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Chitty La Roche: Notas sobre Cuba y/o los fracasos añejos de una pseudorevolución 

Castro-chavismo: auge y decadencia - Liga Internacional de los TrabajadoresLiga Internacional de los Trabajadores

 

No quiero necesitarte porque no puedo tenerte

Los puentes de Madison 

 

Hay dos irrefragables conclusiones anudadas a la experiencia cubana de sesenta y seis años ya cumplidos en este momento del 2025. La primera es que ha puesto a prueba la utopía de varias generaciones en América y el mundo. La segunda es que devino en un penoso, gravoso y vicioso fracaso para todos aquellos que se asomaron a ella en algún momento atraídos por el carisma del liderazgo, el discurso y hasta la poesía más falaz de la que se haya tenido conocimiento en la historia de los totalitarismos vividos. 

A casi siete décadas de su “promisorio” comienzo, empapados de empatía, simpatía e ilusiones de la izquierda mundial, muestran un resultado indubitable de su famosa revolución; solo ha servido para trasladar a su pueblo al averno del eterno desengaño, la inmarcesible desesperanza y la inexorable angustia, pobres materialmente y peor aún, pretendidamente despojados de su otrora proverbial hálito de lucha e ilusión por ser felices, hilarantes, hospitalarios y generosos. 

Pocos tal vez recuerden que los números de Cuba eran macroeconómicamente, sino los mejores muy cerca de ello, de todos los países latinoamericanos para el momento del arribo de Fidel y el movimiento 26 de julio, y si bien tenían problemas, como todos los países de similares grados de desarrollo, estaban mejor que ahora porque tenían libertad y la posibilidad de escoger qué hacer con sus vidas. 

Hoy exhibe la otrora “perla del caribe” impúdicamente, la precarización de su población, el hórrido sentimiento del fin de los sueños de progreso, bienestar, realización existencial de su pueblo, y conoce lo que algunos estudiosos muy distinguidos han denominado el daño antropológico; tumores del espíritu, purulentos y metastásicos. 

Afirmé antes que era Cuba una fragua totalitaria, cimentada en la anulación de toda crítica y la castración ciudadana. Son sus gobernantes una oligarquía depredadora sostenida en la más aberrante represión, la delación y la supresión de todos los derechos humanos, pero especialmente haré énfasis, en la desaparición del valor de la dignidad humana que distingue a unos y a otros en la igualdad y el respeto a su condición humana. Nada de eso hay hoy en día en Cuba. 

Se ufanaban de tener grandes deportistas, de haber vencido el analfabetismo y de tener la mejor salud del continente. Eso no es verdad del todo. Hicieron avances sí, tampoco es que son los mejores servicios médicos los que allá se prestan, y a no olvidar, a un costo que los cubanos no habrían pagado nunca si hubieran tenido ocasión de decidir su destino, y eso explica por qué las deserciones no cesan en cada oportunidad que tienen de salir de la isla y la escasísima oportunidad de leer a satisfacción o de unirse al cambio tecnológico que se viene imponiendo por todas partes del mundo. Hasta el internet está limitado y el sesgo ideológico empaña y opaca la cosmovisión que tienen los jóvenes con respecto al tiempo que les toca por derecho vivir.  

Solo en la deformación del resentimiento, en las raíces del más bajo psiquismo y en personalidades esquizoides o acaso, en los miserables que nos presentó Víctor Hugo, podemos encontrar dirigentes que quieran para su país ese modelo. Son los que solo persiguen trepar para intentar superar su ontológica mediocridad, por no decir más que eso, y mire que se puede decir mucho más. 

Venezuela corre riesgos inusitados en este instante de su historia. Hay quienes quieren imitarlos y cubanizarnos, pero claro, para ellos seguir siendo los perniciosos usufructuarios de ese crimen, de esa traición histórica. Y en paralelo, hay dos tipos de testigos y dos reacciones posibles. Los que ignoran la evidencia, se mimetizan o, se refugian en su mera supervivencia dejando de existir en conciencia y los que, si no gritan porque tienen oprimida su garganta, piensan, sienten y se mantienen resilientes.  

¡Venezuela no será otra Cuba más! 

Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@gmail.com, @nchittylaroche 

 

 

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