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Beatriz Pineda Sansone – Martin Heidegger: El lenguaje es la casa del ser

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  El lenguaje es la casa del ser

     Martin Heidegger

 

 

   Martin Heidegger, el filósofo alemán, acuñó una frase que ha resonado a través de los siglos: «El lenguaje es la casa del ser». Esta afirmación, aparentemente simple, encierra una profunda complejidad que invita a una reflexión sobre nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos.

El lenguaje, nuestra casa: imaginemos una casa no como un simple edificio, sino como un espacio donde habitamos, crecemos, nos relacionamos y encontramos refugio. Del mismo modo, el lenguaje no es solo un instrumento para comunicarnos, sino el espacio donde se teje nuestra realidad, donde damos forma a nuestros pensamientos y donde encontramos nuestro lugar en el mundo.

Ninguna cosa existe donde falta la palabra. Esto quiere decir que antes de que algo exista para nosotros, debe ser nombrado. El lenguaje nos proporciona los conceptos y categorías que utilizamos para comprender el mundo. En este sentido el lenguaje construye la realidad.

Las lenguas evolucionan con las culturas, y en ellas se inscriben las experiencias colectivas de un pueblo. Nuestras lenguas son, por tanto, contenedores de nuestra historia y tradiciones. A través del lenguaje, nos definimos a nosotros mismos y a los demás. Nuestra lengua materna es parte fundamental de nuestra identidad.

El lenguaje nos permite pensar, reflexionar y dialogar con nosotros mismos y con los demás. Es en el lenguaje donde encontramos consuelo, comprensión y apoyo.

Gracias a un lenguaje común, las comunidades se forman y se mantienen. Compartimos valores, creencias y experiencias gracias al lenguaje común.

Si bien el lenguaje es un poderoso instrumento, también tiene sus limitaciones. No podemos expresar todo lo que sentimos o pensamos con palabras. Esta idea de Heidegger coincide con la expresada por Wittgenstein en su Tratado lógico-filosófico: “Que el mundo es mi mundo se muestra en que los límites del lenguaje (del lenguaje que solo yo entiendo) significan los límites de mi mundo”. “Lo que no podemos pensar no lo podemos pensar; así pues, tampoco podemos decir lo que no podemos pensar”.

Tanto Heidegger como Wittgenstein ejercieron una profunda influencia en el pensamiento del siglo XX, nacieron el mismo año, 1889, con unos meses de diferencia. Es notoria la importancia de ambos pensadores en el desarrollo de la filosofía analítica y la fenomenología, respectivamente.

La poesía, el arte y la música nos permiten trascender los límites del lenguaje y explorar dimensiones más profundas de la experiencia humana.

Si el lenguaje es nuestra casa, debemos enriquecerla y cuidarla con responsabilidad. Esto implica que la educación debe considerar la lectura de textos literarios en clase, desde los siete años en adelante, independientemente de si los jóvenes deciden tomar la vía de las ciencias. En este sentido, la tarea fundamental de la educación es la de inducir posibilidades. Hay que iniciar al niño con la palabra y con el ejemplo, en la idea de que todo hombre es capaz de desarrollar cualquier facultad, si se lo propone realmente, con el esfuerzo y la constancia necesaria. Este cuidado también supone utilizar el lenguaje de manera consciente y respetuosa, evitando la violencia verbal y promoviendo el diálogo. Desarrollar el estímulo para aprender otras lenguas, porque abrimos nuestras mentes a nuevas formas de ver el mundo y de relacionarnos con los demás.

La metáfora de Heidegger nos invita a profundizar en el estudio del lenguaje y a explorar las dimensiones más filosóficas y poéticas del habla.

El lenguaje es mucho más que un simple medio de comunicación. Es la casa donde habita nuestra humanidad, donde construimos nuestra realidad y donde encontramos nuestro lugar en el mundo. Al comprender la profundidad de esta metáfora, podemos apreciar mejor el poder y la belleza del lenguaje, y utilizarla de manera más consciente y significativa.

El lenguaje es un moldeador del pensamiento que nos permite pensar de manera abstracta, ir más allá de lo inmediato y establecer conexiones entre objetos e ideas aparentemente distantes. El pensador venezolano Luis Alberto Machado expresó: “La inteligencia es la facultad de relacionar pensamientos para producir pensamientos nuevos” (“La Revolución de la Inteligencia”, 1978). En este sentido toda palabra es metáfora y toda metáfora, una relación nueva.

El lenguaje y la cultura están unidos por un vínculo indisoluble. Las lenguas encarnan los valores, creencias y normas de una cultura. A través del lenguaje, transmitimos de generación en generación nuestra visión del mundo.

Hablar una determinada lengua es parte fundamental de nuestra identidad cultural. Nos conecta con nuestros orígenes y nos diferencia de otros grupos.

Las lenguas evolucionan junto con las culturas, reflejando los cambios sociales, tecnológicos y políticos.

El lenguaje nos proporciona las categorías y conceptos que utilizamos para organizar nuestra experiencia. Estas categorías no son neutras, antes bien, reflejan valores culturales y perspectivas particulares.

El lenguaje nos permite pensar de manera abstracta, ir más allá de lo inmediato y establecer conexiones entre objetos e ideas aparentemente distantes.

El lenguaje y la cultura están unidos por un vínculo indisoluble. Las lenguas encarnan los valores, creencias y normas de una cultura. A través del lenguaje, transmitimos de generación en generación nuestra visión del mundo.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

Beatriz Pineda Sansone: Lo importante es la educación – América 2.1

 

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