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Cambio de régimen en Cuba con el apoyo de una potencia extranjera

Resulta difícil desconocer el enorme peso que tuvo la Unión Soviética en el cambio de régimen que se produjo en los años 60

A quienes quieren hoy sacar al país de la anomalía en que se encuentra hace más de seis décadas se les acusa de pretender un cambio de régimen con el apoyo de una potencia extranjera.

A lo largo de la historia de Cuba se registran numerosos cambios de gobierno, pero solo en tres ocasiones se han producido cambios de régimen, y todos con la participación o el apoyo de potencias extranjeras.

El primero y el más obvio de todos fue la violenta erradicación del régimen de comunidad primitiva en que vivían los habitantes originales de este archipiélago a manos de los conquistadores españoles que implantaron un régimen colonial.

El segundo, el surgimiento de la República como consecuencia de largos años de guerra por la independencia y la intervención de Estados Unidos de América, que tras cuatro años de ocupación militar impuso la Enmienda Platt.

En ese acto Fidel afirmó: «Y esta Revolución socialista la defenderemos con esos fusiles». Fusiles que, junto a morteros, cañones y tanques de guerra, arribaron al país procedentes de la Unión Soviética

El tercer cambio de régimen se data formalmente el 16 de abril de 1961, cuando frente a un grupo de sus seguidores armados Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución. En ese acto afirmó: «Y esta Revolución socialista la defenderemos con esos fusiles». Fusiles que, junto a morteros, cañones y tanques de guerra, arribaron al país procedentes de la Unión Soviética, una potencia extranjera ajena a nuestra historia y a nuestra cultura.

Pero aunque la «proclamación» fue en esa fecha, el vuelco empezó a gestarse un año antes. El 4 de febrero de 1960 había llegado a Cuba, con el pretexto de inaugurar una exposición, el viceprimer ministro de la URSS, Anastás Mikoyán. En el transcurso de la visita se firmó el primer convenio comercial entre Cuba y la URSS que incluía la compra de azúcar, la venta de petróleo y maquinarias y un crédito por 100 millones de dólares.

 

 

Jóvenes cubanos todavía creían en Fidel, pero recelaban de la visita del viceprimer ministro soviético, Anastás Mikoyán. (Cortesía de Alberto Muller)

Jóvenes cubanos todavía creían en Fidel, pero recelaban de la visita del viceprimer ministro soviético, Anastás Mikoyán. (Cortesía de Alberto Muller)

 

La presencia de Mikoyán, artífice de la matanza del pueblo húngaro en1956, disgustó a quienes mantenían una tendencia anticomunista. Decenas de jóvenes de la Universidad de La Habana se manifestaron para protestar porque el dirigente soviético había depositado a los pies de la estatua de José Martí, en el Parque Central, una corona de flores que ostentaba el símbolo de la hoz y el martillo. Los estudiantes pretendieron sustituir la afrentosa ofrenda por otra que mostraba la bandera cubana. Aquella manifestación pacífica, la primera opositora que se registraba en la capital después de 1959, fue reprimida por la policía y hubo una veintena de detenidos.

La sospecha de que esa presencia en La Habana era un aviso de la próxima llegada del comunismo aterró a muchos. Pero a los ingenuos no les parecía posible, porque tan solo 52 días antes, mientras ejercía como testigo en el juicio que se le realizó al comandante Huber Matos, Fidel Castro había dicho que el crimen más grande que había cometido el acusado había sido «calumniar a la Revolución de comunista».

Aunque ya la Revolución había mostrado su vocación confiscatoria, sobre todo con la Reforma Agraria, que inició la eliminación de los latifundios, es posterior a esta visita del funcionario soviético que se radicalizó el proceso, con la confiscación de bienes a todos los que decidieron exiliarse.

Aunque ya la Revolución había mostrado su vocación confiscatoria, sobre todo con la Reforma Agraria, que inició la eliminación de los latifundios, es posterior a esta visita del funcionario soviético que se radicalizó el proceso

Las relaciones diplomáticas con Moscú fueron restablecidas en mayo de 1960; dos meses más tarde se intervinieron las refinerías de petróleo norteamericanas Texaco y Esso, además de la anglo-neerlandesa Shell. En agosto se nacionalizaron las compañías norteamericanas de teléfono y de electricidad más 36 fábricas de azúcar y, finalmente, el 13 de octubre del mismo año, corrieron igual suerte todos los bancos cubanos y extranjeros (excepto los canadienses) y otras 382 grandes empresas donde había fábricas textiles, empresas de ferrocarriles, circuitos cinematográficos, tiendas por departamentos, fábricas de bebidas alcohólicas y otras.

