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‘Chernobyl’, Caracas: Lenin

La de Venezuela es la peor avalancha en la historia de esa inhumanidad que apoyan los que votan a Podemos.

No sé si Chernobyl es la mejor teleserie en la historia del género. Lo es, sin duda, por la profundidad del análisis de una tragedia más política que nuclear, metáfora y ejemplo del sistema comunista, esa mezcla perfecta de mentira y terror que he tratado de explicar en Memoria del Comunismo.

Si en el cine La vida de los otros mostró la degradación individual a que sometía el totalitarismo rojo a todo un Estado -la RDA llegó a tener casi cinco millones de informantes de la Stasi sobre 17 millones de habitantes-, en la serie de HBO basada en Voces de Chernobyl, de Svetlana Alexiévitch, (cuyo subtítulo es para pensar: Crónica del futuro) aparece muy pronto un discurso que es la gran explicación de la URSS: el comisario jefe recuerda que el nombre oficial de Chernobyl es Vladimir I. Lenin. Y su discurso para ocultar al Pueblo -bajo fotos de Lenin y Marx– lo que no debe saber, porque estorba al partido, parece escrito por el siniestro genocida Ulianov.

Tras la caída del Muro, académicos anémicos a los que de la Historia sólo les interesa la autopsia y su bibliografía, expidieron el certificado de defunción del comunismo. A los que abominamos de todo historicismo y denunciamos que el comunismo era un muerto muy vivo, nos llamaban -nos llaman- «nostálgicos de la Guerra fría». Pero el siglo XXI, desde Seattle y el anticapitalismo 2.0 a la putinización rusa y la bunkerización mafiosa del comunismo chino, está siendo el de la reconstrucción de ese sistema genocida que ha producido más de 100 millones de muertos y tiene en la educación y los medios de todo Occidente sus baluartes más abyectos.

Nada lo prueba como el silencio sobre último caso de leninismo puro: Venezuela. Ya comenté aquí que la hiperinflación para destruir el dinero en Caracas y dominar a la gente con la cartilla de racionamiento era idéntica a la de Moscú en 1918. EL MUNDO informó anteayer -otros medios disimulan- que ya son cuatro millones los que huyen del terror y el hambre desatados por Maduro. Ninguna novedad: Lenin mató de hambre a cinco millones, Cheka aparte; Stalin, a ocho, Gulag aparte; Mao, a 60, Laogai aparte. La de Venezuela es la peor avalancha en la historia de la Humanidad, o sea, de esa inhumanidad que apoyan los casi cuatro millones que votan a Podemos. Lástima no poder canjearlos por los venezolanos.

 

 

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