DemocraciaEleccionesPolítica

Berlusconi marca el paso a la derecha italiana a dos meses de las elecciones

El ex primer ministro, inhabilitado hasta 2019, se coloca en primera fila de los pactos que decidirán el futuro de Italia

La cara del próximo primer ministro de Italia no aparecerá en los pósteres de la campaña. Es probable que tampoco le oigan en los mítines ni conceda entrevistas. Tras las elecciones del 4 de marzo, los partidos deberán buscar acuerdos de consenso ante la creciente posibilidad de un triple empate y la sombra de una repetición electoral. Y ninguno de los candidatos tragará con el resto. La coalición de centroderecha, que ahora mismo lidera las encuestas (Forza ItaliaLiga Norte y Hermanos de Italia) ni siquiera presentará un nombre antes de conocer el resultado. La nueva ley electoral lo permite y el futuro premier, probablemente, es hoy una carta tapada. En ese escenario, un viejo tahúr suele tener los cuatro ases de la baraja.

A Silvio Berlusconi, tres veces primer ministro de Italia, le gusta verse en esta fase política de su vida como un entrenador. Hoy, con 81 años, inhabilitado para cualquier cargo público hasta 2019 por fraude fiscal —no fueron los cinco procesos judiciales por inducción a la prostitución de menores los que le cortaron las alas—, decide la táctica y hace las alineaciones en el centroderecha. A menos que el Tribunal de Estrasburgo diga lo contrario en las próximas semanas, no podrá presentarse. Pero da igual, porque la derecha y Forza Italia anden tan cortos de relevo —él mismo lo ha querido así— ,que en las papeletas podrá leerse: “Berlusconi presidente”. Un recurso que permite la ley electoral pactada con Renzi y que, según los expertos, le otorga al partido 2,5 millones de votos.

El nuevo personaje político, 24 años después de fundar Forza Italia, se presenta en su cuarta reencarnación como un moderado. Ya no arremete contra los tribunales y se define como un “muro” para los populismos (pese a formar coalición con el eurófobo Matteo Salvini). Su plan estrella es un tipo fijo de impuestos de alrededor de un 23% para todos los contribuyentes, aunque los expertos adviertan de que es irrealizable. Y en una cuestión fundamental como el Jobs Act, la reforma laboral emprendida por Renzi y que ha favorecido la creación de más de 900.000 empleos, el excavaliere ha dicho una cosa y la contraria. La propuesta política es él. Y en esa tesitura, Forza Italia recupera vigor y ya alcanza el 16% de estimación de voto en la mayoría de encuestas —Berlusconi suele recuperar 5 o 6 puntos en las elecciones— y sumado al empuje de sus socios, la coalición rondaría el 40% de los sufragios. Una cifra que les coloca a la cabeza. Pero, ¿quién lideraría el artefacto si Forza Italia obtiene más votos?

Para el politólogo Piero Ignazi hay dos nombres clarísimos: el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, o Giovanni Toti, presidente de la región de Liguria. El empresario propondría a uno de ellos en caso de obtener un solo voto más que los socios de su coalición. Un poder que haría pensar que muchos italianos ya le han indultado antes de que lo pueda hacer el Tribunal de Estrasburgo. “Los electores de derecha siguen ahí y no han encontrado ninguna oferta política que les pudiera convencer. Así que después de haber pasado por la abstención en las últimas elecciones o haber votado al Movimiento 5 Estrellas (M5S), ahora que tienen a su líder predilecto pueden volver a votar con una coalición fuerte”, señala.

De momento Berlusconi, ya ha logrado desquiciar a Salvini sembrando la división en su partido y jugando a apoyar a candidatos que pudieran hacerle sombra dentro de la Liga Norte, como el presidente de Lombardía, Roberto Maroni. Con la otra mano, alienta la idea de formar una gran coalición poselectoral con el PD si Renzi, como todo indica, se queda a medio camino en su regreso y no logra gobernar. Es la opción preferida de los mercados y el florentino ya fue primer ministro en 2014 gracias al pacto del Nazareno.

