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Cómo desmontar el socialismo en Cuba

Alejado hoy de compromisos con la dictadura castrista, el pueblo tiene un propósito claro: hacerse de sus propios negocios para obtener derechos

LA HABANA, Cuba.- Si Fidel Castro desmontó el capitalismo en Cuba de un día para otro, justo cuando los cubanos disfrutaban de un modelo económico que les permitía convertirse en pequeños propietarios, algo que, como dijera nuestro Apóstol, enriquece una nación; hoy los cubanos, poco a poco, desmantelan igualmente el socialismo con los llamados “cuentapropistas”, que ya son más de un millón, y una “bolsa negra” que el “socialismo” impuesto a la cañona no ha podido desaparecer en más de sesenta años.

Pero dos señores, doctores en Ciencias Jurídicas y pertenecientes al Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado —CIHSE—, desmienten esa verdad en un pequeño libro publicado en 2017 bajo el título Los intentos del desmontaje del socialismo en Cuba. Ellos afirman que “el pueblo cubano enfrentó desde entonces una guerra sucia y brutal impuesta por Estados Unidos, que no ha escatimado recursos para intentar doblegar su voluntad y heroica resistencia”.

Los cubanos resistieron. Si alguien lo sabe con certeza es la propia Seguridad del Estado, que se enfrentó desde el primer día a la rebeldía de un pueblo contra un “modelo económico que no servía ni para nosotros mismos” —como dijo Fidel en 2010— y que vimos desaparecer en Rusia, cuna del comunismo, en sus países satélites y en Viet Nam, Angola, Etiopía y el resto de las naciones que querían “prosperidad”.

¿Qué ocurrió en Cuba entonces? Millones de cubanos optaron por emigrar a tierras libres. Murieron cientos de miles sin poder llegar, fueron fusilados más de cinco mil y decenas de miles condenados a prisión durante largos años.

Todavía son cientos los cubanos que en estos tiempos de coronavirus van a prisión por insistir en su derecho de evitar el hambre, y son acusados de acaparamiento y otras razones baladíes, que solo demuestran la ineficacia de un modelo económico que no resulta, demostrado, sin duda alguna, durante el Período Especial —y hoy ante la propagación de otro virus de catarro—, que trastornó de forma abrupta a la población.

El Período Especial, según los señores juristas segurosos, “marcó a las generaciones más jóvenes, abriendo paso a la indisciplina social, la marginalidad y el deterioro de valores éticos y morales”. Y agregan a renglón seguido: “Esta tesis enemiga ha sobrevivido al tiempo. Confiamos que debe desaparecer”.

En este punto están bien claros los investigadores de la Seguridad del Estado. Ellos mismos señalan que se trata de “un proceso de desestabilización política irrecuperable, que abriera las puertas a una agresión militar o a la caída del poder, aprovechando los errores de los revolucionarios”.

Más claro ni el agua. El error de implantar un régimen antihumano, incapaz de lograr el desarrollo económico de un pueblo, puede terminar en el desmontaje del socialismo en Cuba.

Pero para un cubano, desnudo y con hambre, batirse entre lobos no es tarea fácil. Puede sucumbir en su empeño si los lobos son miles y están por doquier, armados y con leyes y rejas a su disposición.

Alejado hoy gran parte del pueblo de compromisos con la dictadura castrista, este tiene un propósito claro: hacerse de sus propios negocios para obtener derechos. Con derechos se convierten en seres independientes, nada fáciles de dominar. ¿No surgen así los cambios en Cuba, desde el interior? ¿No es esa gran parte del pueblo quien quiere conducir una reforma política económica?

¿Por qué no se da por vencida la dictadura, representada por ancianos que sólo buscan ganar tiempo para el poco que les queda?

Esta nueva generación coincide con José Martí y considera que “estamos firmemente resueltos a merecer, solicitar y obtener su simpatía —la de Estados Unidos—, sin la cual la independencia sería muy difícil de obtener y mantener”.

Para terminar, citemos un fragmento de una entrevista realizada en 2006 por el periodista Ignacio Ramonet a Fidel Castro, cuando el fallecido dictador dijo: “Este país puede autodestruirse a sí mismo… Nosotros sí, nosotros podemos destruirlo y sería culpa nuestra si no somos capaces de corregir nuestros errores”.

Pero Fidel no tuvo tiempo ni quiso corregir sus errores, cambiar un modelo económico “que no servía ni para nosotros”.

¿Qué se lo impidió? Piense y llegará a las conclusiones que estos juristas segurosos ocultan en su libro, que sólo cuesta 12 pesos cubanos en las librerías del país.

 

Fuentes:

Los intentos del desmontaje del socialismo en Cuba, por Manuel Hevia Frasquieri y Andrés Zaldívar Diéguez, Editorial Capitán San Luis, La Habana, Cuba, 2017.

Citas de José Martí y Fidel Castro entre comillas, extraídas del archivo personal de la autora.

 

 

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