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Carlos Eduardo Herrera: En la UCAB en aquellos convulsionados años 70

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 Artículo dedicado al apreciado compañero  abogado y periodista Alberto Lovera Viana, bisagra entre la JRC y la DCU en la Universidad Católica Andrés Bello.

 

Los convulsionados años 70

La Universidad Católica Andrés Bello  no escapó a la crisis universitaria que vivió el mundo en la década de los 70. Comencé mis estudios superiores en aquellos años con la ilusión propia de iniciar la anhelada carrera de derecho en esa prestigiosa casa de estudios. Venía de La Salle la Colina a estudiar con nuestros rivales tradicionales  del San Ignacio. Sentía la satisfacción de que como presidente del centro de estudiantes lasallista le habíamos ganado la última olimpíada al Loyola. Ahora me encontraría con tirios y troyanos en esta nueva etapa de mi vida estudiantil.

Las sorpresas no se hicieron esperar y muy pronto conocí el rifirrafe universitario. Una bulliciosa huelga de hambre en el tercer piso del edificio de aulas, manifestaciones en el turno diurno y nocturno, suspensión temporal de clases, renuncias de ilustres profesores de quienes aspiraba escuchar sus disertaciones, asambleas y  mítines de los grupos de izquierda  auspiciadores de la revuelta estudiantil. En fin, terminaba la plácida etapa del colegio para iniciar una nueva que prometía mucha acción. Algunos de los compañeros prefirieron dejar las aulas ucabistas e inscribirse en las universidades de Carabobo y  de Los Andes. Por mi parte y en compañía de mi querido amigo Francisco Casanova preferimos asistir como oyentes a las clases de derecho en la Universidad Central de Venezuela, la cual resultó una experiencia muy enriquecedora.

La UCAB se vio envuelta en una crisis de importantes dimensiones, que afectó su vida institucional y que conllevó la renuncia de las autoridades entre ellas el rector el padre Pío Bello Ricardo s.j., teólogo, filósofo, doctorado en sicología en la U.C.V.  En este punto debe recordarse que la UCAB fue fundada en octubre de 1953 “…nació en casa prestada por el Colegio San Ignacio, la Universidad católica pobre, modesta, con grandes sueños y con más colaboradores voluntarios que bolívares para pagarles. La modesta semilla se hizo árbol frondoso y de ella nacieron la Universidad Católica del Táchira (1962) y la UCAB-Guayana (1995). De acuerdo a los clichés y caricaturas político-ideológicas, la Católica sería una escuelita parroquial para sifrinos, defensores de la dictadura y de la derecha…pero hubo sorpresas.” (Historia que Compromete, 60 años UCAB de servicio a Venezuela, Caracas 2014. Apéndice 3, Luis Ugalde pág. 245).

Continuando la historia que nos ocupa dejemos que sea el padre Pío Bello quien comente aquellos acontecimientos: “La crisis de 1972 tuvo raíces tan hondas que llegó a dividir a los Jesuitas. Universitariamente hablando el país estaba conmocionado por la influencia del mayo francés y por los movimientos estudiantiles de América. Traté de evitar que el movimiento estudiantil ucabista se politizara. Un sector de los Jesuitas opinaba que la política era parte de la formación del estudiantado. Para mi, tenía un signo de deformación y desorientación. Las elecciones estudiantiles debían tener un sello académico y no político (…) Los partidos de izquierda querían hacer feudos dentro de la UCAB. Me hicieron un cliché que no tenía sentido, ser un hombre de derecha. No soy conservador en lo absoluto, mis ideas no habían cambiado, fueron las circunstancias las que lo hicieron (…) los líderes estudiantiles debían ser elegidos por sus cualidades académicas y no por su ideología.” (El Ucabista, mayo 1997. W2.ucab.edu.ve)

La UCAB comenzó una nueva etapa con el nombramiento de un  rector laico; se trató del Ing. Guido Arnal (1972-1990) a quien le correspondió pacificar la universidad y enderezar los entuertos producidos por aquella crisis de 1972.

 

La actividad política y la UCAB 

La tradición ucabista ha sido celebrar elecciones estudiantiles en mayo de cada año. En pocos días se realizaba la campaña electoral y los candidatos recorrían las aulas para presentar sus programas y animar la participación electoral. Los salones y  pasillos se  llenaban de propaganda elaborada de manera artesanal por los distintos comandos, de esta manera la política sólo se hacía sentir en aquellas semanas electorales. Los partidos políticos tradicionales no participaban directamente en aquellas jornadas con sus insignias y consignas, preferían presentarse como grupos de carácter independiente con mensajes académicos e institucionales y con candidatos normalmente de buen rendimiento en sus calificaciones. La verdad es que la participación no era multitudinaria, y más bien  giraba en torno a los equipos conformados por los aspirantes y a la propaganda personal.