Antes de que concluyera el año 1960, Cuba había establecido relaciones diplomáticas con otros tres países comunistas: China, Corea del Norte y Vietnam.

Cuando el 20 de septiembre de 1960 el primer ministro de la URSS, Nikita Jrushov, visitó en su hotel de Nueva York a Fidel Castro, quien había asistido a la XV Asamblea General de las Naciones Unidas, ya habían pasado diez días desde que el buque de carga soviético Ilyá Mietrihov, comandado por el capitán Adolf Matiukhin, había descargado en la bahía habanera los pertrechos militares que luego usarían los milicianos en Playa Girón.

La carga incluía el pesado tanque T-34 en el que Fidel Castro llegó a la zona de combate y también el tanque Su-100, desde donde, cuenta la leyenda, el comandante en jefe impactó con un certero disparo al barco Houston, cargado de suministros para los hombres de la Brigada 2506.

 

 

Un policía hace disparos al aire para ahuyentar a los manifestantes ofendidos por la hoz y el martillo en la estatua de José Martí. (Cortesía de Alberto Muller)

Un policía hace disparos al aire para ahuyentar a los manifestantes ofendidos por la hoz y el martillo en la estatua de José Martí. (Cortesía de Alberto Muller)

 

Los integrantes de esta agrupación militar de exiliados cubanos apoyados por el Gobierno de Estados Unidos se involucraron en esta invasión argumentando su deseo de restituir la Constitución de 1940 y evitar la implantación del comunismo en Cuba. La propaganda oficial reduce sus motivos al deseo de «recuperar sus propiedades».

Aquel proceso de expropiaciones culminado en octubre de 1960 hirió de muerte al capitalismo que funcionó en Cuba durante 57 años y significó en lo económico y lo político un cambio de régimen hacia el sistema socialista, con el irrestricto apoyo de la Unión Soviética.

La declaración formal del 16 de abril de 1961 realizada por Fidel Castro omitió el indispensable protocolo de un acto tan trascendental. No estuvo precedida de una discusión entre parlamentarios (no existía nada parecido a un Parlamento), no se discutió en el seno de un partido (todavía no se había formado una agrupación política), no hubo un debate en la prensa (ya todos los periódicos estaban en manos del Gobierno) ni fue sometida a un referendo. La hizo como un anuncio irrevocable frente a un grupo de sus seguidores armados (como vale la pena repetir).

Resulta difícil desconocer el enorme peso que tuvo el apoyo de la Unión Soviética en el cambio de régimen que se produjo en Cuba en la década de los años 60

No se han desclasificado documentos que demuestren que el cambio de régimen «se cocinó» en Moscú, pero en el lapso que media desde la visita de Mikoyán, en febrero de 1960, hasta el viaje de Raúl Castro a la URSS, en julio de ese mismo año, donde se concretó la adquisición de las armas, se supone que «la parte cubana» debió ofrecer garantías de que el equipo bélico estaría en buenas manos.

Resulta difícil desconocer el enorme peso que tuvo el apoyo de la Unión Soviética en el cambio de régimen que se produjo en Cuba en la década de los años 60.

Las acusaciones que se hacen hoy a quienes promueven la democracia en la Isla de estar «apoyados por el imperialismo yanqui» resultan una tentación para recordarles a quienes detentan el poder que esta caricatura de socialismo se impuso en Cuba con el apoyo económico y militar de una potencia extranjera, con el agravante de tratarse de una potencia imperialista, ubicada a miles de kilómetros de nuestro territorio, donde imperaba una ideología ajena a nuestras tradiciones.

La decisión de promover aquel acercamiento afectó las relaciones con Estados Unidos y los países latinoamericanos, y llegó incluso a poner en peligro la paz mundial, pero además, desarraigó a cientos de miles de cubanos y ha hundido en la pobreza a la mayoría de la población.

 

 

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