Chitty La Roche: Una universidad para el futuro (parte IV)
“No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.”
Anónimo, también atribuido a Mario Benedetti
De la administración, el funcionamiento y la razón del porqué:
La universidad debe con su actividad y concurso asistir su financiamiento y además, administrarse con trasparencia y responsabilidad. Debe hacerlo para, en el caso de nuestra coyuntura, sobrevivir y proporcionar certeza, cumplir con su deber de guía y asesor de la nación.
Digámoslo claramente: el esquema de financiamiento actual no permitiría ninguno de los programas en los que hemos venido discurriendo y compartiendo por acá.
Actualmente, ejecutamos un presupuesto patéticamente deficitario, que no decidimos, deliberamos ni aprobamos, y carecemos desde luego no sólo de la capacidad para pagar a nuestro contingente docente e investigador de forma suficiente y decorosamente, sino que tampoco tenemos con qué atender a nuestros empleados y obrería dignamente. Ni hablar de la satisfacción de la demanda de insumos de diversa naturaleza para laboratorios, bibliotecas, programas de intercambio ni extensión, revistas y ediciones que tanta falta nos hacen.
Falencias en todas las áreas nos caracterizan y ni hablar de la más completa desatención de los estudiantes, sin un comedor para ellos, y son numerosos los que lo necesitan desesperadamente, tampoco hay becas y subsidios para transporte y otras cargas propias de la rutina de estudiar, consultar, operar y pasar tiempo en la sede de la universidad.
Es cierto que la planta física ha venido recibiendo últimamente, desde el gobierno, atención, pero mucho falta en la parte sanitaria que aún se aprecia precaria por decir lo menos; baños y dotación de agua por sólo citar un par de varios otros servicios de los que recibimos a diario quejas y que no han gozado de oídos, todavía, por la Comisión Presidencial que a veces parece un ejército de ocupación. Y quién se pretende más autónomo ante la universidad y su comunidad que la universidad autónoma frente a los poderes públicos y en particular el hipertrofiado y a menudo insolente poder ejecutivo.
No es sostenible el plan financiero y presupuestario que deriva del escasísimo aporte público. Es penoso constatar que ni siquiera alcanza o acaso con perceptible minusvalía para pagar sueldos y salarios que no se comparan con los que se cancelan en los otrora países más pobres de la subregión y que asombrosamente pagan hoy en día mejor que la Venezuela que se pretendió y para algunos todavía clasifica como rica. Vamos a encarar esa gravísima situación con carácter y en las medidas a tomar, participaremos todos.
Redimensionaremos y redefiniremos el aparato administrativo para hacerlo más eficiente. La prestación de nuestros empleados y trabajadores será, igual que la de catedráticos y autoridades, evaluada y contará con seguimiento y fiscalización. El control administrativo, financiero y presupuestario será participativo y contará con criterios de responsabilización.
En términos sencillos y para mas claridad, promovemos un cambio de paradigmas y una aproximación holística a cumplirse en la universidad, restaurando, productivizando, innovando por la excelencia, conscientes y comprometidos con el país.
El vicerrectorado administrativo debe revisársele en profundidad, asimismo a la universidad en su conjunto, y a propósito de ello, traemos algunas consideraciones atinentes y pertinentes que resultan y extraigo del diálogo con el Doctor en Educación Freddy Millán Borges y que reproduzco a continuación: “Educar implica acción, hacer y mucho más allá, obrar en su sentido trascendente. Esto plantea con fuerza la pregunta ¿Cómo humanizar lo educativo? Resulta imperativo partir de la comprensión de la persona humana, fuente de derechos, protagonista del fenómeno educativo y su formación, el fin último de la educación, concebida como un proceso político-social y axiológico complejo. El asunto antropológico cubre la totalidad del proceso: “1) La educación es un quehacer; 2) la educación se hace razonable en el decir; 3) la educación resulta congruente desde el decidir.” (Fullat, 2011: 108)
Educar desde el punto de vista ontológico es un quehacer, sigue lógicas y racionalidades, discursos pedagógicos y en su acción decide según objetivos, metas y fines. Con el desarrollo de la administración científica su quehacer institucional, particularmente en la escuela, se dirigió desde el punto de vista técnico-instrumental, en modelos gerenciales, nacidos para la industria, más recientemente, ante retos de mayor entidad institucional y estratégico, emergió el modelo de gestión. Gestión y gerencia tienen la misma traducción en el inglés, management, pero recientemente se hace distinción en el español, otorgándole a la primera un carácter teórico estratégico y técnico-instrumental a la segunda, siendo complementarias.