 Eso no significaba que los partidos tradicionales (COPEI, AD, MAS) no tuvieran presencia, la tenían de una manera modesta y como se expresó anteriormente preferían participar de una manera indirecta apoyando grupos no identificados con organizaciones políticas. 

La facultad de derecho de la UCAB por su propia naturaleza era campo abonado para este tipo de activismo político, por una parte muchos de los alumnos provenían de familias con alguna inclinación partidista y por la otra muchos encontraban en el activismo la manera de encauzar sus inquietudes sociales y políticas. Algunos sacerdotes jesuitas animaban a la participación social con charlas, convivencias y encuentros estudiantiles, tal es el caso del padre Luis María Olaso, defensor a ultranza de los derechos humanos. Bien lo expresó en su nota de duelo el ex presidente Luis Herrera Campins: “Supo enseñar y orientar desde las Cátedras de Introducción del Derecho y de Filosofía del Derecho y a través de sus libros y ejemplo desplegar su sensibilidad social en el campo de defensa de los derechos humanos, donde rindió una labor digna de encomio y unánimemente reconocida.”

Alberto Lovera Viana bisagra entre la JRC y la DCU de la UCAB

No puede ignorarse en este relato la presencia de Alberto Lovera Viana  como dirigente estudiantil en la UCAB. Para entonces tenía unas horas de vuelo en la actividad política que lo situaba muy por encima de aquellos bisoños estudiantes. Su corta pasantía en las aulas de la UCV y  su experiencia como secretario de educación media de la JRC en Caracas le permitió ser el dirigente más calificado para asumir tareas en la naciente DCU ucabista. 

Ya en aquellos tiempos la DCU había tenido una presencia importante en la UCAB cuando mi pariente Alberto Rodríguez Campins, destacado estudiante de derecho, resultó electo representante estudiantil ante el Consejo Universitario. 

Le correspondió a Alberto Lovera la tarea organizativa de la DCU; para tal responsabilidad contó con el apoyo de Gustavo Rivero, Marco Angeli, Marcelino Hernández (único copeyano que se incorporó a la huelga de hambre en 1972), y Alberto Arapé. Con este último diseñó políticas  con el objetivo de atraer al naciente grupo a las estudiantes mas agraciadas de la universidad. Igualmente  con Saúl Cabrera organizó el grupo “Anarquía creadora” que generó polémica dentro de aquel reducido mundo político universitario. Más tarde se incorporaron Daniel Sánchez y Salvador Militello, activos colaboradores de la DCU.

En estos tiempos (finales de 1973) se sumó como asesor político de la DCU Sadio Garavini recién llegado de Italia,  graduado con honores en la Universidad de Roma en Ciencias Políticas y quien entró como docente en la Escuela de Comunicación Social de la UCAB,  donde dictó la materia de Historia de la Cultura. La presencia de Garavini fue muy importante pues ayudó a consolidar la DCU y en esta época se organizó el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPES) institución que fomentó y auspició la formación de aquellos jóvenes universitarios. Hoy Sadio Garavini es un reconocido académico e internacionalista con una larga y fructífera  carrera en la Cancillería venezolana, autor de diversas publicaciones, fundamentalmente en el campo de las relaciones exteriores y de análisis de la realidad política nacional e internacional. 

La incorporación de Cenovia Casas, Virginia Rivero, Clementina Michelena y Macky Arenas  a la DCU abrió las puertas de aquella organización a estudiantes de otras facultades y permitió la incorporación definitiva de la mujer al mundo político de la UCAB. 

Por su parte Acción Democrática tenía una participación en la política  ucabista a través de sus dirigentes más sobresalientes  Carlos Azuaje, Gonzalo Gerbasi, Ricardo Ciliberto, Julio Arreaza y Juan Carlos Verhook, quienes mantuvieron siempre una cordial relación con la DCU.

El momento mas resaltante de la gestión de Alberto Lovera como coordinador de la DCU en la UCAB fue cuando luego del triunfo de sus candidatos al Consejo Universitario fueron recibidos en pleno por el  Comité  Nacional de COPEI para expresarles su reconocimiento por tan importante triunfo. 

Resulta corto el espacio para recordar en este artículo la incansable tarea desarrollada por Alberto Lovera como dirigente estudiantil, primero en la JRC y luego en la DCU de la UCAB. Hoy Alberto es un distinguido abogado  con una digna carrera profesional, además de cultivar, con obras editadas, su afición a la poesía y a la prosa. 

