivos?
Es fundamental tener en cuenta el contexto histórico en el que Maquiavelo escribió El Príncipe. Italia estaba dividida en numerosos estados pequeños y enfrentaba una situación de inestabilidad política. Maquiavelo buscaba ofrecer un manual para los gobernantes de su tiempo, un manual que les permitiera sobrevivir y fortalecer sus estados en un entorno hostil. Maquiavelo se destaca por su enfoque realista y pragmático de la política. A diferencia de los pensadores clásicos y medievales, que buscaban un Estado ideal basado en la justicia y la virtud, Maquiavelo se centra en la realidad del poder y en las estrategias necesarias para mantenerlo, cueste lo que cueste. Su obra ha sido objeto de numerosas críticas y debates, pero su influencia en el pensamiento político sigue siendo evidente.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.