DictaduraEconomía

Canción triste por la Tarea Ordenamiento

Nunca antes una política económica del régimen había sido tan amplia y sonoramente cuestionada por el pueblo de Cuba

La Mesa Redonda del pasado día 12 ha dejado clara una cuestión: la Tarea Ordenamiento está muerta y enterrada a los dos meses de su entrada en vigor, y aquel espíritu «reformista» que pretendía eliminar obstáculos de la economía se ha quedado en lo que iba a ser, una unificación monetaria y cambiaria sin más.

Las principales reformas, la fijación de precios por las empresas y la reducción de subsidios y gratuidades o la nueva estructura salarial han pasado a mejor vida, tras las últimas modificaciones de los precios centralizados y controlados y el aumento de gastos del presupuesto. La pirámide salarial, que se pretendía enderezar con aquella estructura de niveles, ha vuelto a «invertirse», con los cambios introducidos. Tiempo habrá para analizar con más detalle las modificaciones expuestas por Murillo y las ministras de Trabajo y de Finanzas y Precios en el programa televisivo.

Las autoridades culpan a la complejidad del momento económico o al embargo de EE UU para explicar esta revisión de la Tarea Ordenamiento, pero hay razones mucho más importantes.

Nunca antes una política económica del régimen había sido tan amplia y sonoramente cuestionada por el pueblo de Cuba. Los daños ocasionados por la política puede que ya sean irreparables. Los cubanos se han dado cuenta de la enorme dependencia que tienen del Estado y que, cuando este decide reducir su peso, la situación económica se deteriora de forma acelerada. La creencia es errónea, y viene motivada porque no se han implementado las reformas estructurales que se necesitan para que esa reducción de la intervención del Estado no provoque los efectos de empobrecimiento que se han vivido en estos dos meses.

Este tipo de decisiones de enterrar una política económica en curso de aplicación tiene sus consecuencias. No tardarán en ser experimentadas

 

De otro lado, la proximidad del Congreso comunista ha obligado a parar. Murillo se ha percatado de que Díaz Canel ya no está de su lado, entendiendo que la economía quema a quien la toca, y por tanto, está consumiendo sus últimos cartuchos para conservar algún apoyo cuando se produzca el cambio en el Partido y su patrocinador, Raúl Castro, se aparte definitivamente de la escena política. Un juego peligroso y legítimo de aquellos que ocupan las bancadas del poder y no quieren ser desplazados de sus privilegios.

Y claro, este tipo de decisiones de enterrar una política económica en curso de aplicación tiene sus consecuencias. No tardarán en ser experimentadas.

La primera vendrá provocada por la credibilidad internacional de las autoridades encargadas de la dirección de los asuntos económicos, que tendrá su correlato en una mayor dificultad para atraer inversiones extranjeras, movilizar el comercio de mercancías y servicios e, incluso, una eventual renegociación del endeudamiento internacional. Tanto se ha hablado de la Tarea Ordenamiento que desde fuera del país hay mucha gente escudriñando lo que pasa. La decepción les afectará, no cabe duda, y eso tendrá sus consecuencias.

La segunda puede ser más interna, y ya se está observando en algunos indicadores que los dirigentes quieren presentar como efectos positivos de la Tarea Ordenamiento, pero no lo son. Por ejemplo, el aumento de la población activa, del número de personas que buscan empleo en las direcciones provinciales de trabajo, es un indicador de un notable deterioro de las condiciones económicas, que obligan a todos los miembros de la unidad familiar a aportar ingresos para llegar a fin de mes.

Y este tipo de consecuencias se palían por los dirigentes políticos cubanos limitando la información oficial que permita realizar una evaluación objetiva del proceso, en tanto que la creciente utilización de «datos maquillados» añade más dudas sobre lo que dicen los dirigentes restando la poca credibilidad que aún conservan.

De modo que, tras dos meses y medio, la Tarea Ordenamiento cada vez se parece menos a aquel torrente de decretos leyes, órdenes y regulaciones que cayeron como una bomba sobre la economía y sociedad cubanas a finales de diciembre. Tanto maquillaje ha sido aplicado al programa, que no deja ver las arrugas, y sobre todo, las deficiencias que sigue teniendo la política económica, que en el curso de un corto e intenso período de tiempo se ha quedado obsoleta y muestra una notable incapacidad para ordenar, más bien todo lo contrario.

