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Casabón: Feijóo y los minutos de oro

Hoy ocurre que se ha perdido ese hombre siempre por encima de la situación y se ha ganado un político más cercano

Una sentía que el señor Feijóo era un modelo de elegancia gestora, pero en la entrevista ha demostrado algo más. Hoy ocurre que se ha perdido ese hombre siempre por encima de la situación y se ha ganado un político más cercano. Se abrió con la misma soltura que si fuera el propio Pablo Motos. La política anda muy movida y los moderados caudillos fallecen de un fusilamiento si dicen que pactarán con Vox. Entonces tienen que pactar con quien puedan, como puedan y de tapadillo. Y ese es el jueguito del que el señor Feijóo sale siempre airoso pero un poco cabreado. Siempre la misma pregunta: «¿Va a pactar con Vox en el gobierno?». El señor Pablo Motos es el masajista perfecto de la cosa porque se nota enseguida que sabe que sabemos que no lo puede decir, pero si lo pregunta parece todo más místico. ¿Pero qué queremos los españoles? No lo sabemos ni nosotros, y por eso Feijóo se ve obligado a hacer todo este teatro para señoras.

Y la vicepresidenta de España será una mujer, lo ha dicho con ese aire de galantería que le caracteriza. No sólo es el heredero legítimo de Shakespeare, sino que está haciendo de los rojos unas histéricas y de los voxeros unos mendigos suplicantes. Lo de Valencia, nos explica el señor Feijóo, no es amor… son migajas. Esos preciosos minutos que pierde el señor Feijóo en explicar que quiere gobernar con mayoría absoluta son minutos valiosos que pierde España, minutos de oro que pierde usted y yo y todos los espectadores del programa. Hay, además de un poco de genio, cierta agudeza gramatical y algo de autenticidad en sus explicaciones. En esos minutos que ha perdido hoy toda España, como aquellos que perdimos ayer escuchando las mentiras del señor Sánchez, yo me he pedido tranquilamente melocotón y champaña—es decir, bellini. La coquetería de trabajar durante la noche mientras miro las agujas del reloj.

Pero en esos minutos de gramatiquerías y protocolos, se olvidaba Feijóo de recordarle a Pablo Motos que el abrazo con Vox servirá para mantener a la fierecilla como partido minoritario. Así, esta paradoja debería señalarse, porque «teóricamente» la ausencia de todo acuerdo, la imposibilidad de una alternativa, implicaría encumbrar a Vox como el único garante del cambio. En estos minutos de oro ha dado tiempo a tantas cosas, pero no a repasar la estrategia de Feijóo contra Vox, que paradójicamente, sutilmente, es la del abrazo asfixiante. Quizás el votante fino ha de entender estas sutilezas por sí mismo. Quizás habrá que reunir a todas las teles para explicar España a quienes aún no la entienden.

 

 

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