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Cayetana

Su principal problema no es la hostilidad de las filas socialistas, chavistas y separatistas, frente a la cual se basta y se sobra, sino el fuego amigo fruto de los celos y las envidias

La política es un ámbito contradictorio, en no pocas ocasiones repulsivo, en el que se producen los fenómenos más extraños y enfocarla racionalmente equivale a no entenderla. De vez en cuando, sin embargo, en este barrizal de vanidad, codicia, mediocridad, ignorancia, cainismo e incompetencia, surge una figura exótica que no encaja con el paisaje desolado de la lucha despiadada por el poder, una voz resuena en llamativa disonancia por su vigor armónico y su timbre elegante con la desagradable cacofonía de un debate parlamentario que en España ha alcanzado cotas ofensivamente rastreras.

La fuerza irrebatible de los argumentos, el fulgor de las metáforas, el bien asentado bagaje cultural, la firmeza de las convicciones y el coraje sin desmayo de las intervenciones de la Portavoz del Grupo Popular en el Congreso se contempla con delectación comparable a la que produce el tercer movimiento del concierto para violín de Brahms, el poema El Ajedrez de Borges o el cuadro Vista de Delft de Vermeer. Ella quizá no lo sabe, pero su verdadero espacio no es el de la confrontación dialéctica, sino el de la estética. Por eso cada vez que sube a la tribuna y despliega su arsenal diamantino de frases rotundas que se clavan como flechas en el cuerpo del adversario y sus afiladas ironías no hacen prisioneros, asistimos a un espectáculo notable, totalmente desubicado, eso sí, como si se proyectase una película de Visconti para el público de Sábado Deluxe.

Iglesias desea terminar con todo aquello que Cayetana representa y encarna, el reconocimiento del mérito, la búsqueda de la excelencia, el rigor analítico, el amor a la libertad y la defensa de la sociedad abierta

Pablo Iglesias ha encontrado en Cayetana Álvarez de Toledo su antítesis, no así Pedro Sánchez porque un holograma cambiante no admite contrarios. El líder podemita desea terminar con todo aquello que Cayetana representa y encarna, el reconocimiento del mérito, la búsqueda de la excelencia, el rigor analítico, el amor a la libertad y la defensa de la sociedad abierta, los fundamentos, en suma, de la civilización occidental. Su obsesión colectivista e igualitaria le lleva a detestar cualquier manifestación de exquisitez, refinamiento o altura conceptual, de ahí su resentida y reiterada apelación al título nobiliario de su oponente con la evidente y maligna intención de presentarla como alguien privilegiado, ajeno al común de los mortales, habitante distante y gélida de una torre de marfil, indiferente al sufrimiento y a las cuitas del resto de los humanos.

Generar riqueza

La realidad es exactamente la inversa, el modelo de sociedad que promueve Álvarez de Toledo es el que proporciona a una gran mayoría de ciudadanos un nivel satisfactorio de bienestar, oportunidades de mejora y dignidad personal, mientras que la abominación totalitaria que domina los sueños húmedos del revolucionario de salón que es el actual Vicepresidente Segundo del Gobierno, tal como ha demostrado inapelablemente la experiencia histórica, enrasa por abajo al conjunto de la población sumiéndola en la miseria, excepción hecha, naturalmente, de los miembros del Politburó. Curiosamente, es la marquesa la que pugna por proporcionar al mayor número de sus compatriotas una vida plena, confortable y decente y es el comunista justiciero el que no cesa en su empeño de condenarlos al desempleo, a la dependencia y a la pobreza. Cada una de las medidas que propone la Portavoz popular tiene como fin generar riqueza, crear puestos de trabajo y ampliar los márgenes de realización personal de la gente, esa misma gente que si se deroga la reforma laboral y se suben brutalmente los impuestos en una etapa terriblemente recesiva, como no ceja de exigir Pablo Iglesias, no se salvará del paro y del hambre.

Ha causado un notable escándalo que Cayetana Álvarez de Toledo, harta ya de la insidiosa repetición de su título por Iglesias, le recordase, puestos a reprochar linajes, los crímenes abyectos de la organización en la que militó su progenitor. Si usted me echa en cara mi marquesado, yo puedo señalar que venir de una estirpe asociada al asesinato a cuchilladas no es precisamente un honor, fue su planteamiento. No han faltado las críticas a este contraataque sobre la base de que no se puede cargar a los hijos con las faltas de sus padres, sobre todo cuando la misma Cayetana advirtió en este sentido antes de proceder a asestar el golpe cuya inconveniencia acababa de reconocer. Ahora bien, ella reaccionó a una provocación previa de una deliberada y aviesa intención y llega un momento cuando uno es obligado a luchar en un ring de tugurio que, o juegas al mismo juego, o tu limpieza de comportamiento puede devenir cobardía o estupidez.

Hay muchos, en su propia formación como fuera de ella, que están acechando para lanzarse a su cuello si comete el más mínimo error

Cayetana Álvarez de Toledo es una diputada más apropiada para una democracia con sistema electoral mayoritario, en la que existe un vínculo directo entre representante y representado, que para un parlamento lanar elegido proporcionalmente en listas cerradas y poblado por empleados del jefe de partido. Su principal problema no es la hostilidad de las filas socialistas, chavistas y separatistas, frente a la cual se basta y se sobra, sino el fuego amigo fruto de los celos y las envidias que su estatura política e intelectual despierta.

Sin ella quererlo, su continuidad como portavoz parlamentaria será la piedra de toque que demostrará si Pablo Casado merece o no ser un día presidente de Gobierno. Ya abandonó en el pasado la política por incompatibilidad con la pasividad tediosamente tecnocrática ante la izquierda y los golpistas del tándem formado por Rajoy y su oficial mayor, demostrando su independencia de criterio y su capacidad de ganarse el sustento sin necesidad de cargo público alguno. Son esas cualidades las que la convierten en molesta en una partitocracia extractiva, despilfarradora e ineficiente como la que padecemos. Hay muchos, tanto en su propia formación como fuera de ella, que están acechando para lanzarse a su cuello si comete el más mínimo error. Si consigue sobrevivir en este ecosistema tan abundante en depredadores, será una heroína, si sucumbe, España bajará otro peldaño.

 

 

 

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