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Boersner, tan venezolano

D.-Boersner-Lisbeth-Salas-220x220La Venezuela a la que escogió servir y debemos preservar, fue su pasión y su motor vital.

Hay inmigrantes que se integran de tal manera y aman con tanto orgullo a Venezuela, que llegan a superar el amor que no pocos compatriotas sienten por su propio país. Uno de ellos fue el internacionalista, diplomático, profesor y ensayista, Demetrio Boersner. Nacido en Hamburgo en 1930, le oímos decir que se nutría de lo mejor de dos de las culturas humanistas de la civilización occidental, la judía de su padre y la cristiana de su madre, quienes sufrieron los rigores de la intolerancia nazi-fascista en Alemania.

Sólo su obra docente y de investigación le habría deparado un lugar cimero en la historia académica de Venezuela. Su libro Relaciones Internacionales de América Latina, breve historia, es obra de obligada lectura. Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Ginebra, profesor titular de Relaciones Internacionales de la UCV y de la UCAB, jefe de cátedra y director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, el Maestro Boersner sentía la docencia como un deber y un disfrute existenciales: “Para él, dar clases es como transmitir el Evangelio,” escribe su hijo Andrés en la semblanza de su padre.

De profundas convicciones socialdemócratas, como apunta el embajador Edmundo González Urrutia (su hijo recuerda que le vio defender al “Marx socialdemócrata”), el consejo de su tía Ana Bauman a los 8 años en su natal Hamburgo (“el bien siempre triunfa sobre el mal”), guió cada acto de su vida y le hizo uno de los seres más tolerantes, sabios e interesantes que este cronista haya conocido.

Sin alterar su talante sereno y reflexivo, Boersner ejerció con brillo los cargos de embajador de Venezuela en Austria, Rumanía y Suecia. Fue maestro de generaciones de diplomáticos profesionales de la Cancillería venezolana. Su sencillez proverbial era sólo comparable con su vasta cultura. Agudo analista y perspicaz observador del acontecer mundial y nacional hasta su muerte inesperada a los 85 años, su multiplicidad de artículos y ensayos testimonian su hondo espíritu venezolanista.

La Venezuela a la que escogió servir y debemos preservar, fue su pasión y su motor vital. En palabras de su hijo: ”Para él (Venezuela) significó la primera bocanada de libertad y la convicción de que nunca más tendría que sentir miedo”.

 

LUIS XAVIER GRISANTI |  EL UNIVERSAL  viernes 29 de enero de 2016  12:00 AM @lxgrisanti 

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