Cardenal Ortega: «No creo que vaya a haber una ruptura entre Cuba y la Administración Trump»
El arzobispo emérito de La Habana asegura que en la «revisión» de la política de EE.UU. hacia la isla «pudiera haber quizás algo referente a derechos humanos»
El cardenal Jaime Ortega y Alamino (Jagüey Grande, Matanzas, 1936) ha sido testigo directo de las negociaciones secretas que culminaron el 17 de diciembre de 2014 con el anuncio del deshielo entre Estados Unidos y Cuba. El Papa Francisco eligió al hoy arzobispo emérito de La Habana para mediar entre ambos gobiernos, después de que Barack Obama y Raúl Castro pidieran al Pontífice su apoyo a las conversaciones. Ortega cree que el poso del diálogo se ha asentado entre dos países enfrentados durante más de cinco décadas y no ve probable una ruptura entre la Administración Trump y el régimen castrista, según revela en una entrevista concedida a ABC y Aciprensa. Arropado por el cardenal Carlos Amigo y el ex ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, Ortega ha presentado en la Casa de América su libro «Encuentro, diálogo y acuerdo» (San Pablo), en el que explica los pasos que condujeron al histórico acuerdo. «No solo tuve la extraordinaria posibilidad de ser portador de una carta del Papa para cada uno de los presidentes, sino también de conocer y transmitir a ambos el mensaje que el otro le enviaba. Se estaba produciendo así un encuentro triangular, cuya línea primordial y básica era el Papa Francisco», relata el cardenal cubano.
Ordenado sacerdote en 1964 y elevado a cardenal en 1994, en sus más de tres décadas como arzobispo de La Habana vivió las visitas de tres pontífices al país y logró ganar espacios para la Iglesia católica. Atrás quedaron los años en que los religiosos eran perseguidos por el castrismo. El mismo estuvo en un campo de trabajos forzados. Controvertida figura tanto dentro como fuera de Cuba, sus detractores le critican por no condenar abiertamente la dictadura y «negar la existencia de presos políticos», mientras otros hacen un «balance positivo de su misión como religioso y como cubano». Jaime Ortega tuvo un papel clave en la liberación de los prisioneros políticos de la llamada Primavera Negra en 2010, muchos de ellos conminados al destierro en España. En su biografía del Arzobispado de La Habana se explica que uno de los frutos de su diálogo «con las más altas autoridades cubanas» ha sido «el proceso de excarcelación de los presos por motivos políticos». En el último año los presos políticos se han duplicado en el país, de 70 a 140, según el informe divulgado esta semana por la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (Ccdhrn). Uno de ellos es Eduardo Cardet, líder del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), detenido poco después de la muerte de Fidel Castro.
–¿Teme que las actuales relaciones entre Cuba y Estados Unidos se malogren si la Administración Trump cumple su amenaza de revertir la política hacia la isla de Obama? Un alto cargo del Departamento de Estado, Francisco Palmieri, acaba de afirmar que habrá «importantes diferencias» y un «mayor énfasis» en derechos humanos. Precisamente cuando esta semana la Ccdhrn ha señalado que en Cuba hay 140 presos políticos.
-No estoy al tanto. De la declaración de EE.UU. sí he sabido lo que ha dicho sobre la revisión. Pero no creo que la revisión total sea para derogar los acuerdos si no para modificar algunos aspectos. Este acuerdo es el acuerdo de ponerse a hablar los dos. Tuvo como resultado la apertura de embajadas en ambos países y el restablecimiento de las relaciones. No es fácil que rompan las relaciones diplomáticas ahora, después de este acuerdo. Se dan pasos que muchas veces tienen cierta irreversibilidad. Continúa con toda facilidad el envío de remesas desde EE.UU. a los familiares en Cuba, los vuelos y los viajes entre los dos países, ha habido un gran cambio en el campo de las comunicaciones, intercambios de profesores y estudiantes… Hay una serie de entidades independientes del Gobierno de EE.UU. que han creado ya relaciones con Cuba. En la revisión pudiera haber quizás algo referente a derechos humanos, a enfoques u otros temas, como las propiedades que los norteamericanos perdieron al inicio de la revolución por las intervenciones estatales. De todo eso ya se había hablado antes. En ese diálogo pueden tratarse incluso las modificaciones que anuncian. No me sorprende tanto ni me parece que vaya a haber un rompimiento.
-¿Su sustituto en el Arzobispado de La Habana, Juan de la Caridad García, va a seguir el diálogo con el Gobierno de Castro? La oposición cubana ha pedido ser incluida en las conversaciones. ¿Ese día está cerca?
-El diálogo con el Gobierno cubano es un diálogo de la Iglesia, no solo del arzobispo de La Habana, es de toda la Conferencia Episcopal. Un diálogo que la Iglesia primero tuvo únicamente a través de la Nunciatura Apostólica en los años más difíciles y que después pasó a ser de todos los obispos con el Gobierno como Conferencia Episcopal y cada obispo con las autoridades de su diócesis.
-¿De qué manera ha sido indispensable la colaboración del Papa Francisco en el restablecimiento de relaciones entre los dos países?
-El Papa jugó un papel muy importante. Por eso el título del libro. El Papa cree que todos los problemas se pueden superar a través de un diálogo. Pero no entre naciones sino entre personas. De hecho, él no logró aquí estos acuerdos sino poniendo en contacto al presidente Raúl Castro con el presidente Barack Obama, y ellos dialogaron. Incluso el día antes del anuncio a sus respectivos pueblos dialogaron por teléfono durante más de 40 minutos. El Papa pretendía un diálogo de los dos que pudiera acercar a las dos naciones, a los dos gobiernos, que nos pudiera llevar por un camino de acercamiento.
Recientemente se reunieron los obispos cubanos con el Papa, quien les pidió una serie de cambios. ¿Qué les pidió exactamente?
-Yo estaba en la reunión y el Papa no nos pidió cambios. Si la palabra cambio se mencionó fue para decir los obispos que en Cuba había habido muchos cambios en el orden económico, del empleo de trabajadores en el sector privado, respecto a la propiedad, pero que nosotros esperábamos que esos cambios continuaran y avanzaran. Eso fue lo que realmente hablamos con él y en otros dicasterios romanos, donde también nos referimos a los cambios que ha habido en la vida de la Iglesia con respecto al pasado, sus posibilidades en la práctica pública del culto, su presencia con cierta mayor frecuencia en los medios de comunicación, etcétera. Evidentemente acotando las insuficiencias de los cambios pero deseando que continúen como es lógico.