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Carmen Morodo: Un país sin techo y en llamas

Un país donde una generación entera no puede pagarse un techo es un país donde la política pierde sentido

Carmen Morodo, sobre la visita de los Reyes en los incendios: "El Rey  habría estado ahí antes, y si no ha estado ha sido por la decisión del  Palacio de La Moncloa"

CARMEN MORODO

Ningún ministerio tiene listo el trabajo que le corresponde para la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado que el presidente nos prometió, antes de irse de vacaciones, que sí, que este año sí los presentará. Tampoco se ha aprobado el techo de gasto para poder elaborarlos, aunque este inconveniente lo resuelven con el mantra de que esto también da igual porque vale con usar el comodín de que «ya hay uno en vigor» (da igual el año en el que se aprobó).

El cortoplacismo político en el que vive instalada la política es capaz de digerirlo todo, y poco importa, nada, el contraste que suele haber entre la palabra del presidente del Gobierno y lo que realmente está sucediendo. Así se explica que el nuevo curso político se abra con el Gobierno y sus socios entretenidos en las mismas discusiones sin salida en las que estaban ocupados antes de que el mes de agosto nos dejara la herida de los incendios. Que si habrá, o no, Presupuestos, o reducción de la jornada laboral, o nuevos permisos de paternidad… ¡Porca miseria! (como sinónimo de ¡joder, qué mala suerte!). Eso, o muy malos hemos sido en la anterior vida para que nos haya tocado en suerte (de la mala) que nos gestionen lo público quienes sólo saben de lo suyo (partido y poder).

Somos un país sin techos y en llamas, en el que la vivienda y los incendios comparten un mismo hilo conductor: la imagen del fracaso estructural de nuestros gestores políticos para garantizar seguridad y protección en lo básico.

Sí, la vivienda es el otro lado del espejo donde la política española refleja su fracaso más evidente. La cruz de la cara de los incendios. El Gobierno nos prometió miles de pisos sociales financiados con fondos europeos, pero, hoy en día, no ha entregado ninguno. Sólo hay proyectos sobre el papel, mientras el alquiler se dispara y la frustración se instala en la calle. Las grandes banderas sociales de la izquierda –el derecho a la vivienda, la igualdad de oportunidades, la protección de los vulnerables- se deshilachan cuando no se traducen en hechos. Si bien en un ejercicio de honestidad hay que decir que el fracaso es compartido porque las comunidades autónomas tampoco están para dar lecciones, en tanto que en la calle el ciudadano no distingue entre niveles de gobierno: sólo percibe que nadie le responde. Un país donde una generación entera no puede pagarse un techo es un país donde la política pierde sentido.

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