Democracia y Política

Casabón: Hay que parar la moción

En la última semana casi parece que Ramón Tamames se ha convertido al socialismo

 

De la moción de censura lo interesante es lo que van opinando otros partidos, toda la oposición, que se obliga a su vez a fijar posiciones. Por lo demás, digamos que favorece a Sánchez, que hablará a la tele desde la tribuna de oradores, mientras que Tamames va a dirigirse a la audiencia desde la parte baja del hemiciclo, junto a las taquígrafas y Echenique. Don Ramón podría ganar el debate, que no la moción, si las televisiones no fueran del Gobierno y no pasáramos cuatro pueblos de los males de la Patria. La tele va a ser la fiesta de las Charos, el destape y un cacareo donde al final todos concluyen que Sánchez está muy guapo con su nueva corbata.

Aún creen algunos que la moción es buena idea y puede servir como contención, ser dique frente a este hiperliderazgo presidencialista inflado por la propaganda y las encuestas. Pero en la última semana casi parece que Tamames se ha convertido al socialismo. En exclusiva para La Sexta ha dicho: «no soy particularmente crítico con Pedro Sánchez. Le tengo cierta estima». Todo esto suena a urgencia por la atención periodística o a fiebre primaveral. Quizás el señor Tamames pueda aclarar el martes frente al auditorio fúnebre si es más sanchista que el papa, aunque esto de la coherencia política ya no preocupa demasiado. Cada día que pasa el sanchismo profundiza sus raíces en la derecha, pero yo creo que un líder carismático tiene la obligación de no abandonar a los suyos.

La disposición de los dos socialistas en el hemiciclo, ya digo, es preocupante y favorece al del podio. Esta manera de gobernar (PS, en las Cortes, habla para la tele y no para el hemiciclo) a distancia, mediante la demagogia del tono cordial, el monólogo soporífero a los españolitos, tiene un nombre en castellano: presidencialismo. Sánchez, que no puede salir a la calle sin acordonarla, es televisivo hasta la médula. Habitualmente dice obviedades o mentiras pero las dice con esa seguridad que le da subirse al podio. Desde el lugar reservado para las taquígrafas, la vibración o el temblor de la voz política de Tamames se escuchará menos segura y firme. Después vendrán las elecciones generales, que harán de la recogida del voto un sacramento de la comunión entre la derecha y el socialismo.

No se sabe si el señor Tamames quiere desalojar de la vida española la religión oficial o, por el contrario, pretende erigirse como papa laico de los socialistas. La moción la están disfrutando, como nos documenta la prensa diaria, los del Partido Popular. García-Margallo asegura que Tamames es de extremo centro y para mayor diversión, el candidato confiesa en una entrevista que nunca ha votado a Vox y de cara al futuro «ya veremos». En este año de fiesta electoral empieza a quedar claro que en el fondo todos somos de centro moderado. Es más, algunos desean pasear por las playas y las orillas del Mediterráneo con Sánchez y ser pillados en un descuido amoroso por algún ‘paparazzi’. Nadie tiene bizarría para hacer oposición.

 

 

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