Bitácora Bifronte – J.M. Coetzee y Paul Auster: cartas
J.M. Coetzee y Paul Auster: cartas
Hace casi una década, los escritores J.M. Coetzee y Paul Auster intercambiaron de manera frecuente una serie de cartas con la explícita voluntad de reunir su actividad epistolar en un libro; el resultado fue Aquí y ahora. Cartas 2008-2011 (publicado en español por Anagrama y Mondadori, en 2012). Conforme las cartas van y vienen (en una especie de juego de tenis intelectual donde se tocan asuntos tan variados como el deporte, la política, el mundo literario, el cine, el amor, la tecnología y la familia) el libro pasa de ameno a fascinante, colmado de momentos memorables, por ejemplo cuando abordan un tema tan recurrente como polémico en la vida de todo escritor: la figura del crítico literario. Paul Auster plantea la cuestión y fija su postura: “He dejado de leer críticas sobre mis libros, ya sean buenas o malas, pero otros me han contado lo suficiente como para que me sienta asaltado por un desconocido. Si te dan un puñetazo, te sientes impulsado a devolverlo. En esta situación eso no está permitido –lo que es sumamente frustrante–, pero el escozor es atenuado con el paso del tiempo.” A lo anterior Coetzee responde: “¿Tiene uno que reaccionar? ¿Tiene uno que escribirle una carta al director, o replicar a la crítica injusta? Al fin y al cabo, a los directores de periódicos les encanta esa clase de reacciones: no hay nada que les guste más a los lectores que una buena rencilla literaria en la sección de cartas. El escritor sabio se andará con cuidado en este sentido. Ha de saber que mostrarse irritado, ya no digamos escandalizado o (¡Dios no lo quiera!) dolido será fatal: lo convertirá en el hazmerreír de todos. Sabiendo esto, el crítico se envalentona más. Se vuelve como ese niño que le tira guijarros al gorila del zoológico sabiendo que lo protegen los barrotes.”
Paul Auster y J. M. Coetzee
Pero más allá de los cautivadores temas, anécdotas y digresiones contenidos en Aquí y ahora. Cartas 2008-2011, hay dos elementos que resplandecen por su relevancia: por un lado, el hecho de que, en el alba del siglo XXI, dos autores se propongan rescatar el género epistolar (cuando la fugacidad y fragmentación de los mensajes son las características más evidentes de nuestra comunicación) y, el segundo, la noción de amistad, fortalecida gracias al ánimo confesional de los interlocutores. Incluso,J.M. Coetzee en la primera carta dirigida a Paul Auster señala el punto de arranque: “He estado pensando en las amistades, en cómo surgen, en por qué duran –algunas– tanto tiempo, más tiempo que los compromisos pasionales de los que a veces se considera (erróneamente) que son tibias imitaciones.” Coetzee y Auster, en su correspondencia, son dos hombres que encuentran en la palabra escrita no sólo una forma de diálogo y discusión argumentada sino un sitio en el que la palabra “amistad” vuelve a tener sentido, un término desgastado y tan falto de luz en nuestro mundo “moderno.”