Democracia y Política

Brasil y los otros países deshilachados

La desigualdad ha socavado esa expectativa unificadora, llevando a que muchos no crean que valga la pena esperar por su oportunidad. Algunos se enajenan, otros reaccionan

Es poco probable que el asalto a las instituciones de Brasilia del 8 de enero sea el último, no solo en Brasil, sino quizás también en otros países latinoamericanos y aún más lejos. ¿Qué está pasando?
Estamos en un largo período de erosión de los valores democráticos. Estos residen en la creencia de que las personas tienen un futuro común.

Pero resulta que el aumento de la desigualdad ha socavado esa expectativa unificadora, llevando a que muchos no crean que valga la pena esperar por su oportunidad. Algunos se enajenan, otros reaccionan.

El Nobel, Angus Deaton, nos proporcionó las primeras evidencias del enajenamiento: los norteamericanos que se sintieron ladeados en las últimas décadas de la globalización recurrieron a las drogas y hasta al suicidio como escape.

Otros norteamericanos, azuzados por Trump, asaltaron el Parlamento norteamericano.
Se han tejido semejanzas entre la asonada al congreso norteamericano con la de Brasília. Moisés Naím argumenta que la segunda sería una farsa de la primera.

Hay algo de eso, pero, la verdadera pregunta es: ¿Cómo salimos de esta y de otras parecidas que se están gestando?

Lula permitió que su casa fuese vandalizada. No es lo que se espera de un líder

Lula no se preparó para una asonada harto anunciada. Al presentarse como una víctima conquistó la simpatía local y extranjera, pero Lula no tendrá esa oportunidad muchas veces.

El hecho es que un Lula, de brazos caídos, permitió que su casa fuese vandalizada. No es lo que se espera de un líder.

Hay polarización, no solo en Brasil sino también en Argentina, también en Perú, Chile, Colombia, en muchos otros países en la región, y en otros lugares también.

El desafío es aprender a reunir personas en pro de un destino compartido, a pesar de una polarización tan intensa. El presidente Lula haría bien en perdonar a la mayoría de los más de mil que fueron arrestados en Brasilia.

El perdón de Lula
Perdonar es un gesto cristiano, además, es realista. Intentar sentar en el banquillo a tanta gente no solo sería injusto, también contraproducente. Lo que Lula y otros más necesitan es ayudar a cicatrizar las heridas, no abrirlas más.

Los gobiernos deberían tratar de eliminar los detonantes de otra crisis, que reside en gran parte entre los jóvenes, desempleados y frustrados. Boric debería tomar nota.

Crear condiciones para que los jóvenes trabajen o estudien sería de gran ayuda.

Recuerden que la Primavera Árabe fue impulsada principalmente por jóvenes educados y frustrados porque estaban desempleados.

Una mirada hacia el futuro

Además, se necesita crear esperanza mirando hacia un futuro mejor, más sano, más atractivo y poco de eso se ha hecho hasta ahora.

Podríamos reclutar a artistas y publicitarios en esta empresa. De lo que más necesidad hay es de líderes empáticos y con la mirada puesta en el futuro.

Con Jacinda Ardern tuvimos una líder fantástica en Nueva Zelanda, pero se retira. ¿Podríamos aprovecharla mejor, a un nivel global?

Alfredo Behrens es PhD por la Universidad de Cambridge, profesor en FIA Business School, São Paulo
 

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