Democracia y Política

Carta de una venezolana que vive en Colombia

unnamed (1)
María Camila Azuero Lara
CUANDO LLEGUÉ CON MI FAMILIA A COLOMBIA, NOS PUSIERON UNA MARCA ENCIMA QUE AÚN NO NOS QUITAN.
Cuando llegué a este país buscando una calma que había perdido en el mío, a mí me marcaron mi casa y a mi misma me pusieron una señal encima desde el primer momento.

Yo quiero decirles a todos que soy venezolana y que vivo en Colombia hace 8 años. Desde el día en que pisé suelo colombiano, mi familia y yo sentimos sobre nuestros hombros la marca que estos colombianos nos pusieron. Mi casa misma la marcaron para identificarnos. «Allá viven los venecos…» De ahí en adelante, hemos cargado con esa marca por donde quiera que vamos.

Si estamos en un supermercado y oyen nuestro acento, sin importar el nivel, ni su ocupación, estos colombianos se giran a mirarnos y nos lanzan una de sus miradas amables y nos saludan con «buenos días», «cómo le va?» O claro, el inconfundible «¡quihubo!«, que ni sé como se escribe.

En los colegios de mis hijos, a los tres los tratan diferente. Les preguntan por su país, les enseñan dichos colombianos y los invitan a todos lados porque los «venecos son unos vacanes».

A mi esposo en su trabajo lo tienen identificado y cada vez que lo oyen que pide un tinto con acento venezolano, le lanzan una sonrisa increíble y le dicen que es café, ¡que no se preocupe!

Nuestra casa, marcada desde nuestra llegada, ha sido blanco de diez mil visitas y presentes. Desde el primer día nos han acompañado, nos han buscado y nos han incluido en sus planes y en sus cosas, estos colombianos.

Sonrisas, saludos, regalos, consejos, chistes y abrazos. Ocho años de este trato diferencial y especial por parte de los colombianos que nos señalaron desde que llegamos como «bienvenidos».

Cuando estamos en un restaurante y escuchan nuestra algarabía, nos señalan con sus copas y brindan a nuestra salud; ni qué decir cuando juega nuestra «vinotinto». Nos apoyan, nos animan y nos comparten su alegría por el fútbol.

Tengo amigas que son como hermanas y que solo conozco hace un par de años. Inclusive hay unas que conozco desde hace 8 años que llegué y aún me explican las direcciones, los significados de las palabras y las señas. Me cuidan como si fuera mi primer día en este país maravilloso que me recibió hace 8 años con mi familia y mis sueños, cuando en el mío me expulsaron a punta de inseguridad y violencia y corrupción y desesperanza.

Hoy, después de 8 años de ser señalada a diario por estos colombianos como extranjera y como veneca, les cuento que cuando viajo por el mundo, y en algún aeropuerto o tienda de otro país escucho un acento colombiano, me giro llena de alegría porque siento que he encontrado a un hermano. Sé que ese colombiano tendrá una sonrisa para los venecos y que me dirá «quihubo!» Y que me dará consejos y que me explicará lo que necesite, porque así son esos colombianos con los venecos. Cuando escucho el acento colombiano en cualquier lado, sé a ciencia cierta que estoy en casa.

Este país Colombia, lleno de estos colombianos, nos pusieron una marca en el corazón, desde el mismo día en que pisamos su suelo. ¡Gracias colombianos por ser como son y por querernos como nos quieren! Gracias en nombre de cada compatriota que ha encontrado en este país calor de hogar y brazos abiertos y una marca indeleble de amor y respeto.
Gracias y recuerden que ese gobierno que hoy los está señalando y expulsando de nuestra patria, ese gobierno ya nos señaló a nosotros mismos antes y nos expulsó a nosotros, los venezolanos, de nuestro propio país.

Les pido disculpas en nombre de mi país y de mi familia. No era así como queríamos devolver sus saludos amables y sus abrazos cálidos.
Botón volver arriba