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Chano Pozo, el más grande de los tamboreros cubanos

Este 3 de diciembre se cumplieron 74 años del asesinato en New York, en 1948, de Chano Pozo, el Tambor Mayor, como lo llamó Fernando Ortiz

 

LA HABANA, Cuba. — Este 3 de diciembre se cumplieron 74 años del asesinato en New York, en 1948, de Chano Pozo, el más grande de los tamboreros cubanos; el Tambor Mayor, como lo llamó Fernando Ortiz.

Luciano Pozo González nació en una cuartería habanera en enero de 1915. Sus primeros años, en la pobreza y la marginalidad, discurrieron en los solares de Belén, Jesús María y Cayo Hueso, entre rumbas, toques de santos y plantes de abakuás (era muñanga efó).

Cuentan que era negro como el ébano, con  los hombros caídos y unas manos enormes. Gran bailador, estuvo en las comparsas Los Dandys y La Sultana. Mujeriego, presumido, ostentoso, simpático y jaranero, solía ponerse pendenciero, especialmente cuando estaba bajo los efectos del ron o la marihuana.

Rita Montaner y Amado Trinidad, el dueño de la emisora radial RHC Cadena Azul, descubrieron su talento en 1940 al verlo tocar con tres y hasta cinco tumbadoras simultáneamente en un cabaret de las playas de Marianao.

Cuando en 1946, siguiendo los consejos de Rita Montaner y de su amigo Miguelito Valdés, se fue a New York, ya era famoso en Cuba por números como Blem Blem Blem y Pin Pin Pin, y su participación en Tropicana en el espectáculo Congo Pantera.

 

 

 

En 1947, Mario Bauzá, músico cubano radicado en New York y que tocaba por entonces con Machito and The Afro-Cubans, a los que se había unido luego de dejar la orquesta de Cab Calloway, recomendó a Chano Pozo al trompetista Dizzy Gillespie, que andaba buscando un conguero para su grupo.

La irrupción en el bop de los ritmos afrocubanos gracias a los tambores y el canto de Chano Pozo marcaría un importante hito en la historia del jazz.

Aseguraba Gillespie que Manteca, el más famoso número de Chano Pozo y con el que en vivo hacía un espectáculo que podía durar más de 40 minutos, revolucionó el jazz.

La primera presentación de Chano Pozo junto a la banda de Dizzy Gillespie, en el Town Hall de New York, en 1947, fue descrita así por el escritor Marshall Stearns: “Chano Pozo se agachó en el centro del escenario y batió un tambor de muchas voces con sus manos encallecidas. Mantuvo al público en un silencio de sobrecogido respeto durante treinta minutos, cantando en un dialecto del África Occidental, mientras subía y bajaba, de un murmullo al alarido, y volvía al punto de partida”.

 

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La carrera de Chano Pozo en el jazz duraría poco más de un año. Terminó el 3 de diciembre de 1948, cuando fue muerto a balazos durante un altercado en el Río Bar Grill, ubicado en la esquina de las calles 111 y Lennox, en Harlem.

El homicida fue Eusebio Muñoz, a quien llamaban “El Cabito” porque había sido cabo en el US Marines Corps. Unos dicen que era puertorriqueño y otros aseguran que cubano. Unos dicen que lo condenaron a 10 años de cárcel por el asesinato y que solamente cumplió cinco, pero otros afirman que luego de matar a Chano huyó antes de que llegara la policía y nunca fue llevado a juicio porque no había pruebas contra él, ya que los pocos que presenciaron el incidente eran cubanos indocumentados que estaban borrachos y drogados, y no les convenía hablar con las autoridades por temor a que los deportaran.

La tragedia la originó un paquete de marihuana de mala calidad que el Cabito le vendió a Chano. El músico insultó al Cabito y le exigió que le devolviera los cinco dólares que le había costado. El traficante se negó, sacó una pistola y disparó seis veces contra Chano. Luego, se apoderó de los 1 500 dólares que el músico llevaba escondidos en el zapato izquierdo y huyó.

Hacía unos días que Chano Pozo había hecho un alto en la gira que realizaba con la orquesta de Dizzy Gillespie y regresado a New York para comprar unas tumbadoras con que reponer las que le robaron en Raleigh, North Carolina. Pero prolongó su estancia en New York porque extrañaba a su amante, Caridad Martínez, con la que vivía en Harlem, y también porque se sentía muy molesto con el racismo que percibió en la gira por los estados del Sur.

Cuentan que Chano, pese al éxito en los Estados Unidos, estaba muy preocupado porque se sentía en deuda con Shangó (Santa Bárbara, en la religión católica). Antes de irse de Cuba, un babalawo le había advertido que tenía que hacer iyabó antes de cruzar el mar, o no regresaría vivo a su tierra. Pero a Chano le apuraba el viaje y dejó el hacerse santo para más adelante. Es probable que en la víspera de Santa Bárbara, cuando lo acribillaron a balazos, Chano Pozo haya muerto implorando el perdón de Shangó.

 

 

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