Chitty La Roche: Notas sobre la doble falta; de la verdad y de la mentira

“Si todo el mundo te miente siempre, la consecuencia no es que creas las mentiras, sino que ya nadie cree nada… Y un pueblo que ya no puede creer en nada no puede decidir. Se ve privado no solo de su capacidad de actuar, sino también de su capacidad de pensar y juzgar. Y con un pueblo así, puedes hacer lo que quieras”. Hannah Arendt
“Sabemos que mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que mienten. Sabemos que ellos saben que sabemos que mienten. Y, aun así, siguen mintiendo». Alexander Solzhenitsyn
Hay signos francamente aterradores en este primer cuarto del siglo XXI y hoy, pensamos en uno de ellos. Hay otros, como el de la recurrencia a la amenaza nuclear, pero, me viene al espíritu, ese que nos despoja paulatinamente del valor de la verdad sin dejar de connotar el desvalor de la mentira.
Sórdida y ominosa tendencia, que se advierte, entre los líderes precisamente de las potencias con armas capaces de aniquilar no solo al enemigo, sino a ellos mismos y, colateralmente, al mundo todo, pero no solamente a esas poderosas entidades me refiero; por igual lo hago al orbe llamado “en vías de desarrollo”.
Finalizó ese tiempo en el que decir la verdad y, sobre todo, no mentir era lo ético, lo justo, lo honesto y más aún, asignarle a la verdad, un significado definitivo y, a la mentira, reconocerla como abyección. ¿Dónde estamos ahora? ¿Por qué ese viraje tan costoso moralmente, luce incluso banalizado, normalizado en algunos espacios?
He seguido con atención a jefes de gobierno como Trump, Sánchez, Putin por citar los más mencionados en la prensa internacional, quienes se habituaron a desconocer las realidades o a manipularlas o acaso, afirmar falsedades sin ningún escrúpulo.
En Venezuela, en los últimos años se ha tergiversado, manipulado, trastocado la dinámica política e institucional para construir una suerte de metaverso ideologizado que asume que la versión oficial por si misma proporciona a la postre sustentabilidad a la mentira cuando se postula en las formas de comunicabilidad social y se instaura el miedo como un disuasivo para pensar, razonar, juzgar. El estadopsuv conculcó todo o casi todo, incluida la interpretación de los hechos y del derecho.
Hemos vivido en la mentira elaborada e instrumentada, socavando o enervando el contenido y gravitación desde una formulación falaz del bloque histórico. Hemos también actuado y vivimos, sabiendo que nos dicen mentiras o peor aún, pretenden a que neguemos o prescindamos de la verdad.
La posverdad es pues la variable dominante. Entiéndase, la emoción, los posicionamientos y los algoritmos sesgan el discurso que se vuelve manipulación y contradice lo que sensorial y racionalmente nos indica la realidad. Myriam Revault, filosofa política, en un texto asaz pertinente advierte que, “Es necesario explicar por qué el concepto de “posverdad”, que se ha convertido en la piedra angular del comentario político, “pretende marcar una ruptura cualitativa” que dé origen a una nueva era, a un nuevo régimen de historicidad.” (La faiblesse du vrai. Ce que la post-vérité fait à notre monde commun (Seuil, 2018)
Más aún, en otro libro la citada Myriam Revault d’Allonnes señala que el riesgo y quizá, la forzosa derivación de la circunstancia mencionada sería, la extinción de la política. ((Le dépérissement du politique. Généalogie d’un lieu commun, Flammarion, 2002).
De su lado, France Giraud, coautora de un trabajo sobre populismo agrega, y la cito, “Proclamada palabra del año 2016 por el venerable Diccionario Oxford, «posverdad» se define allí como aquello que se refiere a «circunstancias en las que los hechos objetivos tienen menos influencia en la opinión pública que aquellos que apelan a la emoción o a las creencias personales». La distinción entre verdadero y falso se desvanece así ante la eficacia de «hacer creer a la gente». (Le devoir 23 de junio del 2023).
En realidad, son los efectos de un proceso que se viene cumpliendo de naturaleza plurifactorial, podríamos decir. Entre otras causas dentro de una complejísima etiología, cabe convocar la individualización creciente que, en algunos escenarios como Europa, llega incluso a considerar la familia como superflua; la desestimación y el enervamiento del ejercicio lingüístico, se ausculta y se percibe la desespiritualización sistémica, el abandono de la religión, la pragmatización que postula el resultado, la eficiencia, el dibujo existencial ceñido a la consecución del resultado a cualquier costo, despolitización y /o envilecimiento de la política, amoralización consecuente, con la irresponsabilidad que deriva de la ausencia de límites, anomia pública y populismo, dependencia digital y redes sociales deformadoras de la realidad, educación sin lectura y cada vez más a cargo de la IA la producción intelectual, sustitución de la cultura por el espectáculo, digitalización antropológica, transculturización, desvalorización transversalizada y por supuesto, una suerte de nuevo control social que coloca la personalidad encima de lo propio del concepto de dignidad humana.
Claro que eso es más evidente en Occidente que en países de África, de Asia, del islamoglobo que, sin embargo, también conocen su centrifuga y se resienten de los elementos connaturales a la fenomenología, de una suerte de “cosmos mutante” en curso, imparable, invasiva, expansiva, perniciosa, como resultado del desbarajuste y proceso dialéctico de permutación que pugna por definir otra época que entretanto, nos cubre a todos.
Los valores morales, sociales, epistemológicos y aun estéticos se encuentran en jaque. Un cataclismo se despliega, como una guerra asimétrica, hibrida, contra el orden erecto después de la segunda confrontación mundial y a la construcción que le siguió, la de los derechos humanos y la conciencia de humanidad, dando lugar, con modificaciones, pero, vigentes, aunque vacilantes, en lo esencial, al ensamblado a distintos niveles, fases, velocidades que vemos cuajar con o a pesar de nosotros mismos.
Así se fue forjando este caos en el que la verdad es victimada y la mentira aceptada y disimulada, banalizada, normalizada. Donde la distorsión, la tergiversación, el trastoque de lengua y pensamiento debilita la comunicación, la enrarece, la modela para lucir constante, pero de evidente fragilidad epistémica. Una práctica mórbida de creación de universos sesgados que aíslan, segmentan, segregan y deshumanizan.
Y entretanto, en esta distópica Venezuela, llena de perplejidades y angustia, nada es verdad ni todo es mentira, no solo por lo que vivimos sino por la incertidumbre en que concurrimos, por lo que pueda venir o no venir; algunos se permiten pensar, creyendo que, si lo hacen, retornarán a la verdad. Falta saber si es otro espejismo.
Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche
