¿Cambió el juego?
Análisis del impacto que puede tener sobre la estrategia opositora un posible adelanto de la elección presidencial de 2024
Categóricamente, no… es la respuesta a la pregunta que titula este artículo. No cambió el juego, ni cambiaron los jugadores, solo se ha movido el “tablero”; ahora falta saber cómo entendemos lo que está ocurriendo y cuál será nuestro próximo movimiento, porque no cabe duda que en el intrincado ajedrez de la política venezolana, que se desarrolla en varios tableros, es nuestro reloj el que está corriendo, es nuestro tiempo el que se consume.
Conclusión vigente.
La conclusión del artículo que había escrito para publicar este fin de semana, y que ya no verá la luz, era la siguiente: “Mantener y fortalecer la unidad y organizar al pueblo opositor para la vía electoral son las prioridades de la oposición democrática, y así lo ha entendido y reafirmado la candidata de la oposición; pero, las piezas del complicado juego están sobre el tablero, en una partida extremadamente dinámica y las posiciones pueden cambiar todos los días.” La conclusión creo que es aún pertinente, pues la decisión −de confirmarse, porque aquí todo es posible− de que las elecciones presidenciales de 2024 se adelantarían para el próximo mes de mayo, si bien metió mi artículo en el congelador o lo canceló de manera definitiva, no canceló el problema de la estrategia que tenemos que seguir desarrollando. Si se confirma el adelanto de las elecciones, el gobierno venezolano habría iniciado otra jugada, que debemos analizar. Desde luego no pretendo asumir la paternidad de ninguna de las ideas que expongo aquí; son ideas que están circulando y yo simplemente las tomo, las resumo, las comparto e invito a reflexionar sobre ellas.
Los actores y sus objetivos.
Si el juego no ha cambiado, tampoco los actores, ni sus objetivos. Las prioridades, probablemente, sí; y en consecuencia hay que reevaluar la estrategia. Desde luego, los actores no tienen la misma fuerza, ni capacidad de negociación. Pero, esa es la maraña que debemos descifrar y en la que nos tenemos que mover. Comencemos por describirlos y evaluar sus objetivos, pues si bien son múltiples los actores participantes −o con deseos de participar− en este intrincado juego, tres son los principales:
El primero, el Gobierno Venezolano (GV), secundado −con disimulo o sin él− por su “oposición” ad hoc, que ahora veremos reanimarse y volver a la escena con “furia”. La finalidad de este actor es eliminar sanciones internacionales que le dé acceso a los recursos económicos, que le permitan apuntalarse en el poder, al menos por seis años más, que es su objetivo primordial.
Las encuestas, la opinión en la calle, los análisis de todos los especialistas, coinciden en señalar que los “números” electorales no favorecen el objetivo del Gobierno de mantenerse en el poder −a pesar de lo que dicen algunos de sus “encuestadores”−, y por lo tanto era de esperarse que tomara algunas de las acciones que está tomando: “sacar” del camino a los rivales que considera más peligrosos y si no hay de donde incrementar el “caudal electoral”, hay que reducir el del contrario, restándole tiempo, para impedir que se organice. Simplificando, no es una estrategia nueva y creo que eso cualquiera lo puede entender, sin alarmarse.
Desde luego que la decisión de inhabilitar a MCM, ratificar la de otros lideres políticos, levantar la sanción a algunos y ahora lo de adelantar el proceso electoral, es una clara “jugada” divisionista que busca ahondar la fractura opositora. Vieja estrategia del “divide y vencerás”, bien secundada por “opositores” en algunos partidos, en el medio empresarial y sectores de opinión −algunos autocalificados de “radicales”− que deliberadamente o no, le hacen el juego a esa estrategia.
El segundo actor es el Gobierno Norteamericano (GN), como expresión de la llamada Comunidad Internacional. Según algunos el objetivo que persigue este actor es asegurarse los recursos energéticos que posee Venezuela, pero ese −si lo es, sobre lo que hay razonables dudas−, no es el objetivo declarado; pues el declarado es restaurar la democracia en Venezuela, objetivo de toda la comunidad democrática internacional, y apuntalar las democracias, heridas por ineficacia y propios errores y por los populismos y autoritarismos de diferentes signos.
Este actor −aunque con problemas en su propio patio, de los que quiere curarse− a nivel internacional, tibiamente para algunos, ha mantenido su estrategia y estaba logrando el respaldo de la comunidad internacional para su política de negociación: La Unión Europea, la OEA y más de una docena de países en todo el orbe se habían manifestado en apoyo a su estrategia y en rechazo a las medidas contra la oposición adoptadas en Venezuela recientemente.