Esta es la cuestión: que la rectificación ha ido tan lejos que ya no se puede hablar de Tarea Ordenamiento ni de nada parecido. Se tiene que hablar de fracaso, de rotundo fracaso

 

No pueden decir que no se les avisó. En este blog se dijo, en varias ocasiones, que la Tarea Ordenamiento no estaba bien definida, y que no era condición necesaria ni mucho menos suficiente para resolver los graves problemas de fondo de la economía. Además, que el momento elegido, con la crisis de la pandemia hundiendo la economía un 12% entre 2019 y 2020, no era el más adecuado. Díaz Canel lo dijo en su momento con relación al ordenamiento: «A pesar de la complejidad en su implementación ha seguido planteamiento a planteamiento, discusión a discusión, y se han ido rectificando cuestiones que no nos salieron bien».

Esta es la cuestión: que la rectificación ha ido tan lejos que ya no se puede hablar de Tarea Ordenamiento ni de nada parecido. Se tiene que hablar de fracaso, de rotundo fracaso de las autoridades para enfrentarse a los graves problemas de la economía. Ni siquiera una devaluación del peso cubano de un 2.300%, de las más elevadas que conozco en la historia, ha conseguido aumentar las exportaciones, lo que puede tener mucho que ver con los incrementos de salarios sin contrapartida de la productividad, que han disparado los costes de producción de las empresas acercándolas a situaciones de insolvencia, incluso los grandes grupos.

La Tarea Ordenamiento se ha venido abajo por ser una política económica errónea, mal diseñada y peor implementada, que genera efectos muy negativos sobre la economía y la sociedad y que necesita actuaciones estructurales previas para su implantación. Actuaciones que no se han producido, sino todo lo contrario, por cuanto las viejas mimbres del cesto comunista que dirige la economía permanecen intactas.

El torrente de fracasos ha sido formidable. Fracasos en las reformas de precios e ingresos, que eran cruciales en el diseño de la Tarea Ordenamiento, con un amplio rechazo social porque han provocado un notable empobrecimiento en un período de tiempo muy corto. Fracaso de la fijación de precios y tarifas, que se han tenido que rebajar con un importante sacrificio fiscal con cargo al presupuesto, elevando de forma notable el déficit planeado de 18% del PIB para 2021. Fracasos en los salarios. Fracaso en la asistencia social a los vulnerables, porque ni los destinatarios se sienten seguros ni las empresas y entidades que prestan los servicios pueden soportar los nuevos precios.

Murillo se está buscando su sitio en el Congreso, y es comprensible. Pero mucho me temo que su trabajo está amortizado

 

Fracasos que Murillo atribuyó a «errores en la implementación, precios que se dispararon y sobre todo, los precios del mercado informal de la economía debido al déficit existente». Con estas referencias citadas, incluido el déficit, Murillo reconoce la responsabilidad directa del Gobierno al que pertenece en el fracaso de la política económica y con tal bagaje, no cabe duda que presentar una dimisión honorable, podría ser un camino correcto, pero no fue así, porque según él, estaban «estudiando a profundidad lo ocurrido y hemos tomado medidas que se han ido informando». El maquillaje.

Al final del programa, Murillo, en un intento de quedar bien con la audiencia, volvió a intervenir tras la participación más técnica de las dos ministras, para decir que se continúa escuchando y estudiando las opiniones de la población para que la Tarea Ordenamiento avance, aun cuando haya perdido mucho del aparataje que tuvo en un primer momento.

A dos meses y medio del día cero, la realidad es que la Tarea Ordenamiento no tiene mucho que ver con lo planteado en un principio y que tanto maquillaje no ha servido para eliminar de raíz los problemas y amenazas sobre la realidad de la economía y la sociedad. Las autoridades se empeñan en seguir implementando esta Tarea «bis», por denominarla de algún modo, y que según lo que han dicho, todavía puede cambiar más.

¿Qué queda entonces a partir de ahora? Poco o nada. Tan solo esperar al cónclave comunista en el que se exigirán responsabilidades, sin armar mucho ruido. Murillo lo dijo en el programa: «Parte de los análisis que se están realizando serán discutidos y que el Congreso tomará las decisiones de políticas a futuro que ratifiquen la visión de la nación cubana socialista, próspera y sostenible».

Murillo se está buscando su sitio en el Congreso, y es comprensible. Pero mucho me temo que su trabajo está amortizado, por mucho que él diga que es intenso y de alta dedicación, que no tengo la menor duda, y no va a continuar. Una lástima, porque otros serán los encargados de llevar adelante las reformas que Murillo sabe que necesita la economía cubana, pero no ha tenido valor suficiente para implementar.

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Nota de la Redacción: Este texto fue publicado originalmente en el blog Cubaeconomía y se reproduce aquí con permiso del autor.

 

 

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