Democracia y Política

Chitty La Roche: ¿Está en crisis la democracia constitucional y/o el Estado ?

Estado: qué es, elementos, características, tipos, ejemplos

 

 

“El Estado es la personificación jurídica de la nación soberana”. A. Esmein

«Es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder siente inclinación a abusar de él, yendo hasta donde encuentra límites». Montesquieu

¿Hay Estado sin que haya “Estado social y democrático de derecho y de justicia”? No pretendo hacer un ensayo de teoría constitucional, aunque inevitablemente deberé referirme a aspectos de ese género, pero, sin pretensiones demasiado académicas.

Intentaré, no obstante, en términos sencillos, examinar la problemática que está aquejándonos y pienso en general en los países europeos y americanos especialmente.

Apunto entonces a occidente, en su sentido amplio, porque otras porciones del mundo no viven ni se conciben en los principios de libertad, derechos humanos y especialmente, derechos civiles, políticos, económicos, sociales comprendidos y presentes en una democracia constitucional, sino que solo han visto en el Estado el rostro de la fuerza y la violencia del poder, el peso de sus aparatos, el dominio de sus ideologías. La separación de los poderes para ellos, acaso es una idea sin consecuencias.

Evocaré iniciando las experiencias antiquísimas qu,e sin embargo, asumieron como de una inclinación natural seguir al que predominó, quien, por cierto, hizo de ese ascendiente un atributo de su personalidad al tiempo que se consagraba en los valores sociales la legitimidad formal de un liderazgo. Poder fáctico que se personalizó y luego devino en institución.

Igualmente, se advierte la tendencia a reunirse, reconociendo las identidades sensibles a las coincidencias y diferencias que no evitaban, sin embargo, la asunción del paraguas de la unidad como insumo para la seguridad y la preservación.

La modernidad como tiempo histórico, dio forma y consistencia a una realidad que demandaba empero, elaboración e ingeniería para normar la vida del hombre, de la sociedad y alumbrar ese genio en el que vivimos que denominamos Estado, cuyos fines supuestos son la paz, la concordia, el bien común y dentro de su thelos inicial, la seguridad de la comunidad a cambio de la libertad de cada uno, pero en la responsabilidad
El momento que vivimos pone todo en entredicho o si prefieren, desconoce flagrantemente la evolución que trajo el constitucionalismo para cuidar del poder y, humanizarlo por la vía de una mejor distribución de la potestad y la competencia, en torno a mecanismos de control del poder, por el poder mismo.

Se trate de la república, de la monarquía, de la democracia, el Estado es el marco dentro del cual se trama y organiza un sistema político jurídico que alberga a la sociedad y a la dirección que ella se ha dado legítimamente y, que cumpliría con la tarea de atender y gestionar para ella, en los términos dispuestos en la norma y en la convención constitutiva.

La democracia es también una forma de vida, una manera dentro del Estado de decidir quién o quiénes conducen la sociedad política y la orientación del gobierno. Es deliberación y disposición que tiene como baza, el ejercicio soberano de su cuerpo político. He allí su fortaleza, pero su debilidad le es ínsita; es parte de una ideología pluralista en la que todos tienen cabida y cualidad y así, los adversarios disienten legítimos y los enemigos socavan a menudo impunemente. ¡Cruel paradoja!

La democracia está íntimamente inficionada, por otra parte, por otros agentes sistémicos dentro de la constitucionalidad que, a su vez, marca los referentes de actuación de la organización pública, los límites de ésta, el propósito de asegurar las libertades básicas y mas completamente, la dignidad de la persona humana. Como proyecto es impecable, pero, la naturaleza del zoo politikon es, por decir lo menos traviesa, concluyendo esencialmente cimentada la democracia entretanto, con algunas arenas de la ingenuidad por aquello de la buena fe.

La problemática a la que hacemos referencia es aquella que ha surgido con motivos varios, pero quizá, describamos algunos para comprender de qué se trata en realidad. El poder vuelve por sus fueros y mucho más, en detrimento del orden constitucional y legal que lo limita y solivianta, y conspira contra el sistema que lo detiene como contención, socavando al órgano contralor y entonces, de nuevo estamos frente a una anunciada crisis de la representación, promovida consciente o inconscientemente y aderezada, por el descrédito de la clase gobernante y sus protagonistas estimulando la perniciosa anti política.

“Mutatis mutandis”, Europa conoce en países como España o Francia, pero también en el Reino Unido, Hungría, Polonia y Rusia, situaciones de evidente decadencia y deslegitimación de los institutos del poder y particularmente de sus agentes mas notables. La etiología de la patología es multifactorial, pero resaltan la mencionada anti política, la evidente incapacidad del ente público para conjugar demandas y equilibrio presupuestario, la insatisfacción económica, la desconfianza y la corrupción en el caso español y, en esas aguas el Cocodrilo populista que es el mutante de ese poder contumaz que ha surgido, sensual y cínico, se está comiendo las fortalezas constitucionales y legales ahíto de legitimidades fatuas.

Por otro lado, ha surgido en el vaivén histórico, y palpita acelerado más recientemente, un giro que nos retrotrae a la Europa después de la primera guerra mundial, el apetito imperialista de los más fuertes que ofrecen la paz por la sumisión ante su potencia y, en el camino, una suerte de ineluctable” eterno retorno” a la pugnacidad y la guerra.

El Estado norteamericano antes de encarar su astronómico déficit y disciplinar y contener sus centrifugas sociales como dice querer hacerlo Trump, maniobra más bien, complaciendo el bajo psiquismo de una mayoría reciente, en el tema de la inmigración pagando el elevado precio de alterar y quizá adulterar su sistema federal e imponer, con la anuencia de una Corte Suprema de Justicia, melindrosa y lisonjera, un ejercicio hipertrofiado del poder presidencial.

El elector tiene razones para alejarse de la ciudadanía que se ve manipulada desde sus propias bases partidistas o decepcionante, desde la organización y la sociedad civil que asumen ideologías reñidas incluso con la naturaleza misma. Una democracia que ha cultivado sus falencias o privilegiado sus diferenciaciones para no coincidir sino siempre disentir.

La democracia constitucional ha visto a las instituciones fallar en sus cometidos. La última decisión sobre la amnistía, del Tribunal Constitucional español, jurídica, política y sobre todo moralmente, compromete la justicia y denota la deletérea influencia del gobierno de Sánchez que para prevalecer se permite cualquier felonía.
La crisis que se esta presentando no economiza a nadie. El Estado y la organización de los órganos del poder público terminan por provocar el hastío de los cada vez menos ciudadanizados testigos que se agrupan en el rechazo, la indignación, el desencanto y la desesperanza.

Ergo, la crisis alcanza a la organización publica toda, al sistema político e incluso a la clase política, a la ciudadanía. Cada uno de los comediantes concernidos está dejando de significar lo esperado y, por el contrario, conocen una suerte dialéctica que proviene de la tergiversación. Es la crisis perfecta, y veremos dónde llegará y llevará al mundo.

Nótese que no hago mención del caso Venezuela, tratado el susodicho ampliamente en otras entregas pero que, puede resumirse como la hora de la impostura del Estado por el Gobierno y el partido. Ni más ni menos.

 

Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche

 

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