La gestión humaniza el obrar educativo para el cumplimiento de los fines políticos, sociales y éticos. Educar es formar, en tal sentido se imbrica en el contexto de las políticas públicas y la teleología de la educación con las categorías Estado, poder, sociedad, legislación, ciudadanía, instituciones, escuela, control político y eficacia de la norma, bildung e ideales.
Desde la perspectiva filosófica de la educación y con las innovaciones de la antropología de la educación, se aborda la temática Gestión Educativa para la formación de la persona humana, con el análisis de las categorías, sus relaciones, para entender las nuevas concepciones en el marco de la interdisciplinariedad, en un constructo teórico en pleno proceso de elaboración, para comprender la Gestión Educativa para la formación de la persona humana en clave antropológica.
La denominación gerencial resulta insuficiente para comprender los fines políticos del Estado, las concepciones de responsabilidad social en los dominios públicos y privados, las obligaciones morales, la ciudadanía y su sentido estratégico de las políticas públicas, desde donde emerge el término Gestión, con un concepto distinto al tradicional de gerencia. Es la diferencia entre el homo oeconomicus y el homo faber, que gesta y crea. (Arendt, 2005)”
El plan del nuevo vicerrectorado administrativo y pienso, escoja a quién escoja la soberanía universitaria, debe iniciar desde allí y constreñirse a esa filosofía, como con poesía diría, Juana de Ibarburu; “Sueño ceñirme a tu vida, igual que una enredadera.”
Un producto humano y ciudadano:
Tal vez siempre fue así, pero, se hace más evidente o impactante pensar y persuadirnos nosotros mismos que las ciencias naturales y quiero decir con eso, el empirismo y todas sus variables, copan al homo actualis y quizá ya lo hacen con el que viene en el camino de la historia, obliterando, sesgando los espacios de coexistencia y de convivencia.
Al respecto, sabemos que los alegatos que ensayamos aquí suscitan observaciones que queremos compartir con los otros para de esa manera entender su significado y su sentido. En el lenguaje habita el ser, nos enseñó Heidegger y lo que aspiramos es regar el jardín del diálogo de los que asumimos y esto es muy importante, la ciudadanía universitaria para vivir dentro de ella, también luego y siempre, vinculados a una perspectiva humanística, inclusiva, plural y de respeto a la dignidad de la persona humana.
No afirmamos que capturamos la verdad, sino que, avanzamos en el método del diálogo y la comprensión, desde la universidad y mundología en que estamos zambullidos, entre el saber, la tecnología, la indispensable solidaridad y la filosofía. Se trata de inventar o reencontrar juntos los espacios de la coexistencia y de la convivencia, como anotamos arriba.
El trabajo de la universidad es pues dirigido en su integralidad al ser humano, entendido como un ente trascendente, consciente y pendiente no sólo de sus derechos y posibilidades de desarrollo personal sino, en coetáneo, de sus deberes formales y orgánicos hacia la sociedad. Un ciudadano, aunque luzca redundante, un agente de la eticidad.
Son necesarios varias incorporaciones al plan de estudios que imaginamos debe ser el que sustente el inicio de los estudios en cualquier disciplina universitaria, y nos referimos a la lingüística, a la ética y a la formación para el trabajo. Tomará tiempo implementarlas, pero es menester hacerlo y tan pronto como posible sea.
La libertad, la democracia, el humanismo deben ser presentados a los cursantes de cualquier disciplina, como antes dijimos y habría que agregar, un básico sobre constitucionalidad. El pasaje universitario es también el del ciudadano.
Hemos dicho que hay que cambiar la perspectiva de la educación universitaria y nos atreveríamos a decir, de la educación en general, de raíz, pero, sin cambiar nuestras raíces. Es importante aprovechar de alguna forma el enorme talento y la experiencia de los jubilados que, por cierto, pueden y querrían contribuir de muchas y variadas maneras. Sobre eso, específicamente, hemos de trabajar para instrumentar esa corriente a favor que operaría de manera sinalagmática. Es inmenso el capital que puede ser desplegado y metabolizado sin incomodar y además fructificar, dispuesto para esta experiencia.
Un producto humano crítico, ciudadano y responsable en todas las áreas tiene que ser el objetivo de la nueva gestión a emprender por la universidad y por el país, acotaríamos.
Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche