Bemol sostenido: Jeff Beck
¡Hay tantas formas de despedir a Jeff Beck! Se puede hablar, verbigracia, de las palabras que tras su reciente muerte compartieron músicos de talla histórica; excompañeros y amigos que han reconocido su lugar en el lenguaje de la guitarra moderna. Citemos a uno ejemplar. David Gilmour, genio en los solos de Pink Floyd: “Estoy devastado tras escuchar las noticias sobre la muerte de mi amigo y héroe Jeff Beck, cuya obra me emocionó e inspiró como a incontables más durante años.”
Se podría hablar, también, de su participación en los Yardbirds, como guitarrista sustituto de Eric Clapton y compañero de Jimmi Page. Buscarlos tocando juntos en la película Blow Up (1967) de Michelangelo Antonioni. De ahí podríamos saltar a las colaboraciones en que se vio involucrado. Las innumerables invitaciones para grabar o girar con gente como Mick Jagger, Stevie Wonder, David Bowie, Rod Stewart, Buddy Guy, Brian May, Stanley Clarke, Stevie Ray Vaughan, Herbie Hancock, Morrissey, Tina Turner, Luciano Pavarotti, Bon Jovi, Roger Waters, Johnny Depp… Otra opción es despedirlo señalando su imaginación. Entrarle a diecisiete discos en solitario, a los muchos conciertos en que animaba sus creaciones u homenajeaba a compositores favoritos, acompañado por virtuosas y virtuosos ejecutantes. Porque sí. Jeff Beck fue pionero en la diversidad de una banda de rock instrumental, incluyendo a mujeres como la guitarrista Jennifer Batten o la bajista Tal Wilkenfeld. Se puede hablar de todo ello y ocupar completas las páginas de este diario. Preferimos subrayar el logro de… sus manos.
¿Qué sucede primero, el sonido o la técnica? ¿Es el sonido resultado de la técnica o es ésta la que trabaja con la preexistencia de aquél? ¿Qué papel juegan en ello la mente y la intuición? Varias premisas son ciertas aunque la más determinante se da, según pensamos, cuando las variantes mecánicas moldean la materia sonora con un afán lúdico. Así, lo que en Jeff Beck resulta prodigioso no hay manera de que se reproduzca en una inteligencia artificial, por más que añadamos datos e información específica sobre el nacido en Inglaterra. Parece improbable que su arte pueda replicarse con igual sensibilidad ya sea por un programa o por cualquier persona dotada. Su forma de tocar muestra y propone originalidad; invita al diálogo; hace hablar a la guitarra con la inabarcable sutileza de su técnica.
La mano derecha de Jeff Beck fue absolutamente asombrosa. Puede verla en múltiples videos de él y de quienes intentan aproximarse a su genio con sesudas explicaciones dinámicas, anatómicas. Hablamos de la fusión entre las maderas, los metales y la carne, todo al servicio de una sensibilidad llena de ternura y elegancia. Allí nace el hombre/instrumento; el cíborg. En la manera como controlaba la palanca del trémolo para pulsar las cuerdas con rasgos de fingering clásico, pero acercándose a los viejos bluseros, ajenos a plumillas, púas e intermediarios entre cuerpo y herramienta.
Todo comienza con la elección del propio instrumento, claro. Dependiendo del momento en su carrera o de la canción a interpretar, Beck se inclinaba por Fender (Stratocaster) o Gibson (Les Paul). Cuerpos sólidos para mayor control de elucubraciones tímbricas y mejor aprovechamiento de efectos de piso. Pero una vez elegido el mueble y demás artilugios, lo que quedaba cual núcleo de su espíritu era el mimo –casi sexual– con que trataba cada frase, bend o armónico, siempre a través de la palanca de vibrato. Sutileza sin igual que conquistaba con la delicadeza de su diestra.
¿Cree que exageramos? Corra a escucharlo, a verlo, a reconocer su impronta en el aire. Apláudalo en Honolulu al lado de Stevie Ray; en el Albert Hall junto a Gilmour; en el Salón de la Fama frente a su amigo Page… Celebre que vino de visita al mundo vivo para fundirse con su guitarra; para volverse un cíborg imposible. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.
Con la extraordinaria Tal Winkenfeld (guitarra Bajo) y Vinny Colaiuta (Batería), en el Festival Crossroads en Chicago, 2007, interpretando «Cause We Ended Up as Lovers»: