Candilejas: Chaplin, una película, una actriz y una melodía…
«Candilejas» (Limelight, 1952) fue la última película producida en los Estados Unidos por Charlie Chaplin. Y con total justicia, está en la lista de sus mejores filmes.
Chaplin, a sus 63 años, dio al mundo un gran guion, lleno de sensibilidad y nostalgia, con toques autobiográficos, y una de las más extraordinarias bandas sonoras de la historia. De la película, de su música, y de su jovencísima actriz principal, es que va esta nota.
El título rescata los orígenes artísticos de Chaplin (nacido en Londres, el 16 de abril de 1889 – fallecido en Suiza en 1977), en el teatro, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. La relación entre los dos personajes protagonistas, Calvero y Thereza, es asimismo una clara referencia al amor entre Chaplin y su Oona (O’Neill, hija del dramaturgo Eugene O’Neill), que escandalizó a la sociedad por sus casi cuatro décadas de diferencia en edad. El filme, situado en Londres, en 1914, refleja la añoranza de Chaplin por su ciudad natal, justo antes de abandonarla en la Primera Guerra Mundial. No voy a dar spoilers, solo el argumento fundamental: un veterano cómico llamado Calvero (Charles Chaplin), en plena decadencia y alcohólico, acoge en su casa a una joven atormentada y paralítica, Thereza (Claire Bloom), bailarina frustrada.
Candilejas tiene 8.1/10 en IMDB (casi 20.000 votantes). Con un argumento similar a «Luces de la Ciudad» (City Lights), también de Chaplin, de 1931, en la cual el protagonista también ayuda a una heroína a superar un problema físico.
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¿Quién era, y quién es nuestra protagonista, Claire Bloom? Responder a fondo la pregunta daría para varias notas; la actriz, todavía activa, acaba de cumplir el pasado febrero 90 años, siendo nativa como Chaplin de Londres, e hija de judíos que emigraron desde Bielorrusia. Luego de recibir clases en algunas de las academias de drama más reputadas de Inglaterra, debuta primero en la radio; luego ya en 1946 pasa a la escena, y con apenas 16 años los críticos aclaman su labor por actuaciones en obras de Shakespeare como «King John», «The Winter’s Tale» y, notablemente, por su papel de Ofelia en un Hamlet representado en Stratford-on-Avon, teniendo como pareja a quien es considerado uno de los más grandes Hamlets de la historia, Paul Scofield, quien si bien no se prodigó mucho en el cine (hizo más Tv), obtuvo el Oscar a Mejor Actor por su papel como Tomás Moro en «A Man for All Seasons» (El hombre de dos reinos, 1966). Ella también repitió el papel con Richard Burton como Hamlet.
En ese momento, en 1947, Bloom y Burton se enamoraron. Nunca se casaron. Bloom lo hizo tres veces. Primero con el actor Rod Steiger, padre de su única hija, la cantante Anna Steiger. En 1969 se casó con Hillard Elkins y en 1990 con el reconocido escritor norteamericano Philip Roth.
Bloom escribió años después que sintió un flechazo por Scofield, quien sin embargo era ya un hombre felizmente casado y con un hijo; Scofield afirmaría que «ella tenía apenas 16 años -tan joven e inevitablemente inexperta; lucía muy hermosa, y actuaba con una seguridad abrumadora, que contradecía completamente su inexperiencia y casi tímida reticencia. Ella fue, sin lugar a dudas, una excelente Ofelia».
Pero el amor de su vida fue Burton. Este le dijo a un biógrafo, Michael Munn, que «solo amé a dos mujeres antes de Elizabeth [Taylor]: Sybil -Christopher, su primera esposa- y Claire Bloom«. Ella, en una entrevista en 2002, dijo de Burton: «Lo tenía todo: inteligencia, belleza física, una voz increíble. No había otro como él. Cuando trabajamos en el Old Vic, probó que un actor, originalmente de la clase trabajadora, podía triunfar. Yo me enorgullecí mucho por sus logros».
Obtuvo la orden británica CBE (Commander of the Order of the British Empire), por una meritoria carrera que la ha llevado a actuar en más de sesenta películas y con papeles extraordinarios en teatro, en obras como Casa de Muñecas (Henrik Ibsen), Un Tranvía llamado Deseo (Tennessee Williams), y Long Day’s Journey into Night (Eugene O’Neill).
Para el crítico Kenneth Tynan, su muy clásica Julieta fue «la mejor que he visto en toda mi vida», y luego de que hiciera de Blanche DuBois en A Streetcar Named Desire (Un tranvía llamado deseo), su creador, Tennessee Williams, señaló: «Me declaro absolutamente enloquecido por Claire Bloom».
Para el cine internacional fue descubierta por Chaplin en 1952, en Candilejas. Durante su carrera trabajó al lado de un grupo actoral sencillamente extraordinario, incluyendo a Richard Burton, Laurence Olivier, John Gielgud, Paul Scofield, Ralph Richardson, Yul Brynner, George C. Scott, James Mason, Paul Newman, Cliff Robertson, Anthony Hopkins y su primer marido Rod Steiger.
Una escena de Chaplin y Bloom en Candilejas:
A continuación Claire Bloom, en una entrevista, explica sus inicios en el teatro, y cómo Chaplin le pidió que protagonizara Candilejas (un amigo de él la vio actuar en Londres, y la recomendó):
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No por nada Candilejas ganó el Oscar por su música, escrita por el propio Charles Chaplin, y arreglada por Ray Rasch y Larry Russell.
En dos platos: es considerada entre las mejores partituras de la historia del cine. En 1973, veintiún años después, Chaplin recibió su único Oscar competitivo (había recibido uno honorario, por su obra, el año anterior), por esta magistral melodía, a los 83 años de edad. ¿Por qué tantos años después?
Durante una gira promocional del filme en Inglaterra, en pleno desarrollo del Macartismo, el actor fue informado que se le prohibía el reingreso en los Estados Unidos, por supuestas simpatías comunistas. La ironía, para Chaplin, era evidente. Fue expulsado promocionando uno de sus filmes menos políticos. El premio se le otorgó finalmente en 1973, porque Candilejas solo fue estrenada en Los Angeles el año anterior, 1972. Y ello era una condición necesaria para ser nominado. Al ser estrenada en dicha ciudad era un hecho que la música de Candilejas sería nominada, y ganaría el Oscar en la siguiente entrega, lo cual ocurrió.
Oigamos su tema principal, inmortal:
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Finalmente, podemos disfrutar asimismo el toque genial chaplinesco en una escena de la película entre Chaplin y otro de los grandes de la comedia muda, Buster Keaton. La única vez que estos genios del cine silente actuaron juntos.