Por ello, no es casualidad que fuera también Giorgio Agamben quien, hace una semana, se atreviera a hacer esa analogía invertida entre la estrella amarilla y el pase sanitario. ¿Cómo es posible que a un conocedor tan fino, entre otros, de Walter Benjamin, se le ocurra tal cosa? Probablemente, en parte, porque su relación teórica, cerrada en sí misma y estetizada con la teoría del poder y la realidad social le hizo olvidar otro concepto filosófico fundamental: la phronesis, es decir, la virtud que otorga al filósofo un discernimiento práctico y ético –y no teórico– entre lo bueno y lo malo. Para decirlo de manera más sencilla, Agamben no ha sabido discernir. Pero este error (o errancia) está cargado de significado: traza un divorcio entre el conocimiento y el sentido común, provocando lo que tenemos derecho a denominar una nueva traición de los clérigos, utilizando el título del libro publicado por Julien Benda en 1927 para criticar los giros ideológicos de una parte de los intelectuales de su tiempo. Pero sería demasiado fácil limitarse a la figura de Giorgio Agamben o, a través de la misma, a otros pensadores a los que se acusa de haberse revolcado en la especulación filosófica, a tal punto de no poder discernir con sentido común. También está surgiendo otra traición más masiva de los clérigos: la de los expertos en la manipulación del conocimiento, que gozan de un aura pseudoacadémica para establecer una retórica mendaz en los platós de televisión. Es el caso de Éric Zemmour, que nunca deja de lado su falso sombrero de « historiador » para someter la actualidad a su punto de vista nacionalista, o de Michel Onfray, que insiste en seguir siendo un « filósofo de izquierdas » cuando cuestiona el conocimiento académico y la pluralidad de opiniones. Ambos aprovechan su posición de « intelectuales » para dirigirse a una parte de la población que rechaza el intelectualismo. En un artículo publicado con motivo del lanzamiento del primer número de la revista de Onfray, Front populaire, hace un año, intentamos analizar las similitudes retóricas entre los discursos de estos dos hombres, incluso antes del acercamiento ideológico que se está produciendo ahora entre ellos. Volver a poner el conocimiento en la dirección correcta es, por tanto, una doble tarea: por un lado, reintroducir la phronesis en el trabajo intelectual elitista para no llegar a negar toda forma de sentido común en nombre de posiciones archi-teóricas; por otro lado, implica una oposición a la malversación del conocimiento, devolviéndolo a la dirección correcta, con una preocupación permanente por el régimen de la prueba y la confrontación con los hechos |