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Cargos del PP pedían a Casado el cese de Egea desde hace año y medio

La dirección parlamentaria le avisó el martes del comunicado redactado y le ofreció no publicarlo si hacía cambios

Dice el refranero español que el que avisa no es traidor. Y el presidente del PP, Pablo Casado, fue advertido no una sino múltiples veces de que el ya exsecretario generalTeodoro García Egea, estaba desgarrando el partido y el grupo parlamentario. «Se lo dijimos una y otra vez todos los que además de cargos éramos amigos de Pablo. La primera, tras el cese de Cayetana como portavoz, hace más de año y medio». Así lo recuerda para ABC uno de los dirigentes del grupo parlamentario que llevaba tiempo previniendo al todavía líder del partido de que García Egea destrozaba a todo aquel «que no lograba controlar» y que era un peligro para el proyecto y para el partido.

«Pablo actuaba con ambivalencia… Nos decía que nos apoyaba pero sabía lo que hacía Teodoro y le dejaba hacer. El problema fue creciendo y las relaciones de Pablo con todos los que le advertíamos se fueron deteriorando. Sabíamos que si Teodoro nos vetaba, él no iba a hacer nada. Aún así, seguíamos a su lado», añade.

Estructura paralela

Otros altos cargos del PP corroboran el relato. «Sí, se lo advertimos todos, uno tras otro, por activa y por pasiva, los veteranos y los de su quinta, sobre todo a partir de lo de Cayetana. Egea se dedicaba hacer una estructura paralela en todas partes, en el partido, en el grupo parlamentario, en los territorios, una estructura que pudiera controlar y eso implica división y fractura. ¿Y al final para qué? Cuando lo ha necesitado, no le han respondido», señala otro dirigente popular.

Fuentes cercanas al presidente del PP confirman que «había cargos que pedían la cabeza de García Egea desde hace tiempo», pero que Casado siempre entendió que se trataba de «guerras internas y además pidió que se acabaran». «Teodoro le daba mucha seguridad, controlaba el partido y él podía dedicarse a la política, que es lo que quería. Esa seguridad es oro cuando lo demás son dificultades, cuando te eclosiona un partido como Vox al mismo tiempo que tienes que absorber a otro como Cs», añaden. «Casado ha sido el líder de la oposición que más difícil lo ha tenido y el único que se ha colocado el primero en las encuestas en solo tres años. Eso también hay que tenerlo en cuenta para entender su total delegación orgánica en Teodoro», subrayan.

Las advertencias que recibió Casado durante meses procedieron de muchos de los que esta semana terminaron dándole la espalda al verse ignorados cuando el partido se estaba desangrando en vivo y en directo por la mala gestión del ex número dos. Aún así, el proceso no fue rápido ni sencillo sino lento y doloroso. Fundamentalmente, porque todos ellos albergaban la esperanza de que terminaría cesando a García Egea al ver la situación a la que había llevado a la formación y le siguieron apoyando hasta que la situación era insostenible.

Durante el pasado fin de semana, entre las llamadas de barones y otros dirigentes populares, destacados miembros del grupo parlamentario avisaron a Casado de que García Egea no podía continuar y de que debía llevar su cese al Comité de Dirección del lunes para apaciguar el partido y recabar apoyos. Estos avisos eran cruciales porque el grupo parlamentario era hasta entonces el barco acorazado de Génova. Las listas electorales del PP fueron hechas a base de gente de confianza de Casado y García Egea, muy vinculada al aparato y todo el mundo suponía su control absoluto. Pero el presidente popular tampoco hizo caso a estos mensajes. «Parecía que escuchaba y que se planteaba cesar a Egea, pero luego nada…», recuerda uno de los interlocutores.

Con todo, la bancada popular siguió aguantando a la espera del Comité de Dirección de lunes. La mayoría de cargos, incluida la portavoz parlamentaria, Cuca Gamara, y la vicepresidenta segunda del Congreso, Ana Pastor, pidieron el cese de García Egea y la convocatoria de un congreso. Pero de nuevo Casado siguió sin hacer nada.

El líder popular aún recibió un último aviso la mañana del martes. El núcleo duro del grupo parlamentario -de su total confianza- redactó un comunicado de adhesión a Gamarra y Pastor para sacarle de su enrocamiento. «Pactamos el texto y el procedimiento. Uno de nosotros le avisaría y le pediría que actuara, dándole la opción de no publicar el comunicado si se movía. Era un movimiento para obligarle a actuar, para intentar sacarle de donde estaba… Solo si no actuaba lo publicaríamos», señala uno de los siete firmantes, todos ellos miembros del consejo de dirección del grupo parlamentario. «Fue durísimo pero teníamos que hacerlo por lealtad al partido y respeto a él. El comunicado no pedía su cese, pedía la salida de Egea y la convocatoria del congreso extraordinario. Lo que, a esas alturas, ya pedía todo el mundo», señala otro.

En torno a las doce de la mañana, Casado recibió la llamada de uno de los firmantes. Dijo que no cesaría a García Egea pero pidió tiempo, cinco minutos, porque haría cambios. No devolvió la llamada y sobre las doce y cuarto, hubo un nuevo contacto desde el Congreso. Casado volvió a pedir más tiempo. Esta vez hasta la una, pero no dio explicaciones. A esa hora estaba prevista la reunión ordinaria del grupo parlamentario y corría el rumor de que García Egea planeaba acudir para montar un ‘show’ y presionar a los diputados. En ese momento saltó, además, la noticia de que Anticorrupción iba a investigar el contrato del hermano de Isabel Díaz Ayuso y creció el temor a que Génova lo utilizara para alargar su enroque. Tras deliberar, y sin tener más noticias de Casado, su núcleo duro en el Congreso publicó el comunicado. El todavía presidente se quedaba solo.

No bandos sino formas

La ruptura del PP con Casado no ha sido una elección de bandos entre él y Díaz Ayuso, y mucho menos en el caso del Congreso donde ella no tenía influencia orgánica alguna. Lo que ha tumbado al todavía presidente popular ha sido una rebelión frente a la forma de hacer política de García Egea que le acabó contaminando a él. «Hubo un antes y un después cuando se violó públicamente y sin pruebas la presunción de inocencia de Ayuso. Pero no porque fuera ella, ni porque fuera compañera de partido. Hubiera sido igual de inaceptable que se hubiera hecho lo mismo con Sánchez. La presunción de inocencia es un derecho. Yo ya no podía secundar esa manera de hacer política», señala un miembro del grupo parlamentario.

 

 

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