Y el tercer actor es la oposición democrática, que como es bien conocido, su eje protagónico se ha desplazado desde la Plataforma Unitaria hacia Maria Corina Machado (MCM), candidata unitaria, producto de una masiva e innegable votación popular el 22 de octubre de 2023. El objetivo final de este actor, claramente anunciado, es la restauración de la plena democracia en el país. Si aceptamos que los actores no tienen la misma fuerza, ni capacidad de negociación, la oposición democrática sin duda luce como el más débil.
En materia, del levantamiento de las sanciones, factor clave en la negociación que se lleva adelante desde México y ahora en Barbados, es poco lo que pueden hacer los negociadores venezolanos de la oposición democrática; ellos mismos así lo admiten; y eso es, sin duda, la parte más débil de su posición negociadora. La oposición democrática, además de sufrir las consecuencias de los embates del GV, es poco lo que puede “ofrecer a cambio” para una negociación, como no sean principios democráticos, de justicia u orden, que son sin duda abstractos para su “contraparte”, el GV.
Nuevo elemento introducido.
En resumen, hay dos actores principales con fuerza y poder de negociación, el GV y el GN; y eso es algo que la oposición democrática debe entender − creo que lo entiende− y todos los demás venezolanos envueltos en el juego para definir una estrategia. El problema es que no todos lo entendemos por igual. La oposición democrática hizo su jugada, el apoyo popular a su opción electoral unitaria. El GV hizo también su jugada, entre otras, la inhabilitación, y ahora, el adelanto de las elecciones, que tampoco es una “novedad”, pues el calendario electoral se ha movido a conveniencia del actor que tiene el poder para ello y era una posibilidad de la que se venía hablando. De todas maneras, el adelanto de la elección, tan pronto como mayo, si es que se concreta, no deja de ser una jugada sorpresiva, pues se llegó a pensar que, al menos esa parte del Acuerdo de Barbados, de celebrar la elección en el segundo semestre de 2024, se respetaría.
Posible impacto.
De manera que no hay nuevos actores, ni han cambiado sus objetivos, ni sus estrategias, ni su poder negociador. Cambio el escenario. Ahora, ¿Qué tanto cambió? Y, sobre todo, ¿Qué tanto perjudica a la oposición y a su candidata, MCM? Evaluemos, fríamente si eso es posible, algunas de las ideas que circulan al respecto.
Quedan pocas dudas acerca de que la inhabilitación y el adelanto de la elección sacan a MCM del “juego” electoral; pero no la sacan del “juego” político. Y posiblemente ese, afirman algunos, va a ser el error más grave del Gobierno. No me cabe duda que, tal como lo afirma la propia MCM, cito de memoria sus palabras, “2024 es un año políticamente decisivo”. Si, lo sigue siendo, solo que el eje de poder e influencia de la candidata de la unidad, se desplaza del eje electoral, hacia el eje político.
Que MCM vaya o no a ser la candidata de la oposición, es algo que hoy luce con enormes incertidumbres; pero, lo que es claro y compartido por los analistas políticos, es que eso no le merma lo más mínimo su poder e influencia política. La principal victoria de MCM no fue solo dominar avasallantemente la elección primaria, fue la de ponerse en el centro del poder político de la oposición democrática y convertirse en referencia para los venezolanos, y como estamos viendo, para la comunidad internacional… y lo más importante, para el propio gobierno venezolano, que no logra descifrar este oponente.
Le corresponde a la oposición democrática, que ahora ella encabeza, dejar atrás políticas electorales equivocadas y reconstruir su fuerza y capacidad negociadora. Proseguir la ruta de la participación electoral, tantas veces esquivada, como estrategia política y apuntalar la unidad de la oposición. Para ello, a la candidata, tal como formuló en su discurso del 29 de enero en la Plaza Altamira, (ver en YouTube: https://bit.ly/3I1NXOl) le corresponde liderizar la construcción de la Gran Alianza Nacional (GANA), la conformación de su plan 600K, que denominó una “escuela electoral”, para formar a más de 600 mil venezolanos que cuidarán y defenderán los votos de la oposición en la elección presidencial, en Venezuela y en las ciudades que se pueda, alrededor del mundo.
Conclusión.
Sin duda alguna, no ser la candidata es algo que puede pesar en el desarrollo político de MCM; pero, si bien eso dificulta su estrategia personal y legítimas aspiraciones, no necesariamente le impide desarrollar y organizar al pueblo opositor y construir una opción más sólida a futuro. Y finalizo haciendo mías las palabras del padre Luis Ugalde, S.J. en su último artículo: «Ahora el papel relevante de MCM no queda eliminado, sino potenciado. Su indiscutible talento y valentía requieren ahora más creatividad y flexibilidad para un acuerdo de salvación nacional y una candidatura unida y reforzada…” (ver: https://bit.ly/3vYJRUn). En efecto, comparto la idea de que probablemente se podría haber cancelado la opción electoral de MCM, pero se ha fortalecido su opción y capacidad de influencia política, dependiendo de cómo mueva las piezas.