Antonio Noto, experto en procesos electorales y director de Noto Sondaggi, cree que Berlusconi está recuperando un electorado cedido en los últimos cinco años a la Liga Norte y al Movimiento 5 Estrellas. “Sus propios votantes están volviendo. En su ausencia, buscaron líderes fuertes como Grillo”, señala. Sin embargo, nadie ocupó el puesto del excavaliere y no ha sido complicado volver a ponerse al frente. “El centroderecha no ha sido capaz de promover a un líder y él sigue siendo el rey. Su reino solo terminará cuando él decida. Es una estrategia, pero también una debilidad. Esos votos no se hubieran ido durante este tiempo”, analiza Noto.

La vuelta del excavaliere tiene varias lecturas. Pero el periodista estadounidense Alan Friedman, que conversó con él 150 horas durante 18 meses para escribir A su manera (Península, 2016), la biografía autorizada por el empresario que dio pie luego a un revelador documental en Netflix, ve una muy clara. “Me decía que quería volver, pretendía reivindicar que todavía puede ser un ganador. En 2011 tuvo que dejar el gobierno cayendo en desgracia, con problemas legales, las bunga-bunga, la condena por fraude fiscal… Pero como en las viejas películas de terror, ha vuelto como un zombi. Su retórica es que vuelve para salvar Italia, la realidad es que quiere que la historia le recuerde como un vencedor. Es una cuestión de ego”.

De momento la historia habla de escándalos en los tribunales, una alargada sombra de vínculos con la mafia —Marcello Dell’ Utri, su amigo siciliano y cofundador del partido, está en la cárcel por vínculos con la Cosa Nostra desde 2014— y una gestión que dejó a Italia a punto del estallido financiero. En ese periodo, el país redujo su renta per cápita en un 3,1%, según el FMI (el peor dato de la UE en ese decenio). El consumo cayó un 8% y el gasto alimentario un 36%. Subió la presión fiscal 1,6 puntos, pero disminuyó un 10,7% el gasto en educación o un 30% el de la cultura, mientras crecía un 35% el de defensa. En otoño de 2011, la prima de riesgo lo mandó a casa cuando alcanzó su máximo histórico: 574 puntos.

Aún así, como explica Carlo Rossella, periodista, amigo, exdirector de una de sus empresas y cicerone en los salones nobles de la política italiana, una parte importante de los ciudadanos sigue viendo aquello como una gran conspiración europea y aprecia sus cualidades para la política. “Los moderados, trabajadores, o emprendedores no quieren dejar la economía en manos de gente que no ha trabajado nunca. Por este motivo, todos sus casos judiciales no han creado daños en su figura. El antiberlusconismo está en crisis y el italiano medio le prefiere al M5S”. Aunque solo vayan a ver su cara en la papeleta.

EL AC MILAN, UN TRAMPOLÍN Y UN LASTRE

Silvio Berlusconi se presentó a las elecciones de 1994 como un empresario de éxito y un tipo que caía bien a una gran parte de la población por su habilidad para la comunicación. Pero su mejor tarjeta de visita fue la de presidente del AC Milan, el equipo que había conquistado Europa con una espectacular colección de cromos sobre el campo. Hoy, hundido en la tabla de clasificación de la Serie A, va camino de ser un lastre.

El 13 de abril Berlusconi vendió el equipo que había poseído durante 23 años a un empresario chino. Este sábado La Stampa anunció que la Fiscalía investiga dicha compraventa, cifrada en 740 millones de euros. Según el citado rotativo, la operación podría haberse hinchado para utilizarla como vehículo de blanqueo de capitales. Si la investigación prosperase, Berlusconi podría ser llamado a declarar en plena campaña.

Botón volver arriba