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Caracas, la nueva capital de las casas muertas

Caracas, la nueva capital de las casas muertas - Analitica.com

 

Causa desolación caminar hoy por urbanizaciones caraqueñas y tropezar con casas hermosas abandonadas, otras con carteles de “Se vende”, y edificios con apartamentos vacíos que alguna vez fueron hogares plenos de vida. La misma escena se repite en centros comerciales convertidos en esqueletos: locales cerrados, vitrinas desiertas, pasillos en silencio.

No se trata solo de pérdidas materiales. Es el testimonio visible de un éxodo masivo y de una esperanza rota. Como si la ciudad, otrora vibrante, se hubiese quedado despoblada de su propia alma.

La imagen remite inevitablemente a Casas Muertas, la célebre novela de Miguel Otero Silva. Aquella obra retrataba pueblos del llano en decadencia, pero con la intuición de que habría un renacer. Y lo hubo: Venezuela entró luego en un ciclo de modernización, crecimiento y confianza en el futuro.

Hoy la metáfora regresa con dolorosa actualidad, aunque con un matiz distinto. No es la desolación rural de pueblos olvidados, sino la urbana, en el corazón mismo del país. La sensación es doble: la esperanza de que Venezuela pueda levantarse de sus ruinas y, al mismo tiempo, la certeza de que la recuperación no será ni rápida ni sencilla.

La destrucción ha sido integral: económica, institucional, ética y moral. Reconstruir Caracas —y con ella a toda Venezuela— exige más que restaurar infraestructuras. Implica recomponer la confianza, rescatar la dignidad y reconstruir el sentido de comunidad.

La pregunta que se abre frente a estas nuevas casas muertas es la misma que resuena en la conciencia nacional: ¿seremos capaces de transformar esta desolación en preludio de un renacer, como en los tiempos de Otero Silva, o quedaremos atrapados demasiado tiempo en el abandono?

 

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