El Bloque de Derecho 

Uno de aquellos grupos estudiantiles nacidos en la década de los 70 fue el Bloque de Derecho, con fuerte inspiración demócrata cristiana, pero sin identificación plena con el partido COPEI o la Juventud Revolucionaria Copeyana. La presencia de Andrés Caldera y Julio Rodríguez como figuras promotoras de aquel grupo permitió aglutinar un importante número de estudiantes que con entusiasmo se iniciaban en la actividad política universitaria. Me correspondió participar activamente en la segunda generación de aquella agrupación y en tal virtud resulté electo representante estudiantil al Consejo de la Facultad de Derecho.  Durante algunos años ejercimos el liderazgo en las elecciones al Consejo de Facultad de Derecho y al Consejo Universitario de la UCAB. Experiencia enriquecedora que nos permitió compartir y discutir con distinguidos profesores planes y programas en beneficio de  los estudiantes de derecho. Compañeros como Emilio Pittier (h), Eduardo Gómez, Carlos Ayala, Manuel Reyna, Rafael Arráiz, Emilio Berrizbeitia, María Cristina García, Beatriz Díaz, María Elena Sosa (con quien años más tarde contraje matrimonio), Antonio González-Mora, Francisco Utrera, Luis Miguel Otero,  Iván Cuevas, Rubén Creixems, Enrique Iribarren, Braulio Jattar, Jesús María Herrera, Vladimir Petit, Juan José Bolinaga, Carmen Beatriz González, Marianela Ortega, Margarita Nieto, entre muchos otros compañeros y compañeras compartieron  inquietudes en aquel grupo de jóvenes  independientes.

La pasantía por un Consejo Universitario, por un Consejo de Facultad o de Escuela resulta indispensable para la formación de un  dirigente, pues permite ejercitar la tolerancia, el respeto, y la comprensión hacia las ideas ajenas. Enseña a trabajar en equipo como mecanismo idóneo para la solución de problemas y de conflictos.

Otro aspecto importante a destacar  en aquellos años universitarios fue la participación en las Asambleas de Delegados y Centros de Estudiante donde se discutían democráticamente los asuntos relacionados con la vida estudiantil y las distintas iniciativas a presentar ante los organismos de dirección universitaria.

Otras organizaciones estudiantiles como Aboganster dirigidos por Humberto Villasmil y Marisol García así como el Movimiento Integración conducido por Carlos Escarrá y Francisco Fontiveros competían con el Bloque de Derecho en la aceptación por parte de los estudiantes.

Sin duda el Bloque de Derecho constituyó una importante escuela de liderazgo estudiantil que permitió el acercamiento entre distintas generaciones de estudiantes de derecho y fomentó relaciones personales que han perdurado en el tiempo.  

En el año lectivo 1978-79 se fundó una organización denominada Movimiento Independiente de Renovación Estudiantil (MIRE), llamada a renovar la política estudiantil en la facultad de derecho de la UCAB. Fue una confluencia de estudiantes de segundo año, unos venían del Bloque de Derecho, otros habían participado en la vida estudiantil lasallista, pero el común denominador fue su posición independiente en la política. Aquel movimiento emergente fue liderado por Fernando Egaña quien ya demostraba condiciones sobresalientes para la actividad política. Lo acompañaron entre otros Leonardo Palacios, Gerardo Fernández, Alejandro Lange, Tulio Álvarez, María Luchsinger, Ángel Viso, Carlos Lepervanche entre muchos otros. Su principal propuesta fue fortalecer la Asamblea de Delegados y la creación del Centro de Estudiantes por elección directa. En el año 1979-1980 se creó el Centro de Estudiantes resultando electo como presidente Fernando Egaña. De esa manera comenzó una nueva etapa en el movimiento estudiantil de la facultad de derecho de la UCAB.

Para finalizar

Mis palabras de reconocimiento a Saralilian Lizarraga por su iniciativa, constancia y tozudez para  mantener el chat JRCistas POR SIEMPRE, espacio de reencuentro democrático que ha permitido refrescar recuerdos y vivencias de nuestros tiempo de activismo político estudiantil y que ha permitido contactar con tantos compañeros  de lucha en la Venezuela democrática. Palabras de agradecimiento muy especial al profesor Naudy Suárez incansable  en la tarea de recuperación de la memoria democristiana venezolana. Esta publicación que recoge colaboraciones de dirigentes de distintas generaciones debe servir de aliento en la difícil tarea del rescate democrático en esta hora aciaga de nuestro querido país.

 

Carlos Eduardo Herrera M.

 

 

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