Democracia y PolíticaEconomía

Con Petro, la discusión es ideológica

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Héctor Riveros – Ilustración: Los Naked.

 

El gobierno entrante va a radicar el proyecto de reforma tributaria cuyas primeras discusiones -sorpresivamente- han sido más bien técnicas y casi contables, como si se tratara de llenar un hueco o de cubrir nuevas necesidades de gasto y no de cambiar estructuralmente un sistema que ha sido calificado de regresivo y pro-rico. No, ganó Petro y con él el debate es conceptual.

Han sido los propios voceros del gobierno entrante quienes han planteado una discusión que sería similar a la que estuviera abierta si hubiese sido Fico, el Ingeniero o Fajardo el que hubiera ganado la elección. Que si es una reforma de 3 o de 4 puntos del PIB, que si le suben uno o dos puntos a la tarifa de tal impuesto y que vuelven declarante a aquel.

Imagino que cuando intervenga el propio Presidente las preguntas serán otras: la primera y más importante quizás será si lo que se propone ahora sí servirá para lo que deben servir los sistemas tributarios que es para reducir la desigualdad. Colombia, increíblemente, es más desigual después de que se pagan los impuestos que antes y uno asumiría que un gobierno de izquierda como el que se eligió va a proponer algo para cambiar semejante situación.

Esa primera pregunta solo se resuelve favorablemente si previamente ha cambiado otra circunstancia, también extraña, del sistema tributario colombiano y es que quienes más ingresos tienen pagan proporcionalmente menos que quienes tienen menos.

Modificar eso depende de la eliminación de los múltiples beneficios tributarios y regímenes especiales creados ad hoc, a lo largo de los años, como consecuencia del lobby empresarial o de las políticas tributarias de derecha que suponen que la concesión de beneficios tributarios se traduce en más empleo y especialmente en crecimiento económico que es el único indicador que cuenta.

Petro asume que el crecimiento no se consigue con la concesión de beneficios a los empresarios sino con el cobro de impuestos que después se invierten en la promoción de empresas públicas tal como se hizo en Colombia en los 60s y 70s del siglo pasado y como ahora la tesis del estado emprendedor.

El sistema tributario es regresivo y uno supondría que un Presidente tan doctrinario querrá poner el dedo en esa llaga.

Las normas tributarias en Colombia son también profundamente inequitativas. Dos contribuyentes que ganan lo mismo pagan distinto en función de la fuente de sus ingresos. Por ejemplo, una persona que reciba dividendos por 100 millones de pesos al año paga menos de la mitad de quien recibe la misma cantidad por salarios.

Estas son las discusiones que seguramente va a plantear Petro y claro las de las bebidas azucaradas y los impuestos verdes, para el nuevo Presidente el problemas no es tanto un asunto de ortodoxia fiscal como de concepción del modelo económico reflejado en el sistema tributario.

En muchos casos las propuestas no serán, como hasta ahora se han debatido, para promover determinados sectores económicos, sino al contrario, para desestimular determinadas actividades. Por ejemplo, una discusión que se ha mantenido a bajo volumen como el carácter descontable de las regalías que pagan las empresas del sector minero seguramente se pondrán sobre la mesa por el propio gobierno en las primeras de cambio.

La eficiencia en el recaudo se dirigirá a identificar practicas elusivas muy usadas en Colombia como la atribución de gastos personales a las contabilidades de las empresas con lo que se ocultan ingresos de las personas naturales y se inflan gastos de las personas jurídicas.

Supongo que habrá debate fuerte sobre la tributación de las empresas con domicilios en paraísos fiscales y muchos otros asuntos especialmente relacionados con los beneficios o tasas de tributación efectiva de sectores como el financiero.

Habrá discusiones, como las ha habido en todos los países donde ha habido gobiernos social demócratas sobre el impuesto a las sucesiones, a los patrimonios, a las tierras improductivas o a las ganancias extraordinarias cuando ellas provienen de hechos ajenos a la productividad como el aumento inesperado de precios internacionales o cambios súbitos en la tasa de cambio.

Más vale que estén preparados porque lo que se va a plantear no será para saber cómo se reduce el déficit fiscal o con que se financian nuevas políticas públicas, esos son temas de los economistas ortodoxos y Petro no es un economista ortodoxo.

En este tema y en otros los debates iniciales se han planteado como si se tratara de resolver problemas y no de cambiar. A esos debates les ha faltado ideología que sin duda la pondrá el Presidente cuando intervenga. Asumo que en la intervención en el Congreso de la ANDI, dos o tres días después de la posesión, donde se ha anunciado su presencia será el primer escenario.

Guste o no, no sobra estar recordando, porque a veces parece que se olvida, con Petro habrá cambio.

 

 

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