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Bolsonaro tenía razón

¿Por qué el fracaso de las encuestas electorales pone todavía más en peligro a la democracia en Brasil?

Toda clase de encuestas y análisis venían condenando desde hace meses a Jair Bolsonaro. Durante las últimas semanas incluso había cobrado fuerza el escenario de una contundente y acelerada derrota para el presidente brasileño en busca de un segundo mandato ante la posibilidad de que su rival Luiz Inácio Lula da Silva superase el 50 % de todos los sufragios emitidos en la primera ronda electoral celebrada este domingo.

Durante todo este tiempo, Bolsonaro ha argumentado que las encuestas se estaban equivocando, citando como prueba su multitudinario poder de convocatoria en mítines celebrados por todo Brasil. Y tenía toda la razón. Lula ha obtenido un 48 % de los votos frente al 43% de Bolsonaro. Hasta el punto de que el actual presidente ha obtenido mejores resultados en todos y cada uno de los 27 estados brasileños con respecto a lo anticipado por Ipec, la principal empresa demoscópica del país.

Al Trump tropical le ha faltado tiempo para atribuirse el mérito de haber superado «las mentiras» de las encuestas y hasta predecir que parte con ventaja de cara a la segunda vuelta prevista para el 30 de octubre. Un presentimiento respaldado con la elección al Congreso de muchos de sus más cercanos y cuestionados aliados y el gustazo de haber superado a Lula en el más populoso estado de São Paulo.

Incluso con todo este impulso, Bolsonaro no ha dejado por un momento de cuestionar la democracia de Brasil. Hasta el punto de volver a poner en duda la limpieza de estos resultados, repitiendo sospechas de fraude sin prueba alguna. Y sin dejar de malmeter para que los militares brasileños (en el poder hasta la Constitución democrática de 1988) asuman un papel que no les corresponde.

Con los niveles de violencia armada y la polarización que sufre Brasil, este fracaso de las encuestas no hace más que jugar a favor de la narrativa populista sobre la conspiración de élites «malas» contra el pueblo «bueno». Que Bolsonaro pierda al final, no quiere decir que el bolsonarismo no haya llegado para quedarse.

 

 

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