Boris Johnson salva la moción de confianza de su propio partido y continúa como primer ministro
El 'premier' ha obtenido 211 votos a favor, mientras que 148 pedían su salida
Era necesario que 54 parlamentarios conservadores enviaran sus cartas de «no confianza» en el primer ministro Boris Johnson al presidente del Comité 1922 para que se activara el mecanismo de un voto de confianza o, de censura interna, en el seno de la formación. El número, por fin, fue alcanzado, según informó el lunes Graham Brady, presidente del comité, tras meses de un goteo más bien inconstante de misivas que empezó en diciembre con la del parlamentario Roger Gale. La votación tuvo lugar ayer mismo, y Brady anunció los resultados poco después de las nueve de la noche. Johnson salió a flote, una vez más, en una votación de 211 contra 148: «Puedo anunciar que el partido tiene confianza en el primer ministro».
El ‘premier’ reaccionó en unas declaraciones a la cadena SkyNews: «Creo que este es un muy buen resultado para la política y para el país», señaló, y añadió que «es un resultado decisivo» que «significa que como Gobierno podemos avanzar y centrarnos en las cosas que creo que realmente le importan a la gente». «Esto nos da la oportunidad de dejar atrás todas las cosas en las que sé que los medios han querido enfocarse durante mucho tiempo y hacer nuestro trabajo», zanjó.
La votación llegó en plena resaca del Jubileo de Platino de Isabel II, unas celebraciones que se prolongaron durante cuatro días y en cuya segunda jornada, a su entrada al servicio religioso de acción de gracias en la Catedral de San Pablo, a Johnson y a su esposa Carrie les llovieron abucheos. Fue esa la imagen de una población cansada de dobles raseros, sobre todo después de que hace dos semanas la funcionaria Sue Gray presentara el informe completo de su investigación sobre el ‘partygate’, como se conoce a las fiestas que se celebraron en las dependencias del gobierno durante el confinamiento por Covid-19. Las conclusiones de Gray desataron la furia de los ciudadanos, de la oposición y de muchos tories, llevando a Johnson a su punto más bajo en las encuestas desde que asumió el cargo de primer ministro en julio del 2019.
Antes de la votación, en la que el premier necesitaba obtener el respaldo de al menos 180 ‘tories’ para permanecer en su puesto, dio un discurso a los suyos en el que les hizo una promesa: «Volveré a ganar por vosotros». «Me alegro de que finalmente se esté llevando a cabo esta votación», porque «si me dan su apoyo esta noche, tendremos la oportunidad de dejar de hablar de nosotros mismos y empezar a hablar exclusivamente sobre lo que estamos haciendo por la gente de este país», aseveró.
Sus palabras no calaron en todos. Entre los que votaron en su contra están el líder de los conservadores escoceses, Douglas Ross, y Dehenna Davison, representante de Bishop Auckland, que había sido un bastión laborista desde la década de 1930 hasta que Davison ganó su escaño en el 2019. Pero quien con más vehemencia exigió un cambio fue Jeremy Hunt, que instó a sus compañeros a derrocar a Johnson y advirtió que el partido perdería las próximas elecciones generales en caso de que siguiera en Downing Street. «Los parlamentarios conservadores sabemos en nuestros corazones que no le estamos dando al pueblo británico el liderazgo que se merece», exclamó, y agregó que «no estamos ofreciendo la integridad, la competencia y la visión necesarias para liberar el enorme potencial de nuestro país», y «debido a que el electorado ya no confía en nosotros, estamos destinados a perder las próximas elecciones generales», auguró. La ministra de Cultura, Nadine Dorries, reaccionó enfurecida, y le espetó a Hunt que si él hubiera ganado las elecciones por el liderazgo tory, le habría «entregado las llaves del número 10 a (Jeremy) Corbyn», ex líder laborista. En su defensa salió también Jacob Rees-Mogg, secretario de estado para las oportunidades del Brexit, y uno de sus apoyos incondicionales.
Independientemente del resultado, el malestar interno y el enfrentamiento entre parlamentarios amenaza con resquebrajar aún más la débil cohesión entre los conservadores. La última moción de censura interna fue la de diciembre de 2018, cuando Theresa May se negó a dimitir. Y aunque ganó la votación por 200 a 117, renunció poco después, en mayo de 2019.