Gente y Sociedad

Chitty: De la desesperanza como enemigo de la ciudadanía

Solo cuando desesperamos y ya no sabemos qué hacer podemos llevar a cabo el cambio: tenemos que pasar por ese punto cero de desesperanza.” Slavoj Zizek – El coraje de la desesperanza  

 

Inspira esta reflexión escuchar los testimonios de conciudadanos en Maracay, con los que me reuní el pasado domingo, en ocasión de acompañar en gira política al aspirante César Pérez Vivas, quien, por cierto, recibía el apoyo de un grupo de venezolanos que hasta hace poco acompañaron a otro de los que se insinuaba como pretendiente a ser electo en las primarias próximas pero que optó más bien por retirarse.

Hace unos meses, recordemos, eran tres docenas de venezolanos que se anunciaban como participantes en los comicios que echó a andar la plataforma unitaria; empero, hay que tener cualidades y mas que eso, para permanecer. Quedan aún una docena, y es bastante todavía.

La Comisión Nacional de Primaria nada contra la corriente y lo hace consciente de la significación de ofrecerle a Venezuela una candidatura unificadora de la oposición al régimen. Contra ese sano propósito conspiran diversos demonios que más que adversarios se asumen como enemigos, pero, no es de ellos de los que discurriré, sino de ese implacable depredador de los espíritus y la ciudadanía que es la desesperanza.

En efecto, los venezolanos hemos perdido la ilusión, la confianza y la fe. Luego de veinticinco años de una revolución de todos los fracasos y un empobrecimiento masivo, una estrepitosa caída del nivel de vida y el fiasco sostenido de los servicios públicos cada coterráneo que escuchamos se refiere con amargura, dolor, resentimiento a lo que le ha tocado padecer. Sin ninguna excepción desfilaron en la reunión de Maracay que mencioné los discursos que además anticipaban en la secuencia el temido daño antropológico que desfigura a los cubanos y que apunta hacia nosotros inexorable, implacable, ineluctable.

No nombraré a ninguno para protegerlos, pero, escuchamos un larguísimo memorial de agravios que no por comunes a muchos dejaron de sonarnos cruentos, atronadores, trágicos. La abuela que vio a sus hijas partir y no sabe si volverá a verlas y al nieto que le nació por allá en Chile. Aquella hermana que desde hace dos años espera una operación en su pierna y teme perderla. El que vio su antes próspero negocio languidecer y toca la puerta de la ruina. Algún chavista arrepentido también alzó su voz con vergüenza y decepción. El médico, que, sentido en su espíritu, visualiza de mal en peor la situación y especialmente se pregunta si los que protagonizan la oposición al régimen, realmente lograrán el cometido o se plegarán, o simplemente anticiparán sus intereses a los del colectivo vulnerable.

Ese médico, sin embargo, encuentra que la violencia política, social, institucional, policial y de la sociedad descompuesta, es la que más daño nos hace y no hay defensas contra ella. De su lado, una ingeniera petrolera comenta y se pregunta que pasará con PDVSA y su futuro. Finalmente resalto la dama que con una hija en sus brazos de tres que ha traído al mundo se declara en campaña para que tengamos un cambio porque sus hijas merecen algo mejor. La glosa surge al tocarse el tema de la educación que todos admiten colapsada.

Dejo para el final, una valiente sindicalista de la mejor escuela, formada por el inolvidable chino, Carlos Navarro, un socialcristiano auténtico y que partió allá adonde iremos todos, prematuramente. Con verbo fácil y elocuencia espontánea presentó la tarea a emprender, la de construir una opción capaz de encarar y vencer a la deletérea hegemonía madurista militarista.

Resalto como corolario un par entre varias conclusiones; la primera es la gravedad de la penuria espiritual que nos cubre y nos acecha por doquier y que desalienta, desanima, desciudadaniza y postra a nuestra gente, y la otra es la duda persistente de que aquellos que lideran o lo intentan, el país que quiere, necesita, demanda el cambio, tengan la grandeza para hacer de ese propósito y no otro, el centro de sus quehaceres.

Es tiempo de un liderazgo sin miedo al heroísmo. Es bueno recordar que se es héroe cuando se sacrifica todo lo propio por aquello que constituye la razón de la comunidad. Es hora del pensar profundo y de la acción que desafía la parálisis y la vacilación. ¡Liberar a Venezuela es la mejor razón para vivir!

Nelson Chitty La Rochenchittylaroche@hotmail.com, @nelson_chitty

 

 

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