Carlos Malamud: «Podemos y Vox han sustituido a PP y PSOE en América Latina»
El historiador e investigador principal del Real Instituto Elcano analiza la situación política en la región latinoamericana
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América Latina vive tiempos convulsos. En apenas seis meses, Perú ha vivido el intento de autogolpe de Pedro Castillo y jornadas continuas de protestas callejeras que amenazan la estabilidad política de ese país; Brasil, el regreso de Luis Ignacio Lula Da Silva a la presidencia y el posterior asedio y asalto de los partidarios del ex mandatario Jair Bolsonaro a las principales instituciones por supuesto fraude electoral, y, en Argentina, un tribunal ha condenado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión e inhabilitación por corrupción.
A eso se suman los gobiernos populistas de izquierdas cuya relación con las leyes se vuelve cada vez más correosa, como el caso de Andrés Manuel López Obrador, en México, o ya directamente dictaduras como la de Nicolás Maduro en Venezuela, el régimen comunista de Cuba o el de Daniel Ortega en Nicaragua. Liderazgos como el de Gabriel Boric, en Chile, y el ascenso de Gustavo Petro, en Colombia, componen un panorama complejo que el historiador e investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud, analiza en clave global.
¿Cómo afecta a España lo que ocurre en América Latina? ¿Ha habido incomparecencia por parte de Europa o se trata de un proceso natural de cambio? «La fuerte presencia de PP y PSOE en la época de Felipe González ha sido reemplaza por Podemos y Vox», explica Malamud, catedrático de Historia de América en la UNED y considerado uno de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes según EsGlobal. En esta entrevista, también ahonda Malamud en el peso que tienen en la región actores como Turquía, Irán y Rusia, además del dominio comercial de China.
―¿Existe un paciente cero del populismo en América Latina?
―La región es muy heterogénea y compleja. Los desarrollos nacionales marcan la gran diferencia, aunque hay un contexto y un sustrato, que es lo que permite hablar de América Latina, pero hace falta poner sobre la mesa referentes nacionales. Uno de los grandes hallazgos del ensayo de Carlos Granés es el enfoque comparativo. ¿Podríamos pensar que en este momento hay fenómenos similares en América Latina: Lula, Petro, Boric…? Sí y no. Más que fenómenos similares hay lecturas similares sobre esos fenómenos. Hoy Colombia vive en en el paraíso de la paz social frente a las expectativas que había ante la llegada de Petro, si se compara con lo que está pasando en Brasil, Bolivia o Ecuador.
―¿Europa y España han dejado América Latina en bandeja de plata a Rusia y China?
―Son dos cosa distintas. Sobre si Europa está haciendo todo lo importante para reforzar su presencia en América Latina, surgen muchas dudas, entre ellas cuáles son los límites de la realidad europea y española para incidir en la realidad latinoamericana. Ahí, y con razón, tanto España como la Unión Europea deben tener cuidado con el peso de los discursos coloniales en la opinión pública: por las acusaciones de injerencia. El problema es que China, Rusia, Irán o Turquía pueden hacerse presentes en cualquier país latinoamericano y hacer cosas que los europeos no. Por ejemplo: China tiene una base de seguimiento satelital en la Patagonia a la la cual no pueden ingresar las autoridades argentinas. ¿Qué pasaría si la UE construyese una base y prohibiera la entrada? Eso sería casus belli. Rusia tiene destacamentos militares en Nicaragua, Cuba o Venezuela. La propia filosofía de la Unión Europea hace que su presencia en el extranjero esté pautada de acuerdo a regímenes democráticos. Turquía o Irán no tienen ese tipo de limitaciones.
―Pero la preeminencia es manifiesta.
―Claro. Incluso, se puede decir, también que se descuidó América Latina, pero hay una cosa que no podemos perder de vista. China es el mayor socio comercial en todos los países latinoamericanos, pero adónde miran los latinoamericanos: a Europa y Estados Unidos. España es un destino privilegiado de los inversores y grandes fortunas. Si comparamos con la época de Felipe González, por supuesto que España ha perdido influencia, pero eso responde a un doble fenómeno, a un retraimiento de España pero también a los cambios políticos de la propia América Latina. No es que España se haya retirado de América Latina, es que América Latina cambió. En los 90 las empresas españolas hablaban de invertir en América Latina. Hoy se habla de inversiones en Brasil, México, Colombia, Chile. Así como antes había estrategias globales, hoy no las hay. Eso también modificó la relación de la presencia española y europea.
―¿Cuál es la versión política de esa desaparición?
―En los ochenta y los noventa los do grandes partidos, el PP y el PSOE, miraban con mucha mayor atención lo que ocurría en América Latina. Hoy su mirada se dirige a España y Europa. Las relaciones del PP y el PSOE con sus partidos hermanos era muy fluida, hoy es prácticamente inexistente, entre otras cosas porque esos políticos están en crisis prácticamente en toda América Latina. Paradójicamente esa fuerte presencia de PP y PSOE ha sido reemplaza por Podemos y Vox.
―¿A qué lo atribuye?
―Para ellos América Latina es un terreno para captar votos y donde pueden expandirse. Vox y Podemos hacen un esfuerzo mayor en captar al electorado inmigrante. Incluso un partido con un componente nacionalista xenófobo muy potente como Vox pone mucho énfasis en no excluir a los latinoamericanos. Con Podemos pasa algo parecido. Y no solamente eso, América Latina tiene un peso importante en la fundación de Podemos. Eso hace que cuando se habla de que España tiene menos influencia en América Latina sea relativo. Muchas de las cosas que ocurren no se ven, porque no son mensurables, ocurren bajo la línea del radar.
―¿Ve posible que España copie procesos constituyentes como los de América Latina?
―No. El tema de las constituyentes ha llegado a su límite. En Chile se cuidaron de usar el término. Hablaron de reforma constitucional, además, el proyecto de nueva constitución fue rechazado mayoritariamente. En Perú también se insistió en el tema, pero no hubo quórum. Ya no es posible lo que ocurrió en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Hay prurito en la población para que esas reformas se produzcan. Además, en España, el mecanismo de reforma de la constitución está muy tasado. No es sencillo, sobre todo, si afectas determinados artículos o quieres hacer una reforma integral . Tendría que estar impulsado por partidos marginales.
―¿Y si Podemos y los nacionalistas propusieran una agenda de ese tipo?
―Podemos está en un gobierno de coalición con una presencia minoritaria. Si surge una propuesta de esa naturaleza, la coalición salta en pedazos. Ni siquiera con el apoyo de los nacionalismos podría. ¿Está en riesgo España de convertirse en una nueva Venezuela o Nicaragua? Es un discurso que me saca de mis cabales y es muy cansino. Podría pasar, pero estamos en Europa. Hay límites dentro del propio sistema político español y, por supuesto, Europa. ¿Quién creería que Bruselas podría apoyar una asamblea constituyente de carácter originario del tipo chavista? Una cosa sí que es cierta, y volviendo sobre el tema de la influencia de España en América Latina: en las reformas constitucionales de Ecuador y otras en América Latina fue muy importante la experiencia de expertos españoles.