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Chitty La Roche: En defensa de la UCV

Sancho, ¡La UCV de estos últimos 15 años es una inmensa e inigualable cultivadora de sombras!

Agustín Blanco Muñoz 

Si algo ha caracterizado este tiempo aciago transcurrido desde el infortunado arribo de Hugo Chávez a la cúspide en 1998, ha sido la lenidad de los actores que desfilaron por las diferentes instancias de la institucionalidad, la indiferencia de los mandos por la falla consecuente y gravosa, la concupiscencia y la banalización de los yerros y el fracaso, hasta convertirse en una manera de manejar los asuntos públicos, convendría acotar.

Una suerte de cultura de la impunidad, la falencia y la trivialización de los desempeños es la resultante de estos años de la alianza cívico militar que, se ató con el hilo de la mediocridad y el despropósito, a cambio de la delegación de la soberanía al hegemón.

Hemos sido testigos fatuos del ejercicio del gobierno sin controles de ningún tipo por veinticuatro años y, buena parte del desastre que fue y todavía es, ese que nos trasladó a la pobreza extrema y al desarraigo, a la estampida, se debe precisamente a esa forma viciada de gestionar la cosa pública, sin permitir o asumir la necesaria rendición de cuentas y, lo que, es más, sin exigirle a nadie responsabilidades. No solo lo hicieron muy mal los dignatarios sino, para colmo, también los destinatarios del poder.

La Universidad Central de Venezuela conoce a su vez una situación de suma precariedad. Intervenida en varias áreas por el régimen, arriesgando su autonomía, con una caída estrepitosa de su matrícula, intenta pasar la página y regresando a la democracia endógena, ofrecerse una renovación de sus autoridades para encarar un proceso peligroso, en el que, como pasa con el país en simultáneo, se juega su libertad de pensamiento crítico y además su cualidad de orientador y guía de lo que queda de nación.

La decisión y, por cierto, acontece una vez más, apreciemos el símil con la sociedad venezolana, se pudiera resumir así: puede cambiarse todo, para que siga igual o, puede escogerse a los que de verdad se atreverían a cambiar las cosas. He allí el dilema de la elección del viernes nueve de junio del 2023.

Siete fórmulas se presentan. Algunas representan la continuidad. Han estado allí y a pesar de la fatiga grosera que exhiben, pretenden presentarse como una propuesta a considerar cara al futuro. Son, como los han llamado en la campaña en algunos espacios, una oferta engañosa, al menos.

No pretendo denostar a nadie, pero sí llamar la atención de la ciudadanía universitaria sobre lo que en realidad significa esta elección y el alcance de la decisión a tomarse.

Los otros que la comunidad debería conocer ya deben ser examinados en sus propuestas y en la hoja de vida de sus integrantes, porque como enseñó Aristóteles, “Somos lo que hacemos.”

El voto universitario debe ser racional, fundado en los elementos señalados, debe apelar a la valoración objetiva de los programas y a la consciencia histórica. Suelo agregar, siento que es una idea fuerza que, los que nos hunden en la crisis, el desasosiego y la desesperanza, no serán los que precisamente, pueden, saben y querrían sacarnos del hoyo de la crisis, el desasosiego y la desesperanza.

Será puesta a prueba la ciudadanía universitaria, el bien a tutelar es la UCV. Pido a Dios que nos ilumine y nos muestre el camino correcto.

 

Nelson Chitty La Rochenchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche

 

 

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